gris

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ese día era gris. al contrario de la caminata del otro día, ese día estaba cubierto por nubes grises y con indicio de lluvias. esa tarde se irían, y bokuto parecía un poco apenado por ello.

el pelinegro estaba sorprendido, pensó que estaría más afectado por el hecho de separarse del mar, pero lo parecía más por tener que irse de allí.

no dijo ni una palabra ese mañana, y no era un silencio incómodo, nunca lo eran. pero, en el fondo de su corazón, le dolía verlo así y no poder ayudarlo. a akaashi, en el fondo le fascinaba charlar, y más con su pareja, pero, le fascinaba más escucharle, y ahora que lo único que salía de su boca eran murmuros o pequeños ruidos desilusionado, estaba triste también.

hizo las maletas por él, y aún así, bokuto no dijo nada. intentó evitarlo, sabía que odiaba que le ayudaran, pero después de ver que el pelinegro no iba a ceder, simplemente aceptó, no quería discutir esta vez.

se despidió con un corto abrazo a la señora, la cual lo recibió gustosa, era un chico muy bueno, y le gritó desde la distancia que no se olvidara de visitarles de vez en cuando, a lo que bokuto le respondió con una promesa de meñique.

emprendieron su viaje, de nuevo, en silencio. esta vez, bokuto no quería sacar fotos, y su cámara se mantuvo en el equipaje.

akaashi no dejaba de pensar en lo que podía hacer para ayudarle. sabía que a veces bokuto tenía esos días y normalmente, se arreglaba con un par de abrazos, besos, cumplidos, o quizás algo más. sin embargo, pareciera que no era lo que necesitaba en esos instantes.

llegaron a su hogar y lo priemro que hizo el mayor fue tirarse al sofá que daba para la ventana, se le notaba agotado. el de lentes se quedó aún más extrañado, no había mirado por el gran ventanal ni visto cómo estaba su querido mar, así que algo realmente estaba sucediendo.

al cabo de un rato, comenzó a llover, keiji lo notó cuando las gotas de lluvia comenzaron a empapar las ventanas de la cocina, donde se encontraba preparando dos tés.

—boku, ven. –lo llamó mientras dejaba una taza en la mesa, y se encontraba a espaldas de él, mirando el paisaje. kōtarō, sin decir nada, se levantó lento y perezoso, tomó su taza de la mesa y se posicionó al lado de su pareja. no pudo ni emitir palabra porque akaashi fue quien empezó.

—¿qué te sucede? –su tono era suave, se notaba la preocupación, pero también la dureza, no aguantaba verlo así. —no se te ocurra decirme que no te pasa nada. –predijo.

bokuto, necesitó unos minutos y después de un par de sorbos, dejo la taza en la mesa, de nuevo, y suspiró.

—yo... me prometí no hacer esto pero, hay días en los que, no estoy feliz, ¿sabes? me siento solo y a la vez culpable porque sé que me amas, es solo que... me siento distinto. mis sentimientos hacia ti no han cambiado, es solo lo que estoy sintiendo hacia mi persona y respecto a mi entorno.

akaashi quiso reír, por su ingenuedad, pureza, inocencia y empatía. pero no lo hizo, porque sabiendo lo sensible que su novio llegaba a ser, lo malinterpretaría.

—ya lo sé. –dijo, mirándole a los ojos. —sé que hay días en los que no estás feliz, y nunca entendí porqué sientes la necesidad de fingir que lo estás con una sonrisa. si te sientes triste y solo, dímelo porque de otra forma no puedo ayudarte.

—p-pero, no quiero preocupar a akaashi... –murmuró.

—¡eso es una estupidez! –por primera vez en un tiempo, alzaba la voz. —es obvio que me preocupas, siempre me preocupas, porque tú eres mi prioridad, pero me preocupa más que finjas estar feliz, como si me escondieras algo, como si pensaras que estar triste o enojado estuviera mal. –hizo una pausa. —¿no entiendes que es eso lo que te hace humano? el hecho de sentir cosas y sentimientos distintos, de experimentar soledad, amor y fracaso, al igual que muchas de tus victorias. –bokuto no dijo nada, estaba mudo. —sé cuando pierdes los partidos, a pesar de que nunca te lo digo, porque, siempre vas a venir con tu sonrisa, me abrazarás y me dirás que no importa, pero sí importa.
» es normal que quieras gritar, llorar, protestar, incluso insultar a los del equipo contrario, porque aunque nuestras caídas y fracasos nos hacen más fuertes, también nos afectan. si no lo sueltas y te lo guardas, ¿cómo crees que eso va a repercutir en ti? solo de una forma, negativamente. no te sientas mal por llorar, y menos porque a veces no seas tan fuerte como tú crees que deberías ser. está bien si yo también me protejo y cuido, porque sé hacerlo yo solo, y recibir ayuda de los demás no siempre es malo.

kōtarō quería llorar mucho en ese momento, así que lo hizo, y abrazó fuertemente a su pareja.

—tienes... –intentó hablar entre sollozos. —tienes toda la razón akaashi, lo siento, prometo cambiar y mejorar para mí y para ti.

—bokuto-san... –lo abrazó de vuelta y dejó que llorara todo lo que quisiera. de hecho, escuchar su llanto también lo hizo feliz, porque al fin el peligris se sintió cómodo de expresar lo que sentía.

después de desahogarse, se sentaron en el sofá a ver películas, y el mayor le hizo prometer a akaashi que al día siguiente jugarían voley, como en los viejos tiempos. akaashi no pudo rechazar, ante la mirada ilusionada de su pareja.
entonces, observando esa sonrisa, entendió que esa, esa misma, era su verdadera sonrisa, la que hacía que su corazón se acelerara.

soledad y el marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora