#12

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- ¡Chúpate esa, hijo de puta! -se escuchó en ese pequeño salón, ahora completamente desordenado. Recién había llegado a casa y en cuanto tuvo oportunidad, se dio una buena ducha, cenó como una cerda apoyada en una simple mesita de café y nada más terminar, agarró su Nintendo para jugar una vez más a ese juego que tan viciada la tenía. Podía pasarse las horas muertas pegada a esa pequeña pantalla de la que refulgían unos bonitos pixeles de colores vivos. Más de una vez había atrasado responsabilidades e incluso quedadas para quedarse allí tirada, en el sofá, con ropa de dudosa procedencia y con todo el salón lleno de baratijas. Había ropa tirada por el suelo, el estuche de la consola con todos los juegos desperdigados por ahí, cables, algún que otro libro a medio empezar, envases de fideos con salsa ya más que seca en los bordes, alguna que otra lata de Coca-Cola... En fin, eso en vez de una casa parecía un estercolero, y es que la pobre chica cuando se entretenía con algo, no lo dejaba ir hasta completarlo, y este era uno de esos casos. Realmente ella no era tan desordenada, pero entre eso y que le habían dado un par de días de "vacaciones" había ido dejando sus quehaceres a un lado y ahora se encontraba sumergida en un bucle de videojuegos y comida basura del que no le apetecía salir. Era ya bastante tarde, y de hecho debería de estar ya durmiendo pues al día siguiente quedaría con sus amigos para despejarse un poco después de tanto estrés y ajetreo en la Academia Jujutsu, pero ahí se encontraba, echada en el sofá abierta completamente de piernas mientras observaba la escena que se desarrollaba en esa pequeña pantalla.

Asentía de vez en cuando, totalmente de acuerdo con lo que decía algún personaje, insultaba e incluso llegaba a poner cara de asco, algo jamás visto en público, pues ella era famosa por su simpatía y amabilidad. No es que fuera doble cara, sino que las personas de su alrededor no le daban motivo para sacar ese lado que a su parecer le resultaba tan malo de su persona. Igualmente y sumida completamente en su mundo, siguió con su partida hasta que oyó el timbre de la puerta. "¿Quién es?" se preguntó en lo que alzaba la cabeza y miraba hacia la entrada. No recordaba haber pedido nada para cenar y le extrañaba que fuera alguien que intentara venderle algo, por lo menos no era normal que se presentaran de madrugada, o eso pensaba. Resopló y con toda la pereza del mundo, se debatió en si levantarse o no para ir a abrir, aunque el sonido del timbre la volvió a sacar de sus pensamientos. Indignada porque no la dejaban en paz, se levantó dejando la Nintendo en el sofá y fue a abrir.

- Tío, te he dicho mil veces que no te voy a comprar na- -decía en lo que abría la puerta, quedándose muda al ver a Nanami frente a ella, su querido (muy querido) compañero de trabajo ahora se encontraba apoyado en la pared con unas pintas bastante decadentes para ser él. En otras circunstancias esa bienvenida le habría parecido muy sexy, pero su expresión adolorida y cansada, junto a su costado ensangrentado el cual apretaba para no desfallecer ahí mismo no le pareció tan atractivo. Intentó decir algo, pero el shock fue demasiado y solamente atinó a entrar en casa y cerrar de golpe la puerta.

Nanami se quedó pasmado ante eso. No se esperaba para nada que ella tuviera esa reacción y muchísimo menos con él. Se llevaban muy bien y a pesar de que no solían hablar mucho, cuando lo hacían llegaban a congeniar bastante y ambos disfrutaban de conversaciones muy interesantes que aburrirían hasta al propio Gojo.

Parpadeó un par de veces sin saber que había pasado cuando oyó pasos demasiado acelerados en el interior de la vivienda, y es que no se esperaba recibir una visita así de agradable a esas horas, por lo que se apresuró a recoger toda la basura que se encontró. Llegó incluso a darse de bruces contra una de las mesas, haciendo que sus dedos se doblaran y ella acabara por poner una expresión de máximo dolor y así gritar en silencio. Su cara estaba completamente roja y unas lagrimillas aparecieron en sus ojos, aunque no quiso dejarse llevar por el dolor y siguió recogiendo con una bolsa de basura en mano.

Nanami Kento Headcanons;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora