HaiMizu II

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Esa mañana Haizaki despertó solo, dado que notaba un vacío en su cama. Se levantó y echó un vistazo fugaz, dándose cuenta de que Mizukamiya no estaba durmiendo junto a él. No pudo evitar notar que para la fecha la casa estaba notoriamente caliente, así que supuso que su novio había puesto la calefacción.

Salió de la cama con pereza y estiró los brazos para justo después crujir sus nudillos, encaminó sus pasos hacia la cocina, recibiendo un olor embriagador, que le guiaba a seguir avanzando hacia la fuente del susodicho olor, quedando su mirada chocando con los relajantes zafiros de su novio.

—Buenos días, Ryohei—saludó con su melodiosa voz de siempre.

Mizukamiya tenía las manos ocupadas, estaba cocinando un delicioso desayuno de los que tanto le gustan a Haizaki, pero de todas formas, eso no le impidió al de pelo grisáceo abrazar a su novio por la espalda y recostar la cabeza en su hombro.

—Buenos días— respondió con un tono de voz extraño, un tono que solo Mizukamiya sabía descifrar, una linda melosidad muy propia del delantero que solo se la dedicaba a él.

Mizukamiya dejó un momento los fuegos para girarse hacia Haizaki, acunando su rostro con las manos y plantándole un beso en la frente.

—Feliz Navidad, cariño.

Oh, definitivamente ese apodo había hecho que Haizaki enloqueciera, se sonrojó y su corazón empezó a latir rápidamente. 

—Feliz Navidad, Seiryuu.

Haizaki reforzó su agarre de la cintura de Mizukamiya y se acercó hacia sus labios, para besarle dulcemente.

Besar a Mizukamiya siempre se trataba de una odisea, pues al inicio le daba mucha vergüenza, pese a los años que llevaban juntos, el delantero de los pingüinos todavía sentía muchos nervios cuando tenía que demostrarle a su novio cuánto le quería, sí, realmente le ponía muy nervioso besar a Mizukamiya, pero luego no podía evitar quedarse ahí todo el día, la sensación era tan cálida y apacible que necesitaba sentirla más a menudo. Besar a Mizukamiya era un auténtico ramé, era caótico pero realmente hermoso.

Mizukamiya echó una suave risa tras el beso, alegando que tenía que seguir cocinando o el desayuno se iba a quemar, Haizaki aceptó a regañadientes, recibiendo un beso en la nariz que lo descolocó completamente.

Como todos, Haizaki tenía un punto en el que no le apetecía nada de cariño, pero otros en los que estaba necesitado de este y recurría a abrazar y besar a su ángel de pelo azul, y el susodicho sabía a la perfección cuándo tenía vía libre de mimar a su novio; ese era el momento exacto, y por eso a Haizaki le disgustó la idea de tener que despegarse de Mizukamiya para esperar el desayuno.

¡Y si pudiera, le ayudaría a cocinar! Pero ambos sabían que poner a Haizaki en los fuegos era un acto considerablemente terrorista.

Haizaki se sentó en el sofá del salón a esperar a que Mizukamiya terminase de cocinar. Su mirada se quedó fija en los regalos, no solo estaban los suyos, también los de Akane, Orio y Sasotsuka, quienes venían a pasar la Navidad en esa misma casa. Mizukamiya llegó con el desayuno, bastante más generoso que de costumbre gracias al tiempo que tuvo para prepararlo. 

Ambos se abrazaron y disfrutaron del desayuno mientras veían la serie que tenían pendiente arropados bajo una cálida manta. Una vez terminaron de desayunar, era hora de abrir los regalos.

Haizaki fue el primero en abrir su regalo, lo primero que sus ojos avistaron fue un llavero igualito que los que solía llevarle a Akane —porque siendo francos, Haizaki también los adoraba—, tras esto, vio esa caja de un tamaño muy reconocible, que portaba ese par de deportivas que Haizaki tanto quería.

Su expresión ojiplática tardó en recomponerse al no saber muy bien cómo contestar.

—Pe-pero esto es carísimo, ¿te has gastado todo ese dinero en mí?

El peliazul sonrió con ternura.

—Fue algo complicado, pero tenías tanta ilusión por comprar esas deportivas que no me pude resistir.

—Dios... yo... Muchas gracias—no supo reaccionar de otra manera, su sonrojo invadía toda su cara y se sentía petrificado por la sorpresa.

Fue el turno de Mizukamiya, quien abrió su regalo con la calma que le caracteriza, pero con una sonrisa que se incrementó al ver de qué se trataba su regalo: una bufanda rosa tejida a mano.

—Siento que sea sólo eso, en comparación a tu regalo no es mucho...—Haizaki se sintió un poco mal.

Mizukamiya le miró un poco confundido.

—¿De qué hablas?— Se levantó y se dirigió derecho hacia Haizaki para sentarse en sus piernas.— Te has esforzado en hacerla a mano, eso vale mucho para mí, además es preciosa, te ha quedado genial. Muchas gracias, cariño. Además, no me importa mucho siempre y cuando lo hagas con cariño, ya sabes, después de todo... tú eres el lugar al que pertenezco.

Un sonrojo volvió a apoderarse del rostro de Haizaki, y tras un silencio acogedor, en el que ambos se miraron fijamente a los ojos, fundieron sus labios en un beso, casto, cálido y lleno a rebosar del amor que sentían por el otro.

Navidad siempre había sido una de las festividades favoritas de Haizaki, pero la ama mucho más desde que empezó a vivirla con Mizukamiya, ya fuera en los primeros "amigos invisibles" o ahora, viviendo bajo el mismo techo y disfrutando de su amor.

¡Feliz Navidad! La verdad, no tenía pensado escribir nada, pero me ha venido la idea fugazmente y no he podido evitarlo, amo a estos dos, son una de mis parejas favoritas de todos mis fandoms y he querido escribir este pequeño detalle.

¡Espero que haya gustado!

Líbero: Relatos de InazumaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora