Hiro miró la revista que había comprado luego de salir del museo del templo mayor; era una especie de mini-enciclopedia que explicaba las exhibiciones y su orden exacto, así como los sitios en donde habían sido encontrados todos los vestigios que se exhibían, pero no era nada de eso lo que a Hiro le interesaba.
Había conservado esa revista como un recuerdo, una alusión a algo, un pequeño recordatorio de la chispa que se había encendido entre él y Miguel…
Sin saberlo, repetía los pasos de su hermano Tadashi, cuando Marco lo llevó a su sitio favorito, también el oriental mayor había decidido conservar el tríptico de aquel lugar por una razón que el mismo no comprendió sino hasta mucho después y que ahora mismo, era un enigma para su hermano.
La verdad era que el encuentro entre Marco y Tadashi, no podría compararse jamás al fuego que había despertado entre Hiro y Miguel aquella tarde, pero si se trataba de la misma índole de sentimientos.
Kubo seguía dormido cuando Hiro dejó la revista dentro de su maleta, e introdujo el tríptico de la sinagoga entre alguna de sus páginas, se puso una camisa con un bolsillo enfrente, un blazer color celeste, unos pantalones de mezclilla del mismo tono y sus converse blancos, un atuendo bastante soft y salió sin despertar a su compañero.
Llegó a la puerta de la oficina de Miguel y ahí vio a Nando, que parecía a punto de quedarse dormido recargado en la puerta.
–Ohayō…
Saludó Hiro.
–¿Qué chingados?
Nando abrió los ojos y levantó una ceja.
–Buenos días
Repitió Hiro, notando que Leo no estaba a la vista.
–Perdón, Buenos días…
Dijo Nando tallándose los ojos.
–¿Por qué tan cansado?
–La boda me tiene vuelto loco…
Confesó el mayor.
–Woah, no puedo imaginar algo así –Hiro sonrió con aquella juvenil mueca–. Pero descuida, pronto disfrutarás de la divertida vida de casado…
Nando sintió un extraño tono de ironía y hasta sarcasmo en Hiro, pero pensó que lo había imaginado.
–En fin, –siguió el oriental–. ¿Te importa si molesto un poco a tu jefe?
Hiro señaló la puerta.
–Adelante, pero toca primero.
Leo hubiera sabido que cuando Miguel revisaba sus finanzas, era prácticamente como Marco; odiaba ser interrumpido, en esto, el joven De La Cruz era más drástico, cerraba la puerta de su oficina (en aquel entonces ubicada en paseo de la reforma), y no recibía visitas ni comentarios ni café, hasta que terminaba, pero Miguel, simplemente dejaba a Leo apartar las nimiedades de la puerta, pero estaba más dispuesto a dejar entrar a gente siempre que fuera importante, pero Nando no sabía nada de eso…
–Buenos días…
Tocó dos veces, pero de inmediato abrió.
Miguel apenas apartó la vista de todos los papeles que había en su oficina; Eran un montón de estados de cuenta, y esquemas financieros, literalmente pegados en las paredes, con pedazos de Diurex.
–Ahora no puedo…
Dijo Miguel con un suspiro, y la expresión fastidiada debió ser suficiente para que Hiro se marchara, pero a diferencia de ello, el oriental terminó de entrar y cerró la puerta detrás de sí.
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Fiel a su propio demonio
FanfictionResumen: La mafia Rivera, creadores de un protocolo absoluto, que originado desde un matriarcado, procuró siempre darle muerte a aquellos que se lo merecieran sin nunca afectar a terceros, y su fiel descendiente, Miguel Rivera, quien leal a su propi...