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En el que (T/n) y Malleus se convierten en niños pequeños tras un pequeño accidente.
Es bastante sorprendente cuando Sebek, Silver y Lilia descubren a estos dos niños revoltosos en proceso de casarse entre sí.
Pedido por @leonakingscholarship.
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"Malleus, ¿podemos ir a buscar un pastel del tío Trey?"
Un pequeño bostezo escapó de tus labios mientras te acurrucabas en el brazo de Malleus, tu mano apretada con fuerza sobre la suya por temor a perderse el uno al otro. Parecía compartir tu sentimiento con el mismo entusiasmo, su agarre en tu mano como el de una cobra.
Ustedes dos ya habían estado caminando por el campus por un tiempo, evadiendo a los tres malos adultos vestidos de verde y negro que estaban tratando de perseguirlos. Desde que se enteraron de que Malleus y tú se habían convertido en niños porque uno de sus hechizos había salido mal, habían estado siguiéndolos. El adulto más pequeño llevaba una cámara en la mano, el de pelo verde tenía una red y otras trampas diversas en sus brazos, mientras que el adulto de pelo plateado agitaba perezosamente algunos caramelos.
De momento, habían conseguido evadirse en una espectacular escena de fuga en la cafetería, donde se habían colado antes en un intento fallido de encontrar bocadillos.
Malleus suspiró y frunció el ceño, sus grandes ojos verdes prácticamente brillaban. "Pero sabes que no me gusta el pastel ..." murmuró con calma, aunque su voz tenía una punzada de frustración. Entrecerró los ojos, preguntándose a quién en Twisted Wonderland no le gustaba el pastel, ¡el pastel! Malleus se rió entre dientes ante el puchero en tus labios y simplemente te dio unas palmaditas en la cabeza. "Un pastel entero se vuelve repugnante cuando tienes que comértelo todo solo".
"¡Bueno, para eso estoy aquí! ¡Compartiremos el pastel!" exclamaste con una gran sonrisa en tus labios. Un suave jadeo escapó de sus labios cuando te separaste temporalmente de él para golpearle el hombro de una manera juguetona. "No te llevas todo el pastel, tonto. Yo también quiero mi parte".
Malleus apenas podía pronunciar una palabra por lo sorprendido que parecía. Su boca se abrió y se cerró unas cuantas veces, hasta que logró gritar: "¿Quieres compartir algo conmigo? ¿De verdad?"
