Capítulo 2: Bolígrafos

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Alastor se arrepiente de sus decisiones. De todas y cada una de las que lo llevaron a este momento.

Inclinando la cabeza hacia un lado, el demonio se toca la barbilla mientras examina el conjunto. El sujetador es ciertamente deslumbrante, pero no deja casi nada a la imaginación. Además, le falta ese algo; ese je ne sais quoi* que Angel suele exudar, encajando perfectamente con su confianza y estilo.

— Siguiente. — concluye después de una larga pausa.

Frustrado, Angel golpea el piso con su tacón.

— ¡¿Hablas en serio?!

— ¡No, soy Alastor! — exclamó, reproduciendo una pista de risa de fondo mientras observaba la cara enrojecida del actor.

"Lástima", piensa. El rubor se sumaba de manera atractiva a la imagen general.

— ¡Ese atuendo no funciona! ¡Solo mira toda la piel que muestra! — dijo, viendo cómo Angel aprieta su propio pecho, amontonando y desbordando el sostén con pelusa.

Podía jurar que su ojo se contrajo ante eso.

El albino se burla.

— No seas mojigato, Al. — dijo, adoptando otra pose. Esta vez, arqueando la espalda y separando las piernas — Tú fuiste quién dijo que tenía un buen ojo para la moda.

 Esta vez, arqueando la espalda y separando las piernas — Tú fuiste quién dijo que tenía un buen ojo para la moda

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Alastor admite que, tal vez, pudo haber dicho algo por el estilo, pero eso no era importante ahora. Seguía sin saber cómo su plan inicial con respecto a la promoción del hotel encajaba en... Bueno... Esto.

De espaldas a él, el arácnido se desabrocha el sujetador, causando que el locutor se tapara los ojos con una mano.

— Lo que le dije a tu pequeño y bestial promotor fue que hice mi debida diligencia con respecto a tu imagen lasciva, pero parece que los perversos habitantes del infierno prefieren verte en atuendos específicos. Y no hace falta ser un científico o estadístico para averiguar cuáles son.

— ¿Sí? ¿Y qué te gusta a ti, Sonrisas?

— ¿Disculpa?

— ¿Qué tipo de cosas quieres que me ponga?

— Nada. Tu infernal-

— Pervertido~.

Él suspira, esperando el sonido de un crujido y los tacones de Angel repiqueteando lejos antes de quitarse la venda improvisada de los ojos.

— Tienes un ejército de otros pecadores a tu disposición. Así que, ¿por qué me necesitas a mí exactamente? — preguntó, frotándose la sien con los dedos.

— Pensé que tenías "un gusto impecable", Al. — respondió el actor, con su voz siendo amortiguada por la tela. O eso supone Alastor desde más allá del biombo plegable semitransparente.

Observa cómo cuatro brazos se extienden hacia afuera, apretando el aparente corsé que incluía el siguiente conjunto, pero desvía la mirada cuando bajan. Suspirando, el demonio vuelve a sentarse en el sofá y examina la habitación.

Celebrity Skin [RadioDust]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora