Capítulo 3

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De vuelta al presente...

Al cabo de ese recuerdo, sonreí con anhelos y miré a nuestro amado hijo correr por la nieve.

Pensé en Joey y lo extrañé más, que, al comienzo, y anhelé que volviera a mis brazos y que estuviera con nosotros.

Comenzó otra vez a hacer frío. Miré a Danielito, quien ahora estaba haciendo un mono de nieve; me miró y me llamó para que yo lo ayudara.

Miré su dulce sonrisa y no me pude resistir a ella y me le acerqué a ayudarle a armar su nuevo amigo de nieve...

Miró las nubes tras su ventana. Lo único que tenía en mente eran su preciado hijo y yo...

Preocupado, ansiaba saber si estábamos bien, y para sentirme que yo estaba a su lado, recordó con gran cariño el día de nuestra boda...

4 años atrás...

Narra Joey...

Nervioso y ansioso, mi madre me acomodó la corbata y yo la miré con una inmensa y perdura alegría. Ella me sonrío...

<< Por fin ha llegado el tan esperado día, mi amada Violeta, el día en que serás mi esposa.>>

Todos expectantes en la iglesia, mi corazón vibró al verla caminar hacia mí con aquel dulce y precioso vestido de novia. Mi bella Violeta lucía increíblemente hermosa y perfecta. Muy tierna y divina para mí y estaba a minutos de que se convirtiera en mi esposa. Lo que tanto anhelé desde el día en que la conocí, en aquella cafetería, con esa increíble nevada...

Se veía tan pura y blanca, blanca como la nieve que nos hizo conocernos y amarnos, tanto así que hoy habíamos decidido el casarnos y unirnos para siempre.

Ella me sonrió perdidamente y yo la contemplé con todo mi amor. Era la novia más hermosa que podía existir en el mundo.

Sus ojos me gritaron cuanto me amaba y yo me perdí en su angelical rostro.

Tomé su mano y mi corazón estalló de amor y locura.

Realmente estaba loco por ella. Daría mi vida a contar de que ella siempre estuviera bien...

Ella me sonrió emocionada, y yo embelesado, no podía dejar de contemplarla, más solo quería besarla, amarla y tenerla en mis brazos para toda la vida.

El cura nos declaró marido y mujer, todos nos aplaudieron, y entonces, mí ahora esposa, Violeta, me destelló con sus ojos y yo la tomé con cariño en mis brazos. Besé sus labios.

Por fin pude tocar el cielo al besar sus suaves y perfectos labios y ambos besándonos, los demás nos aplaudieron con más alegría y furor.

_ Te amo, mi Joey – fue tan dulce como me lo dijo, que yo la miré con destellos, con todo mi amor y le acaricié su mejilla.

_ Yo también te amo, niña mía. Prometo cuidarte y amarte siempre.

_ Yo también te prometo lo mismo. Soy tan feliz.

_ Y yo. Soy tan afortunado de que seas mi esposa, niña mía. Te adoro.

_ Oh, mi Joey. Mi amado Joey.

Le sonreí con ternura, y sin resistirme más, la cargué en mis brazos. Ella me sonrío solo como ella lo hacía, lo que me derretía aún más, y así salimos juntos de la iglesia.

Cargada en mis brazos, ella me abrazó fuerte, todos nos tiraron pétalos de rosas y nosotros más que felices y realizados, llevé a mi esposa con honores a nuestro carruaje y luego nos marchamos.

Esa misma noche...

Sus mejillas estaban enrojecidas y su perdura sonrisa me hacía amarla aún más.

Se veía tan hermosa. No podía dejar de decírselo, y ella dulce, acarició mi rostro y yo la miré perdidamente enamorado.

Sostuve su rostro entre mis manos y lo acerqué suavemente a mis labios, para depositarle un largo y apasionado beso.

Besándonos, ella me abrazó, lo que me fascinó, y sin dejar de besarnos, yo comencé a bajarle lentamente la cremallera a su vestido.

Sentí que ella empezó a temblar y yo le sonreí.

_ ¿Nerviosa?

_... Si, un poco... - tomé su mentón con cariño.

_ Tranquila. Si no estás lista, podemos intentarlo mañana – tomó mi rostro urgido y a la vez muy tierna, lo que me resultó muy dulce.

_ No, yo si quiero, pero no sé cómo.

_ No te preocupes, será nuestra primera vez y será la más dulce e inolvidable para los dos. Seré muy dulce. Te lo prometo – me sonrió.

_ De acuerdo. Confío en ti, mi amor.

_ Mi niña. Eres muy hermosa y tierna. Te amo.

_ Y yo te amo a ti, mi Joey.

Ella comenzó a besarme con mucho cariño, y yo feliz, me agradó su rico y a la vez tierno beso. La envolví en mis brazos y ella sin dejar de besarme, yo le correspondí y ambos besándonos, nos desvestimos de a poco, muy lento y luego comenzamos a hacer el amor en aquella cama.

Fue una entrega mutua, especial, e inolvidable para ambos.

Abrió los ojos al cabo de todo aquel atesorado recuerdo y dio un suspiro...

_ Mi vida. Mi amada, Violeta. Siento que ya te extraño tanto... Cuanto anhelo verte y sentirte junto a mí...

La nieve había regresado y los dos caminando por la espesa nieve, de regreso a la casa, vimos que el sol había salido.

Danielito, otra vez entusiasmado, corrió a jugar por la nieve. Yo pendiente de que no le pasara nada, recordé a Joey y de pronto me vino una tristeza tan grande, de la que no me pude contener.

Vi a nuestro hijo correr y jugar por la nieve y se me llenaron los ojos de lágrimas.

Me agaché junto a unas rejas y extrañé más y más a Joey. Rogué porque estuviese bien y me puse a llorar.

Danielito me vio, y preocupado, se acercó a mí...

Me sentía muy triste, ya que aún no recibía ninguna llamada suya, y preocupada, no podía dejar de llorar. De pronto, mi querido hijito me tocó el brazo y yo lo miré con mis ojos hinchados de lágrimas.

_ Mamita... - me miró a punto de llorar, lo que me hizo reaccionar.

_Oh, mi bebe...

Él tierno secó mis lágrimas, lo que más me conmovió y le acaricié su suave y pequeña mejilla.

_ Ay mi niño precioso. Perdóname. Es que extraño tanto a tu padre. De verdad que lo extraño mucho.

_ Yo también lo extraño mami, pero ¿Va a volver? ¿Verdad? – lo abrasé con todo mi amor.

_ Claro que volverá mi vida, y cuando ese día llegue, lo abrazaremos muy fuerte y seremos muy, muy felices – él me miró entristecido.

_ ¿Por qué papi tuvo que irse, mamá?

_ Porque tu papi tiene un trabajo muy importante, en el que va a ver días que no podrá estar con nosotros y tendrá que viajar, pero no te desanimes, porque serán muy pocos días.

_ ¿Y será así siempre? – le sonreí.

_ Si mi amorcito, pero luego cuando regresé, él jugará todo el tiempo del mundo contigo – lo miré otra vez emocionada – Tú padre te adora con el alma, hijo mío. Te ama tanto, como yo te amo.

_ Mamita, extraño a papá. Quiero verlo – volvió a abrazarme y yo fuerte, lo cargué en mis brazos y lo llevé a casa...

&quot;Mi corazón es tuyo&quot; (Joey Tempest) (Reeditada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora