Capítulo 8.

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KIARA.

Me sentía feliz.

- ¡ Lo he logrado!

Me encontraba motivada, deslizándome sobre el skate de Iris.

Por fin aprendí.

- Soy la mejor profe.

Definitivamente, con la clase de ese día, ya iba a poder manejarme sola y compraría uno para no perder la táctica, claro.

Caminamos agarradas de la mano hasta la plaza Mérida.

Nos sentamos en el banco de la plaza, comiendo un paquete de patatas de jamón. Mis favoritas. Y ella, unas chuches del puesto de Marina. Famoso en el barrio por los chavales que siempre van a comprar allí en las quedadas.

Ven.

Dió un beso inesperado en los labios.

Confundida, volví a la realidad.

Desperté mirando a mi alrededor, sintiendo mi cama. Fijándome a mi derecha donde continuaba nuestra primera foto enmarcada en un cuadro, puesta en el escritorio.

¿Sentirá lo mismo que yo cuando tuve aquel sueño de hace tiempo?

- Uff que mala es por dios.

- Una vez más.

Era difícil y no iba a rendirme.

Incontables eran los intentos de montar en esa tabla de ruedas aunque pausé para dar paso a la siguiente.

Mía quiso probar y fue incluso más patosa que yo.

Hacía gracia como se agarraba a Iris como un bebé.

- Estás tan pegada a mí como una lapa.

- Ui, perdón.

- El cuerpo recto, si no te vas a jorobar la espalda.

- Yo lo intento.

- Y no mires al suelo. Bueno sí, pero solo a veces para no atropellar a nadie.

Siguieron.

- Ojo. Vas mejorando.

Consiguió permanecer un rato encima sin agarrarla. Un logro.

- Lo has flipado.

Dijo orgullosa.

Sonó el móvil de Mía. Hizo una señal para saber que quien la llamaba era su jefa.

- Si te sirve de consuelo, a ella se le da peor.

- Buah qué alivio.

- No te piques mujer, pronto aprenderás.

- Sí, hasta que volvamos ya me dirás tú.

Observamos como se aleja aún más.

- ¿Quién la llama?

- Del trabajo.

¿Trabaja?

Asentí.

- Con un contrato que no es definitivo. Ojalá la hagan fija.

Llevaba tiempo en sitios diferentes. Cuidadora de niños, camarera, vendedora de ropa en las afueras de la ciudad... Necesitaba dinero para seguir estudiando en la universidad y para sus padres, con necesidades económicas por perder el empleo y baja.

Tranquila KiaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora