GouFubu I

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El décimo día de cada septiembre era una fecha importante para el delantero estrella del Inazuma Japón, pues se cumplía un año más desde que empezó su nueva vida junto al delantero —y también defensa— de sus sueños.

Cuando Axel se pone a mirar en retrospectiva, se acuerda de cuando volvió al Raimon en mitad del partido contra Épsilon, y, claro que le dio importancia al reencuentro con Mark, su mejor amigo, pero no pudo evitar fijarse en aquel chico que denotaba flaqueza sentado en el banquillo con una toalla que le tapaba la cabeza.

Cuando conoció su secreto se sintió todavía más atraído por él, era muy interesante y quería saber más, era la primera vez en mucho tiempo que Axel tenía un principal interés en establecer una amistad con alguien. Tropezó con Shawn un par de veces, le extrañaba e irritaba ese comportamiento pasivo que le impedía jugar como debía, pero de igual forma, una extraña sensación de calidez se apoderó de él en cuanto presenció el Aullido de Lobo, y se incrementó cuando nació el Fuego Helado. Se sentía bien tirar a puerta junto a Shawn, y era muy gratificante recibir sus pases.

Pero poco a poco se fueron distanciando. Todos notaban la preciosa relación entre Shawn y Kevin, y, asimismo, Axel estaba ocupado atendiendo a Austin.

Ni siquiera pudo despedirse apropiadamente cuando Shawn se lesionó en el partido contra Corea.

En el mundial volvieron a chutar el Fuego Helado, y una ola de calor reconfortante invadió al delantero se fuego. No sabía qué, pero Shawn tenía algo único para él. Pasaron los años, y la distancia aumentó, se había convertido en el Gran Emperador del Sector Quinto, y para que todo su plan saliera bien, Axel se vio forzado a despedir a Shawn de su trabajo.

Eso fue lo que más le dolió.

Tras la victoria del Raimon en el Camino Imperial Axel por fin pudo recuperar su identidad real, así como la vida que hasta entonces había perdido. Pero además de eso, lo más importante de todo es que pudo volver a chutar un remate junto a Shawn.

Un nuevo mundial en las ligas profesionales empezó, y ahí es cuando su dupla en la delantera tomó fuerza, pues todos temían el Fuego Helado del delantero de fuego y del príncipe de las nieves.

En esa época fue que empezaron su relación, sus otros compañeros ya habían formado familias anteriormente, algunas seguían en pie, otras se rompieron y de ahí nacieron otras nuevas, pero la de Shawn y Axel acababa de empezar.

Este era el tercer diez de septiembre que pasaban juntos, su tercer año juntos, su tercer verano desde que se dieron cuenta de que en su vida siempre habían esperado a que llegara el otro.

Axel llegó a casa temprano, podía permitírselo si era para estar con su pareja y ayudó a Shawn a limpiar los últimos vasos que quedaban por lavar y ambos se fueron a vestir apropiadamente —tras darse una ducha—, esa noche irían a cenar fuera.

El restaurante era bastante lujoso, era obvio que jugadores de talla mundial podrían pagar la suma de dinero que quisieran para una noche tan especial. Pidieron los platos favoritos de cada uno, con total intención de compartir ambos platos y una botella de vino para acompañar la velada. Ninguno de los dos era especialmente romántico y el ambiente era medio raro, pero ambos sabían mantener muy buenos modales, por lo que pasarían una noche tranquila. Hablaron de varias cosas, pero no todo el tiempo, es normal en personas como ellos mantenerse callados un rato, porque disfrutan de la calma y del silencio, además de las caricias que el más alto otorgaba a las manos del menor con su pulgar, les gustaba estar tranquilos, aunque no estuvieran hablando, estar el uno al lado del otro, compartiendo el calor de sus latidos, y la eterna llama de sus luceros era suficiente.

Se querían, de forma tranquila y sosegada, pero sin olvidar algunos momentos de pasión que podían tener. Eran dos amantes que no pudieron estar juntos todo el tiempo que hubieran deseado, pero ya lo estaban, y lo iban a seguir estando; eso es lo que verdaderamente importa.

Salieron del restaurante tras comer unos deliciosos postres, que al manchar la comisura de los labios del albino causaron una pequeña risa en el delantero de fuego, algo para darle un alivio cómico al ambiente, que igualmente no era para nada agobiante. Empezaron una caminata por la playa con las manos tomadas, pero Shawn optó por caminar abrazos y descansar la cabeza en la clavícula del más alto, quien accedió sin rechistar.

—Has hecho muy bien eligiendo este restaurante, me ha gustado mucho, amor.

«Amor», sin duda Shawn era el de los apodos cariños que hacían estremecer al contrario.

—Me alegro de que te guste, quiero darte todo lo que merezcas, por esperarme todos estos años... y por perdonarme lo del puesto de entrenador en el Alpino.

—Te hubiera esperado muchos años más si hubiera hecho falta, y no puedo no perdonarte algo que hiciste por el bien de todos, además... he recuperado el puesto... es genial, ¿no crees?

Shawn le regaló una de sus cálidas sonrisas, que siempre hacían ruborizar al rubio. Porque ver sonreír a Shawn era un estímulo placentero que le hacía saber que ya estaba bien, y le recordaba la importancia que tuvo en su vida.

—Sí, es maravilloso, Shawn— dijo, para darle un beso en la frente.

Y si Shawn es el de los apodos cariñosos, definitivamente Axel es el del afecto físico. Quizá era discreto y no muy abundante, pero al príncipe de las nieves le gustaba, porque valoraba el esfuerzo del contrario en hacerlo, y eso le era suficiente a Axel.

Shawn y Axel tuvieron complicaciones para empezar su relación, empero, nunca se rindieron y ahora compartían una caminata de tercer año, profesando el amor que tanto tiempo habían estado ocultando, respirando tranquilamente al unísono del aire que pronto iniciaría el otoño al costado de la playa.

Líbero: Relatos de InazumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora