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El chico chasqueo la lengua molesto.

Dejo de mirar la pantalla de su celular para regresar su vista al televisor.

Relamio sus labios mientras comenzaba a pensar

¿Por qué preocuparse? Su amiga se había ido hace no más de 30 minutos.

Como era de costumbre, cada que uno de los dos salían aclaraban el lugar a donde irían, normal, pero en ese caso específico él no se sentía a gusto.

—¿A dónde vas?.

—Ire con Skaith.

—¿Lugar?.

—No lo se— se encogió de hombros —Dice que será una sorpresa.

Frunció sus labios al recordar esa pequeña conversación, la chica le había prometido notificarle de su paradero en cuanto llegará.

Sin quererlo una gota de inseguridad seguía creciendo en él, sentía que pasaría algo malo.

Tallo su cara con sus manos, se estaba sobre preocupando.

.

.

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No se lo pensó dos veces y en cuanto su teléfono vibró respondió, más que nada por inercia quizá.

—¿Hola?.

Su voz se había calmado igual que sus suposiciones, pasaban de las 9:12PM, y aunque la llamada de su amiga había tardado, tenía casi la firmeza de que el dueño de esa llamada era ella.

—¿Senpai?.

Su mirada pasiva cambio abruptamente, esa no era su voz.

Por la bocina del móvil se escuchaba una voz gruesa y con un marcado acento que bien conocía.

—¿Si?.

Se sentía extrañado, aquel hombre le llamaba solo en ocasiones especiales, no por gusto casual.

—¿T/N está contigo?— se notaba como su poco dominio del idioma le molestaba al hablar —Intente marcarle, pero no responde.

El chico sintió como su estómago se contraria, sentía un vacío extraño, desagradable, molesto.

—¿Hola..?.

—No, no está aquí.

.

.

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En cuanto bajo del automóvil la invadió un peso, el peso de la molesta mirada de su amigo.

Se acercó a la puerta, no había levantado la cara, pero podía imaginar la expresión del chico, sus labios fruncidos, su mirada tajante y sus brazos cruzados.

Y no se equivocaba.

—Lo siento— fue lo único que pudo soltar en cuanto chocaron miradas.

Literalmente aquel chico parecía un padre esperando a su hija después de no haber llegado a casa en la hora acordada.

—Tu padre— soltó con el mismo tono frío, igual que sus ojos —Te llamo.

La chica sintió sus manos cosquillear por los nervios, ¿La iban a sermonear?.

El joven se hizo a un lado, dejando pasar finalmente a la contraria, que como si de un cachorro regañado se tratase, se dirigió a las inmensas escaleras que estaban frente al recibidor.

Justo en ese momento, en el segundo en que la (C/C) paso a su lado para entrar a la casa, el joven de cabellos acaramelados pudo sentirse tranquilo.

𝓒𝓸𝓼𝓺𝓾𝓲𝓵𝓵𝓮𝓸  | FNFHS | Friday Night Funkin' HSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora