A veces, antes de que toda la situación de los ángeles comenzara, siempre me preguntaba qué se sentía desmayarse.
Si les era honesta, no era algo que me sucediera muy frecuentemente, es más, podría decir con seguridad que en mis dieciocho años de vida nunca me había desmayado...hasta que los conocí a ellos y me di cuenta lo difícil que se me hacía no estar inconsciente la mayor parte del tiempo.
En solo 5 segundos había caído en la cuenta de lo poco que sabía acerca de Wess, de lo poco que sabía de todo el grupo, en general. Sus vidas cuando niños, sus padres, sus aficiones, sus peores miedos... ¿Es que nunca pensaba en esas cosas? O quizás sí, solo que preguntar acerca de ello...Quizás fuera algo entrometido ¿Tenía que comenzar a volverme en una entrometida? O quizás, yendo un poco más allá ¿Tenía que dejar de divagar en los momentos más importantes?
Definitivamente.
Sin embargo, divagadora o no, no es que pudiera hacer mucho al respecto, no cuando el mismísimo infierno estaba prácticamente desatándose frente a mis narices. Dios, realmente estos últimos meses había olvidado la facilidad que tenía Wess para abrirle paso al caos, una calamidad andante en su máximo esplendor.
Es muy posible que un ser muy poderoso estuviera de su lado.
Quizás hasta la misma muerte.
―No. Tu voluntad, en efecto, ya no está para nada a mi alcance, Wesley―Murmura Gabriel por lo bajo, su ánimo danzando peligrosamente entre la frustración y la diversión―Ya cruzaste esa línea hace mucho tiempo, sin embargo, para tu mala suerte sí que le pertenece a alguien más.
Deja esa apreciación en el aire, para que ésta se asiente dentro de nuestros pechos como un témpano de hielo que quema al tacto.
Me zafo del agarre que tiene Wess sobre mi mano.
―Él no...―Es involuntario, miro en dirección a Wess, quien no a apartado los ojos de su padre en ningún solo momento.
―Sí, él sí, en efecto―Afirma Gabriel sonriente esta vez, cualquier rastro de furia quedando en el pasado―Puede ser una desventaja para el grupo, de hecho. Ser controlado no es algo agradable, pero imagino que ser controlado por el mismo demonio lo es menos.
Trago duro, mirando otra vez a Wess. El silencio tras de mí de parte de los otros tres ángeles confirmándome que ellos ya lo sabían.
― ¿Por qué?
¿Qué hiciste para llegar a esto, Wess?
Él sigue sin devolverme la mirada, sin embargo, veo algo en sus ojos dudar antes de que Gabriel, claramente extasiado por mi sorpresa, comience a responder mi pregunta.
―Pues bueno, mi querida parca, la respuesta es bastante sencilla― Sus ojos me observar con ilusión, unos ojos azules tan bonitos que en su rostro parecen estar totalmente fuera de contexto, unos ojos que solo deberían pertenecerle a una persona―Pecados―Continua y su sonrisa sigue acrecentándose, como la de un gato―Muchos pecados que derivan de...
«¡No!»
―Cada segundo cuenta, Gabriel.
Muerdo mi lengua, mientras intento mantenerme enfocada en la situación e intento deshacerme de la sensación enfermiza que se istalo en mi pecho al escucharlo gritar dentro de mi cabeza, sus emociones desparramándose por todos lados... ¿Por qué podía escucharlo? ¿Por qué seguía haciéndolo?
Cristo, tengo a los siete arcángeles frente a mí y lo único que ocupa mi atención es Wess, la manera en la que sus pensamientos parecen ocupar cada parte de mi consciencia, el terror que cubre cada parte de lo que pasa por su cabeza y lo tranquilo que luce.
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Our Dark Minds© (Libro II)
Paranormal*Segundo libro de Dark Demons* Dos meses. Habían pasado dos meses desde que las cosas se habían ido cuesta abajo. Dos meses desde que la peor pesadilla de Kayla se había hecho realidad y dos meses desde que todo se había convertido en una espera ete...