Cap. 2

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Las noches pasan lentas, como las olas en mar quieto y los días tan rápido, como las páginas de un libro abierto frente al mar en verano. Pensando cada día si llegará por fin un poco de alegría a su vida, por más que intente no puede cambiar la forma de expresar sus emociones, pero en su interior desea ser diferente, desea ver a su madre fuera de casa, riendo, cocinando como lo hacía hace dos años, pero claro no es para menos, ambas extrañan a su hermana. Ellas eran como los pétalos, el tallo y la fragancia, partes fundamentales que conforman la belleza de tan admirable rosa, al faltar los pétalos la rosa decae, hasta el punto de poder morir.

Los días pasan iguales a los anteriores, la universidad, casa, biblioteca, playa. Pocas veces ve a su padre en casa, pero ella sabe que es su forma de evadir el fantasma de su hermana que deambula día a día por cada rincón de la casa.

Alex sigue esperando, después de casi un año de haber lanzado la botella al mar con la esperanza de que esa sea respondida por el espíritu de la felicidad, viendo como cada día su madre se deja hundir al hueco de la depresión y su padre por el de la indiferencia. Cansada de ver cómo su familia se desploma cada día más, decide hablar con su padre, aprovechando que este se encuentra en casa.

-Gracias domingo por existir- susurra Alex, acercándose a la mesa donde se encuentra su padre desahumando.

-Buen día padre- da un beso en la mejilla a Mathew. Toma asiento a un lado de él.

-Buen día, pequeña- responde soltando un suspiro.

- ¿Qué tal tu semana? - Pregunta Alex- Quiero saber más de ti.

-Igual que todos, cariño. Desastres en la oficina y esas cosas aburridas- alega con voz átona.

-Sabes que vamos en pique al barranco de la destrucción familiar, papá- dice Alex tomando fuerza- mamá no puede seguir más tiempo así, ya han pasado casi tres años, al igual que tú, ya no tenemos comunicación- agrega con la mirada fija en su padre.

Mathew baja la mirada, sintiéndose culpable de la situación tan desafortunada su familia.

-Creo que es hora de hacer algo por mamá, llevarla a un centro de rehabilitación para personas así como ella.

- ¿Crees que sería bueno hacerle eso a tu madre? - Cuestiona.

Ella asiente.

-De acuerdo, cariño- afirma- tienes razón, solo nos estamos haciendo daño.

Al Cruzar el océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora