Yon Hee
No puedo dormir. Ya es tarde y aunque me duele el cuerpo y me pide descansar, mi cabeza continúa dando vueltas, pensando en EunHo y en JongIn. No puedo evitar que las lágrimas inunden mis ojos cada pocos minutos. No dejo de mirar el sillón donde JongIn se suele sentar, donde se sentó la otra noche mientras yo dormía, porque... porque confiaba en él. Porque había olvidado lo que era. Porque no se me había ocurrido que podía usar sus poderes en mi contra, para engañarme. Tan sólo era JongIn, mi amigo, no una criatura mágica invisible. Pero ahora ya no lo es. Y EunHo tampoco... En el fondo de mi estómago tengo una mezcla de culpa y de rabia, que me aplasta hasta que me encuentro mal y agobiada. Me llevo las rodillas al pecho y me obligo a cerrar los ojos.
Me cuesta dormir. Sigo dando tumbos, despierta, por un lado temiendo, pero por otro esperando ver a JongIn en mi habitación.
Se hace de día demasiado pronto y Chanyeol llega a casa antes de que me haya peinado. Afuera está lloviendo, más bien lloviznando, el cielo es del mismo color que el asfalto y noto mi piel pegajosa.
-¿Estás segura de que estás bien? -pregunta Chanyeol cuando tiro el bolso dentro de su coche.
No estoy segura de si me lo pregunta porque aún tengo los ojos rojos e hinchados a pesar de la capa de maquillaje, o si se refiere al plantón que le di ayer.
-Sí, todo está bien -contesto con un mal presentimiento e intento encoger los hombros de forma despreocupada. Chanyeol sonríe, asiente, y da marcha atrás con el coche tan rápido que se me revuelve el estómago hasta que tengo tantas ganas de vomitar que le pido que vaya más despacio.
-Disculpa- dice, y reduce la velocidad unos kilómetros por hora-. ¿Quieres que te cuente el final de la película? Me quedé preocupado cuando te marchaste.
Extiende la mano y me frota el antebrazo cariñosamente.
-No, estoy bien -digo de manera más seca de lo que pretendía.
Intento apartar el brazo porque sospecho que JongIn está en el asiento trasero. Aunque no estoy segura de por qué me importa. Si quiere espiarnos a mí y a Chanyeol, se merece vernos actuar como se supone que actúa una pareja. Exhalo cuando la rabia y el enfado me inundan de nuevo, y agarro fuerte la mano de Chanyeol. Cuando aparcamos en el parking de estudiantes, se inclina para besarme y tras una pausa, le dejo, mientras una parte odiosa de mí espera que JongIn esté mirando.
Pero nadie empuja a Chanyeol, ninguna mano invisible le aparta de un golpe. Tan sólo nos besamos y tras salir del coche no puedo evitar sentirme decepcionada. Me cuesta ser vengativa si JongIn se mantiene alejado de mí.
Paso el miércoles fingiendo con la Familia Real. Cuando me preguntan qué me pasa, contesto que tengo alergia o que he cogido un buen resfriado. Eso les cierra la boca, pero algunos comentan que ellos no irían al instituto si estuvieran tan enfermos como para que la gente lo notara. No sé por qué pero no me reconforta tanto como ellos creen.
No me extraña que EunHo me evite; al fin y al cabo, según él yo soy la responsable de que no salga con nadie. A la hora de comer, se sienta en la otra punta de la mesa y me deja con Chanyeol y el grupo de rubias cortadas por el mismo patrón. Pica un poco de su plato y se marcha temprano, sin ni siquiera mirar en mi dirección. Una de las rubias se da cuenta de lo que pasa y me sugiere que vaya a hablar con él.
-Bueno, ustedes dos son amigos íntimos, ¿no? -dice, deslizando una tira de zanahoria entre sus dedos.
Me encojo de hombros e intento no darle importancia.
-Ya no mucho.
La chica se encoge de hombros y continúa comiendo su almuerzo de verduras crudas (un régimen en el que tiene fe ciega), y yo observo como EunHo desaparece por el pasillo.