FICTOBER CLICHES DE TERROR

10.- Tu reflejo te sonríe

❀*ೃ༄Fandom: Jujutsu Kaisen

❀*ೃ༄Ship: SukuIta

❀*ೃ༄Advertencias: Yaoi, Intento de terror, Gore, Muerte de un personaje

❀*ೃ༄ Quien está frente al espejo no es él, no es su cara que recuerda ver por las mañanas, con forme pasan las horas del día su trasformación comienza y el miedo, ese que corroe cada gota de sangre, devora lo poco que queda de su alma ❀*ೃ༄

Los gritos de las abominaciones que invadían su mente hacen eco en el fondo de su mente, una risa malévola destruye su enfoque, la sensación de miles de hormigas que muerden cada parte de su piel, enviando señales de dolor a todo su cuerpo.

—¡¿Porque me ignoras, sabes lo horrible que se siente que pretendas que no estoy aquí, contigo?!—

Pero aun así el dolor en su mente no se detiene.

No sabe que decir cuando lo cuestionan, o como hacer sentir mejor a todos los que le quieren y que quiere, que se preocupan por él.

Su infancia fue la de un niño solitario. Nunca fue querido por su familia y con un miedo que le acompañaba desde su niñez. Tiempos raros y difíciles, la muerte de sus padres y quedando al cuidado de su abuelo, pero él no pedía nada, no exigía nada. Pues creía que aun siendo tan pequeño ya estaba perdido.

Entonces le llego la adolescencia, siempre en compañía del único que lo comprendía, quien tomaba sus manos por las noches, quien lo consolaba cuando las lágrimas ya eran mucha.

Su hermano le enseño a no confiar en nadie y se integró en la sociedad normal a base de observar e imitar, usando una lógica aplastante que lo volvió popular, llamativo, admirado. Pero entonces su hermano se volvió posesivo, envidioso, acosador.

—Esto ya no está bien — le dijo una noche mientras estaban solos en medio de la oscuridad —El abuelo ya no va a volver, nos dejara solos como todos— Sukuna estaba cabizbajo, con un aire melancólico que no era propio de él.

—No es cierto ¡Eso no es cierto! — Yuuji gritaba desconsolado y Sukuna sabía que lo había herido, al único que lo ha amado.

A medida que crecía, alimentaba su aislamiento y el poder para integrarse en silencio en un mundo donde se sentía solitario a pesar de estar acompañado. Las malas elecciones de amigos solo lo volvieron más vulnerable y presa de lo que su hermano le decía al oído.

—Qué fuerte se ve ¿No quieres matarlo? —

Caminan ambos por la calle, ríen en compañía de sus amigos. Pero en el fondo no todo estaba bien, la sonrisa de Yuuji era forzada, temerosa. Sukuna no hacia mas que admirar a su hermano, su fortaleza a pesar del dolor, su valentía para sortear las malas pasadas de las compañías de Sukuna.

No eran malos, solo que no eran adecuados y Sukuna temía el día en el que Yuuji fuera a enfrentarse a eso.

—¡Fue Sukuna, fue Sukuna quien lo hizo! —

—¡Miente! Ha sido Yuuji quien lo ha hecho, puede que su rostro se vea inocente, pero la realidad es que es un jodido loco—

El oficial de policía le miraba con terror y por supuesto rabia, Sukuna gritaba a su lado, lloraba mientras lo llamaba traidor. Yuuji les contaba como su hermano había asesinado a sus amigos, como en un acceso de ira había cortado cada garganta, con detalles tan grotescos que uno de los oficiales salió corriendo para vaciar su estómago en el pasillo.

Entonces el oficial de alto rango lo detuvo, sintiéndose ambos llenos de lagrimas y sangre.

—Yuuji murió hace 3 años en el accidente en el que también murieron tus padres... —

Es entonces que levanta la cabeza, ahí frente a la enorme ventana, en el espejo, esta Yuuji, su Yuuji. Lo abraza desde la espalda, le sonríe estirando la piel de su rostro, donde las manchas de sangre seca caen a pedazos de su piel, dejando al descubierto una en color cenizo, muerto en vida.

Voltea la cabeza en busca de su hermano y ahí; donde su reflejo en el espejo le dice que debe de estar, no hay nada. Solo un frio vacío que le hace recordar los acontecimientos de los últimos meses.

Su soledad, el recuerdo de cómo es que perdió a Yuuji y la razón por la cual se decantara a la locura. El abuelo estaba muerto, eso era verdad. Pero antes de morir, sus palabras llenas de ira por las circunstancias del accidente.

—Si no te hubieras encaprichado a salir esa noche de lluvia, ninguno estaría muerto—

Tenía razón, Sukuna había sido irrazonable. ¿Pero quién podría culparlo? Solo tenia 14 años. Así que, con esas palabras y su muerte, cayo a la locura.

La sombra del amor que le tenia a Yuuji lo seguía cada tarde, el reflejo frente al espejo era el lindo chico de ojos ambarinos y brillantes como el sol.

Pero ya no estaba esa chispa divina, sino la maldad de su torturada conciencia, de su agonía y desesperación.