Le naissance d'une œuvre parfaite./ El nacimiento de una obra perfecta.

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Daeghu, Corea del Sur, 30 de septiembre del 2000.

Un pequeño niño corría despavorido por todo el pequeño cuarto de cuatro paredes, pinceladas de colores eran dejadas por aquí y por allá, trazos descuidados y mezclas de tonalidades bizarras, un niño con un ímpetu y una curiosidad por mancharse una y otra vez de esas acrílicas que yacían en el suelo. Unos lentos toques en la puerta hacen que el pequeño castaño desvíe su atención de las paredes teñidas en tonalidades rosas y celestes, una mujer delgada, con cabellos castaños y pequeños rayos rubios que parecían besados por el sol, asoma su cabeza en el marco de la puerta. Se acerca a pasos lentos al chiquito que manchaba de pintura todo a su paso, una vez que llega a su lado toma al pequeño de su cintura y lo atrae a su pecho, inhalando su aroma a jabón para bebé y fragancia de lavanda, deposita un suave beso en la tersa piel de su mejilla.

—Tae, ¿Qué te he dicho de las pinturas? Cariño, tienes que colocar periódicos en el piso o será imposible retirar esta mancha del suelo.- Menciona su madre con un tono suave, sin querer asustar al tierno niño, pero a su vez imponiendo autoridad y una llamada de atención.

—Lo siento, mami, no fue mi intención manchar el piso, ¿Te gusta mi pintura? -el castañito señala, con sus deditos pigmentados de rosa, la pared frente a ellos, dejándole ver a su madre una pintura de un cielo y un arcoíris. Aquella mujer no entendía porqué todos los cuadros de su hijo eran un arcoíris, le encantaban las obras que su pequeño realizaba en sus paredes, pero su esposo no estaba tan contento. Taehyung mira expectante a su madre, sintiendo sus cortas piernitas temblar ante la opinión de la castaña, como si estuviera en un concurso de audiciones y necesitara el visto bueno para entrar al show. Suavemente la de tez blanca lo toma en brazos y le obliga a sentarse entre el espacio de sus piernas, recibiendo una mirada curiosa y unos ojitos agrandados por parte de su dulce niño, como ella suele llamarlo.

—TaeTae, cariño, la pintura es asombrosa. -Afirma con una pequeña sonrisa mientras toma las hebras castañas de su pequeño entre sus dedos.- Pero sabes que papá no se siente cómodo con tantos colores.

La sola mención del hombre de la casa, hace que Taehyung trague saliva pesadamente, sintiendo su corazón palpitar contra su pecho, tallando sus cortos falanges unos contra otros, en un intento desesperado por borrar cualquier indicio de pintura. Aquello era verdad, su padre no era precisamente un fanático de los colores, el aspecto sombrío y estremecedor de su casa lo confirmaba, paredes blancas y lisas, muebles café oscuro y ni una sola pizca de alegría adornaba las paredes de lo que la pequeña familia llamaba "hogar". El pequeño Kim no entendía como Eun-ji, una mujer tan dulce y cariñosa, siempre sonriente y llena de vida, había terminado casada con un hombre Dong-yul, tan frío y duro, con una personalidad aterradora, siempre con sus cejas enmarcando su duro rostro, aquel hombre que a Taehyung le aterraba, su padre era simplemente un amargado.

Un crujido rompe el cariñoso momento entre Taehyung y Eun-ji, dando paso ahora al miedo y la tensión, cuando el señor estaba en la casa, había reglas establecidas que ambos castaños debían seguir al pie de la letra sino querían enfadar al sustento del hogar, y ganarse una purificación de sus pecados. Ambos debían recibirlo a la hora exacta en la que él llegaba, ni una hora más, ni una hora menos, saludarlo haciendo una reverencia y dejarlo hablar de su día, todo esto mientras están callados, al servirse la cena, debe realizarse un rezo previo a probar la comida y un sinfín de reglas absurdas. La pequeña mujer voltea hacia el niño, con los ojos abiertos en una expresión que denota terror absoluto, su esposo había llegado y Taehyung estaba lleno de pintura, en un movimiento rápido toma al de ojos cafés entre sus delgados y blanquecinos brazos y comienza a quitarle su manchada ropita para después preparar la bañera y dejar ahí a un asustado y nervioso castañito.

Eun-ji baja para recibir a un, ya molesto, Dong-yul. Se acerca suavemente para retirar la corbata perfecta e intacta enrollada en el largo cuello de su marido.
—¿Dónde está Taehyung? -La gruesa voz del pelinegro le pone los nervios de punta, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal, débilmente articula, en un susurro, "se está bañando", el hombre alto y de hombros anchos levanta una ceja y niega su cabeza lentamente con profunda decepción.- ¿Qué has hecho estas horas sino es atender a nuestro hijo? -cuestiona con una ceja alzada mientras se acerca a las escaleras, que crujen ante el tacto con sus pulcros y perfectamente limpios, zapatos negros.-

Eun-ji siente su alma abandonar su cuerpo cuando recuerda que había olvidado por completo tapar el enorme arcoíris que adornaba la pared, anteriormente blanca, que un pequeño Taehyung había dibujado en la pared.

—Dong-yul, n-no es necesario que subas, Taehyung está a punto de bajar, sólo debo cambiarlo -El nerviosismo en su voz era evidente, estaba aterrada de que su esposo viera el dibujo completamente colorido en lo que debía ser una pared lisa.-

—Eun-ji, esta es mi casa, tengo derecho a subir a donde yo quiera, voy a ir por Taehyung que debería estar aquí desde hace una hora -Sus palabras salieron golpeadas, callando completamente a la asustada mujer que simplemente esperaba que no castigara mucho a su dulce niño. Un grito eufórico y un fuerte llanto le hacen regresar a la tierra, su esposo ya había encontrado el dibujo y ahora estaba castigando al pequeño de 4 años.- ¿¡Qué dije sobre los dibujos!? -un castaño lloraba desconsolado viendo cómo su padre gritaba y manchaba su dibujo que tanto trabajo le costó hacer.- Incate Taehyung.

—Padre, y-yo, lo lamento, s-sólo quería hacer algo bonito con la pared -el pequeño ahogaba sus sollozos sintiendo que su corazón salía de su pecho. Lentamente baja sus rodillas contra el piso y apoya su cabeza en la orilla de la cama, completamente forrada en sábanas blancas. "Reza hasta quedarte dormido, hoy no tendrás tu cena, has pecado demasiado, no mereces la comida que Dios ha puesto en la mesa", escuchó decir a su padre seguido de un portazo y el sonido de una llave cerrando la puerta de su habitación, dejando a su paso a un desconsolado niño que sentía el pecho arder de culpabilidad.-

"La oscuridad es profunda, el dolor no cesa, es constante, cristales desgarrando mi garganta y un hilo de sangre que cuelga de mis labios, está ardiendo, se está quemando, un gutural grito y el frío asfalto choca contra la delicada y blanquecina piel de su espalda, gotas de sudor resbalan por su frente, un aire que eriza por completo su débil cuerpo. Soy débil, tu piel entre mis manos se siente como una brasa que se deshace, dejando cenizas a su paso, eres el resto de lo vivo, la pasión de lo aclamado y la verdad de lo escrito. Aquel que desobedezca a Dios será condenado al más trágico de los castigos. Unos brillantes ojos destellan como la inmensidad del universo, la radiación que explota dejando a su paso un agujero negro, que hunde todo a su paso, quitándole su luz, tragándose lo virtuoso y lo luminoso de todos los cuerpos que toquen su puerta."

Quelque part au-delà de l'arc-en-ciel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora