Era un día como otros, nublado y algo triste, era una triste sensación la que sentía la chica esos días desde hace tres años. Tres años esperando a verla. No, más tiempo, varios años en realidad. No sabía cómo hablarle ni acercarse desde el día en que pelearon y dejaron de hablarse, así que cada año organizaba una fiesta para invitarla esperando que por fin fuera y pudieran verse y hablar como cuando aún estudiaban el colegio. ¡Qué recuerdos!
Chloe en ese momento decidió levantarse, eran las 6:00 am, la fiesta comenzaría 7:00 pm y todo debía estar listo por si ella decidía ir. No iba a mentir, la extrañaba. Nunca había salido de su mente esa azabache. Cuando eran niñas e iban al mismo colegio no eran amigas, ni siquiera cercanas. A veces Chloe molestaba a la panadera.
A pesar de eso nunca recibía malos tratos por parte suya, incluso era amable con ella, cosa que solía molestarle. Le molestaba el carácter de la panadera, siempre intentando ser tan buena, siempre tan dulce, tan amable y con tantos amigos. Siempre estaba dispuesta a ayudar a todo el mundo. Le molestaba que Marinette actuara así, siempre intentando parecer perfecta.
Pero durante su adolescencia algo cambió... no lo entendía al principio y lo negó varios años: Marinette no solo intentaba ser perfecta porque Marinette ya era perfecta. Era realmente dulce, amable, era realmente bonita. No sólo físicamente sino que su carácter también lo era, era una chica perfecta. Su voz, su manera de actuar, de caminar, lo talentosa que era para diseñar, para hablar. Incluso cuando estaba nerviosa era muy linda. No era algo que supiera explicar muy bien.
Y Chloe nuevamente se reprocho a sí misma por pensar que Marinette era linda. Debía prepararse para la fiesta.
Este sería un día pesado y podría fácilmente ser un día malo. En fin, mejor no pensar en eso y seguir con los preparativos, en cuatro horas deberían comenzar a llegar los invitados y, para su mala suerte, los medios también llegarían. Esto iba a estar lleno de celebridades y habría periodistas y reporteros fuera intentando grabar todo.
Una hora más tarde había ordenado que despejaran la entrada del hotel y prepararán la lista de invitados. Le pediría al chef que preparara bocadillos. ¡NO! Mejor algún tipo de pan, eso estaría mejor. Sí, definitivamente haría eso, le gustaría más a Marinette. Mari, su Mari.
- Si tan solo me miraras y supieras lo que me haces sentir. - murmuró triste Chloe. Ojalá la panadera la mirara, al menos como lo hacía en el colegio. Chloe daría todo por volver a estar con Marinette una vez más.
El recuerdo del colegio golpeó a la rubia como si le cayera agua fría encima. De momento, recordó risas, juegos, recordó el tiempo que había compartido con ella y valía cada segundo. Mirar sus labios rosados y suaves, debían ser suaves claramente. Mirar el cabello azabache cuando se despeinaba y soltaba sus dos coletas, sonreía mientras agitaba su cabello mientras reía y cuando eso pasaba sentía que en el mundo no existía nada más hermoso que el sonido de su risa y se sentía tan feliz de poder estar con Marinette.
Incluso puede sonar vergonzoso, pero comenzó a comer pan gracias a ella. Es curioso como solía burlarse de ella por ser panadera pero iba por las tardes a comprar pan con la esperanza de verla. Al menos eso del pan fue antes de que fueran amigas. Antes de que aceptara lo que le hacía sentir.
Chloe quedó estática mirando la lista que había escrito donde pedía que trajeran macarons. No iba a negarlo: la reina de París, la fabulosa Chloe Bourgeois estaba realmente dolida. Nunca nadie la había lastimado así, nadie la había herido antes con el rechazo y aún así tenía el corazón roto por nunca haberle confesado sus sentimientos a la azabache. De algún modo siempre temió sentirse lastimada, no creía que podría llegar a gustarle alguna vez a la azabache, menos por la manera en la que la trató antes de ser amigas.
- Ya no importa, de todas maneras hace años que no nos hemos visto, no es como si fuera a cambiar. Además, siempre estuvo enamorada de Adrien, no es como si fuera a tener una oportunidad con ella alguna vez. - Se dijo a sí misma la rubia conteniendo sin éxito las ganas de llorar. Ese día, aunque intentó negarlo varias veces, había sido uno de los días más dolorosos que viviría la rubia.
Pasó muchos días pensando en la azabache, negando lo que sentía, intentando disimular la emoción que la invadía de tan solo mirar que esa chica estaba ahí y tratando de sacarla de su mente pero era inútil: se había enamorado de Marinette.
Y eso le asustaba, nunca antes había estado enamorada. ¿Qué se supone que iba a hacer? Eso era ridículo. Tampoco sabia si era correspondida o no, dudaba mucho que Marinette la mirara. No creía que alguna vez la hubiese mirado de una forma diferente a la que se mira a una amiga. Menos cuando comenzó a salie con Adrien. En ese momento sintio que nunca llegaría a tener una oportunidad y tuvo razón, su Mari se casó con él. Su Mari ya no estaría más con ella y después de que discutieron y dejaron de hablarse perdió toda la esperanza. Años sin hablarse, sin saber nada de ella, pasar de ser amigas a ni siquiera poder verse.
Quizá eso cambiaría hoy. Faltaban dos horas para que llegarán los invitados y debía de vestirse. Busco un elegante traje de color blanco que llevaba medallas doradas como decoración. Igual tenía una capa color azul, parecía un príncipe de cuento.
Terminó su peinado, ajustó su traje y se miró al espejo. Se veía perfectamente bien. Ojalá su azabache pensara lo mismo si la veía. Cerró sus ojos apoyando sus manos contra el espejo. Deseaba profundamente poder estar con ella al menos una vez más, poder abrazarla y decirle que la amaba. Si tan solo la miraba intentaría que sus ojos griten lo que su voz calló durante años. Si tuviese la oportunidad, si regresara el tiempo desearía estar con ella sin haber cometido los errores que la alejaron.
La chica suspiró antes de abrir los ojos y salir. Era obvio que ya había gente afuera ya que había demasiado ruido. Caminó lentamente hacia la ventana antes de salir. El aire de afuera estaba frío, había una multitud en la entrada del hotel y las luces iluminaban la entrada. Esto parecía una alfombra roja llena de celebridades. Alcanzó a ver algunos empresarios y diseñadores de modas entrando, también había artistas: famosos cantantes entraban por la puerta mientras la gente que esperaba verlos intentaba pedirles autógrafos y los periodistas tomaban fotos.
Sería una noche agitada, pero era hora de salir.
Apenas llegó a la primera planta recibió saludos de quienes ya habían entrado, la abrazaban y elogiaban su ropa. Así llegó a la entrada, detrás de la puerta donde ella estaba parada la prensa esperaba que fuera a comentar algo, obviamente. Sin embargo, ahora se oían demasiados gritos, los guardias no permitían a la multitud acercarse a la lujosa limusina negra que ahora se había abierto paso y se detenía justo a a la entrada. De ahí bajó un hombre rubio y guapo, con un traje negro y bajó una mujer hermosa, con un vestido rojo y cabello azabache. Bajó ella. La mujer que la mantenía despierta, la mujer que hacia latir su corazón. Ella. Su Mari había llegado.
La otra mujer levantó la vista tímidamente y se quedó mirando un punto fijo. Ahí estaba, en la puerta del hotel. La mujer que revolvía sus sentimientos. Era ella después de tanto tiempo sin verse, ahí estaba. Era Chloe quien estaba esperándola.
Ambas se quedaron en shock: había llegado el momento de verse de frente después de algunos años. ¿Qué podría suceder ahora?
_____
¿Les gustó?
Demoré un poco haciendo este capítulo pero verdaderamente me gustó. Ahora sí viene lo que estaban esperando en el siguiente capítulo
Como siempre gracias por leer y por todo su apoyo <3
ESTÁS LEYENDO
Resurrección (Chloenette)
FanficLa historia de la muerte de Marinette después de haberse casado con Adrien, pasando por una terrible depresión ya que el modelo era maltratador de la azabache. Después de unos años de sufrimiento Marinette terminar con su vida en la torre Eiffel, pe...