Capítulo 44. El adiós

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Emma Myers

—Conseguí que tus profesores aceptaran hacerte el examen final antes y mi asistente ya encontró un lugar cerca de la clínica. Está prácticamente todo listo para que nos vayamos a Chicago —anunció mi padre.

Asentí mientras terminé de comer mi cereal. Estaba nerviosa de ir, pero estaba segura de que era lo mejor para mí, para mi futuro.

No tenía idea de que iba a hacer, ni que quería estudiar. En resumen, no tenía idea de nada con respecto a mi futuro. Solo esperaba que el recuperarme me ayudara a poner todo en orden. Tenía esperanza en esa idea.

—¿Cómo que Chicago? —la voz de mi hermano nos sobresaltó a los dos.

Derek estaba en la entrada de la cocina con su ceño fruncido. Todo su cuerpo se veía tenso y la mueca de disgusto en su rostro era evidente. Él nos miró a los dos atentamente, esperando la respuesta a sus dudas.

Una ola de nerviosismo me invadió por completo. Le pedí a papá que no dijera nada, yo quería ser la persona que le dijera a todos. Quería platicar con cada uno para explicarles mis razones y había llegado el momento de hacerlo con Derek.

—¿Emma? —insistió mi hermano al ver que nos quedábamos en silencio—. ¿Dorian?

Papá me volteó a ver y rascó su cabeza con la incomodidad invadiéndolo.

—Papá, ¿podrías...?

—Sí, claro.

Salió de la cocina y me dejó con Derek. Tenía los brazos cruzados y la vena que se le marcaba cuando estaba enojado se empezó a notar más.

—¿Me puedes explicar que está pasando? —preguntó, con un tono serio.

Mordí mi dedo con nerviosismo antes de empezar a explicarle.

—La doctora nos habló de una clínica que se especializa en el trastorno que tengo —él se acercó y se sentó en la silla que estaba a mi lado—. Solo que esta clínica está en Chicago.

La expresión de Derek cambió en el instante en que dije eso, paso de ser de enfado a una de pura y absoluta tristeza. Sentí un nudo en mi estómago al verlo de tal manera.

—¿Te vas a ir?

Asentí con la cabeza.

—¿Por qué? —inquirió confundido—. Creí que la terapia te estaba ayudando.

—Me está ayudando.

—¿Entonces por qué tienes que irte? ¿Acaso estás huyendo de aquí?

No lo había pensado de esa manera, pero el hecho de que mi hermano me lo estuviera diciendo me plantó la duda. Sin embargo, la decisión estaba tomada y no la cambiaria.

—Derek, en esa clínica me podrían ayudar aún más. Es una buena oportunidad, tienen especialistas que me ayudarían con mi trastorno.

Negó con la cabeza repetidas veces, totalmente desesperado. Nunca lo había visto de tal manera.

—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué quieres alejarme?! ¿Acaso pensabas irte sin decirme nada?

—¡No! —contesté rápido, traté de tomar su mano, pero él no me lo permitió—. Te lo iba a decir, solo estaba buscando el momento correcto.

—¿Acaso no quieres conocer a la bebé?

—¿De qué estás hablando? —me quejé—. Claro que quiero conocer a la niña. Dios, he visto como la panza de Nora va creciendo, créeme que tengo ganas de conocerla.

El día en que te encuentre  [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora