Capitulo 9: Atena.

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El sol acaba de cruzar la zona más alta en el cielo, por lo que el periodo de la tarde comenzo para todos lo habitantes de una ciudad costera, no, es más preciso decir pueblo costero.

Ese pueblo estaba situado al pié de una montaña tropical, en la playa de una isla remota, contaba en su mayoría con viviendas rurales de guano y madera húmeda, y también con un muelle pesquero en la zona donde el pueblo toca el mar.

El puerto estaba hecho con tablas de madera agujereadas y casi destruidas, y aún así era usado por las personas con confianza a pesar de su evidente fragilidad.

Y no solo los botes pesqueros eran anclados a esa muelle, poniendo a prueba la fragilidad del puerto había un gran buque militar atracado, junto a los pequeños botes pesqueros.

El barco era grande, lo suficiente para que muchos hombres lo tripularan y tengan espacio de sobra en la cubierta, la cual era adornada con varios cañones de artillería.

En las partes más altas del buque había vigilantes, varios hombres armados con rifles custodiaban con fiereza todos los puntos ciegos del barco.

Mientras esos hombres hacían guardia, en el muelle se realizaba un desembarco de mercancías, una media docena de hombres levantaban cajas de madera desde la cubierta del barco hacia el muelle, ahí eran recibidas por los nativos de la isla, unos hombres muy musculosos, y bronceados hasta el último rincón de sus cuerpos.

Eso ocurría en el muelle y a lo lejos, en la playa, sentada sobre la arena Blanca, bañando sus pies descalzos con las olas del mar y su pálido rostro en los rayos dorados del sol, había una chica muy linda.

Ella era el tipo de adolescente hermosa que posee la gracia inocente de una niña, pero a su vez, los atributos de una mujer joven.. una combinación perfecta que es agradable a la vista de cualquier persona.

Era tal su belleza, que incluso la mirada muerta en sus ojos color ámbar no la hacía parecer menos atractiva.

Ella dedicaba el cien porciento de esa mirada al barco anclado en el muelle, parecía tener envidia de los hombres que subían y bajaba a su antojo del buque.

De vez en cuando, sus ojos color miel pasaban con odio sobre los hombres que hacían guardia encima del barco, como si ellos fueran enemigos mortales.

La chica sujetaba su barbilla sobre la Palma de su mano mientras observaba intensamente el panorama del muelle, su postura la hacía parecer el tipo de persona que queda embobada contemplando un paisaje, mientras piensa en nada más.

"Oye, Atena.. ¡quiero hablar contigo!"

Y sin esperarlo el silencio de la costa fue roto por una voz detrás de la chica, era un hombre el que habló con fuerza, estaba llamándola y transmitía seguridad al igual que poder en sus palabras.

Atena parecía conocer al dueño de la voz, pues nadamas escucharlo su rostro embobado cambió a uno cansado y frustrado.

"¿Que quieres?" Atena hablo con desdén.

El chico la escuchó mientras caminaba hacia ella con pasos firmes y calmados, para luego sentarse a su lado.

"¡Quiero que seas mi esposa!" Sin titubear, el joven hombre fue directo al grano.

Cuando ambos estaban sentados, una al lado del otro, se podía notar la diferencia entre el color de su piel, el joven tenía una piel tersa por sus músculos sobresalientes al igual que bronceada, sin una sola mancha o cicatriz, él era muy atractivo.

La chica, Atena, era todo lo contrario, ella podría considerarse indiferente del sol, casi parecía estar enferma por el tono tan claro en su piel.

Atena escuchó al joven y luego suspiró, no estaba impresionada pero tampoco contenta o confundida, y su reacción tan simple fue vista por el joven, el cual no estaba conforme.

Overlord: El Último JugadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora