Capítulo 5

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El principio del fin

Nota: Quiero dejar claro que este fue un momento muy nuestro, creo que fue un momento en el que los dos nos sentíamos plenos, pero a la vez pensando diferente.

Pov Bruno

Aun recuerdo la arena blanca, rozando mis depurativas como si de una caricia se tratase, es lo mismo que siento cada vez que vuelvo allí, siempre recuerdo esa primera vez, nuestra primera vez.

Ninguno de los dos decíamos nada.

¿Por miedo?

¿Por no saber que decir?

¿Por querer disfrutar el momento?

La verdad es que no se cual fue su excusa, la mía creo que la tercera. Y es que por fin, después de un verano movidito y lleno de altibajos, volvía a estar con él.

[...]

Recuerdo que estábamos frente a frente, de pie, mirándonos como si fuera la primera vez, poniéndonos al día, de todo lo que había pasado en verano, bueno más bien hablaba él, yo simplemente le escuchaba.

Y sí, había decidido hacer la carrera de filosofía, según él se lo debía a papá.

Y sinceramente creo que estaba en lo cierto. Al fin y al cabo, si papá no hubiese aparecido en su vida, seguramente no estaría a punto de comenzar una carrera universitaria.

Porque admitámoslo, antes de que apareciera papá, ninguno dábamos un duro por que Pol Rubio, el repetidor por excelencia, el problemático, acabase el instituto y entrase en la universidad.

[...]

Me confesó quería ser un Merlí y a la vez vivir la vida universitaria, mala combinación o puede que una Merlinada más o más bien Rubiada, ya que era una idea de Pol Rubio.

Sinceramente a día de hoy, sigo dudando de quien es hijo de Merlí, ya que Pol en muchos aspectos filosóficos y su forma de vivir la viuda, me recuerda a mi padre.

Tras esa confesión, decidí que había llegado el momento de recordar un momento, así que cogí una cereza doble que tenía en una pequeña bolsita y me acerque a él, o, esta vez no se la metí en la boca como si hice en el Montseny, simplemente me acerque a su oreja y con sumo cuidado, como si fuese una cereza de porcelana, se la puse detrás de esta, para luego repetir la acción conmigo mismo.

No voy a mentor, me hubiese gustado, que me la hubiese puesto él, como había hecho yo. Pero tampoco quería que se sintiese incomodo ni nada por el estilo.

Tras ese momento, levante la bolsita de cerezas, para invitarle a coger una y brindar. Pero él tenía otros planes, saco una lata de cerveza que llevaba en otra pequeña bolsita, la abrio y brindamos.

En ese momento, mientras miraba como se bebía la cerveza delante de mí sentí que algo estaba a a punto de cambiar.

Por desgracia, mis sentidos no se equivocaron.

[...]

Pol se desnudo delante mío, para seguidamente correr hacia el agua, mientras yo no podía dejar de admirar cada detalle de su cuerpo.

En ese moennto, no sé por qué , pero de mi boca salió: "Al final, todos los caminos llevan a Bruno Bergeron.", para seguidamente desvestirme lo más rápido que pude y correr tras él.

[...]

Llegue al agua y ahí estaba él, en cuento me vio, se acerco a mí y me hizo una aguadilla, que luego intente devolverle, peo me fue imposible, él era mas rápido que yo en ese aspecto, así que siempre acababa yo, con todo mi cuerpo sumergido en el agua.

Memorias de un destinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora