Depresión.

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Ahí estás tú, sintiendo que no sientes nada, o quizá demasiado. Que hay días en los que lloras por la mosca que murió, como días en que lo haces con mil y una razón. Ahí estás, fingiendo tener una sonrisa que engaña a los demás. Ahí estás, intentando ser feliz, y estrellándote, dándote cuenta que solo se queda en eso, un simple y vil intento...uno que en la mañana siguiente repetirás y, ¡Adivina!, El resultado no cambiará.
Ahí estás, echándole la culpa de todo a tu forma de ser; te empiezas a distanciar de las personas, las noches se vuelven más largas, y tu mente se pone en tu contra. Sientes que el mundo se vino encima de ti, y crees que no tienes la fuerza para soportarlo. No es hasta que empiezas a hacerte daño fisico, y a tener ganas de morir que te das cuenta que hay algo mal, la depresión se hizo dueña de ti, una tristeza profunda, es real todo esto, no puedes vivir así. Y cuando tocas fondo, cuando empiezas a creer que la mejor opción es acabar con tu vida, y repasas todo lo que has pasado, lo duro que te ha tocado, todo lo malo, cuando tus amigos y tú familia te dieron la espalda, cuando ellos se burlaron de tí, cuando a pesar de estar rodeado de gente, te sentiste sola. Esta enfermedad, este montón de sentimientos, no es fácil cargar con todo esto. Y ahí estás, luchando día a día contra una parte de tí. Sí, ahí estás, y te felicito por luchar un día más. Así que, te disfrutaré este día, pues no sabemos si mañana será igual. 




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