>𝓔𝓹í𝓵𝓸𝓰𝓸<

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–¡Jihyo!– La señora Park gritaba desde la sala–¡Tzuyu ya llegó!–

La coreana salió disparada de su habitación, corriendo con los brazos ligeramente abiertos para cuidar la distancia con los objetos y con una sonrisa tan brillante y dulce que podía enamorar a cualquiera.

Sus piecitos golpeaban el suave suelo y se escuchaban por toda la planta baja, sacando una ligera sonrisa del rostro serio de Tzuyu.

Cuando la cabellera nuevamente castaña se asomó, los brazos de ambas chicas se abrieron listos para un fuerte abrazo.

Una risita traviesa se escuchó por parte de la coreana quién corrió más fuerte hacia la menor.

–Jihyo, cariño ten cuidado, por favor– pedía su madre.

–¡Chewy, amor!–

La coreana quería saltar hacia su novia... Pero sabía que podía ser peligroso y no solo para ella.

Cuando al fin estuvieron envueltas en el cálido abrazo, se apretaron con tanta fuerza que estaba enrojecidas... O quizás solo estaban sonrojadas.

–¡¿Cómo te fue?! No sabes cuánto te extrañé, todas las noches solo pensaba en cuanto quería verte–

–Jihyo, cariño... Cálmate, déjala pasar primero– Su madre estaba feliz de ver a su niña, tan emocionada y alegre. 

–Lo siento– No podía mantener su emoción a raya, no veía a Tzuyu hace dos semanas, dos semanas que a pesar de las videollamadas y mensajes, habían sido difíciles para ella, pues ya estaba acostumbrada a la constante compañía de la taiwanesa. 

–¿Quieres tomar algo, linda?– La señora Park ofrecía, pero la más alta tenía otros planes.

–No, muchas gracias. Tengo una sorpresa para Jihyo, así que no quiero hacerla esperar más–

–¡¿Sí?!– La coreana saltaba con cuidado, emocionada.

–Bueno, no las molesto más entonces– Se retiró.

–Vamos a tu habitación–

La taiwanesa como ya era costumbre, buscó la pequeña mano de Jihyo, entrelazando sus dedos y apegándola firmemente contra sí.

–Ya no es necesario que me guíes hasta la habitación–

–Pero me gusta cuando nuestras manos están juntas... Ya me acostumbré a llevarte de la mano a todos lados–

Tzuyu, se había dedicado a guiar a la mayor a absolutamente todos lados agarradas de la mano, mientras esta recuperaba su vista... Esto se había vuelto costumbre y aunque ya no lo necesitara tanto, Tzuyu no puede evitar hacerlo.

–Bien, siéntate en la cama– Dijo cuando ya estaban dentro de la habitación. 

–Pero dame un beso primero ¿Sí? No te beso hace mucho– el puchero que hizo Jihyo le pareció tan tierno que no podía negarse nunca a esa petición.

Tomó su rostro y lo acarició dos veces, mientras se agachaba para cortar la distancia. La besó, apretando inconscientemente con fuerza sus manos entrelazadas.

–Eres tan hermosa– Dijo Jihyo cuando ya se habían separado– Aún no puedo verte en la mejor calidad... Pero no es necesario, siempre has sido tan preciosa–

Las mejillas de Tzuyu se tornaron rojas. La taiwanesa cruzaba los dedos, esperando que la mayor no lo notara, pues sabía que la molestaría por ello.

–¡Bueno! ¿Cuál es la sorpresa?– Con ayuda de su novia se sentó en la cama.

–Primero, compré tus dulces favoritos– Sacó de su bolso una cantidad considerable de chocolates, snacks, frituras. –Toda esta comida es para las dos–

–¿Por qué?– Jihyo miraba toda la comida que estaba sobre su cama.

–Por esto–

Ahora la Taiwanesa sacó de su maleta todas las películas que se habían estrenado mientras Jihyo asistía a sus terapias y recuperaba de a poco su vista.

–Vamos a hacer una maratón tú y yo, de todas las películas que te perdiste–

–Amor, compraste todas las que quería ver– La abrazó fuertemente– Eres lo máximo–

Tzuyu le dejó un breve beso en su frente y siguió buscando algo dentro de su maleta.

–Y por último, tengo algo... Lo hice yo así que, no es tan bonito, pero, espero te guste– 

Lo último que sacó de su maleta, fue un álbum de fotos, decorado a mano. Estaba lleno de Polaroids de ellas dos juntas, fotos de Jihyo distraída, junto al paisaje y lo que más había, eran fotos de todos los lugares a los que ambas habían ido mientras la coreana se recuperaba del accidente. 

Aunque la mayor no pudiera ver todos los paisajes y lugares a los que iban, ella siempre insistía en ir a los sitios con vistas tan hermosas. Decía que con que Tzuyu mirara era más que suficiente, pero la taiwanesa no se quedó con eso, así que un día se le ocurrió la idea.

Gastó todos sus ahorros en una cámara instantánea.

Cada que veía el momento indicado sacaba fotos de todo el lugar, de todas las cosas que le parecían hermosas, incluyendo a Jihyo. También tomó otras con su celular y hasta una vez pidió a su padre prestada una cámara profesional.

Jihyo tomó el álbum como la cosa más delicada del mundo.

Pasó las páginas y acarició cada foto con cariño. Sus ojos se cristalizaron y una tenue sonrisa se formó en sus labios.

Paró en una foto. Una que parecía haber sido tomada por otra persona, una que claramente no era la taiwanesa.

En la foto, Tzuyu observaba a Jihyo. El amor que reflejaban sus ojos, ese brillo, esa ilusión, era lo más hermoso que la coreana había visto. Y se lo había perdido.

Pero cuando levantó la vista y conectó sus orbes con los de la menor.

Lo vio. Aún todo ese amor y cariño en esos ojos de los cuales estuvo enamorada tanto tiempo y lo estará por mucho, pues la calidez y el fuego que hay en ellos llenan su corazón y lo hacen cabalgar en su pecho.

–Ji... Te amo–

La sonrisa en su rostro fue tan grande que sus ojos se achicaron dejando así escapar las lagrimas que llevaba conteniendo.

–Te amo, Chewy– 



















𝓛𝓸 𝓺𝓾𝓮 𝓷𝓸 𝓿𝓮𝓼...  •ᴊɪᴛᴢᴜ•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora