Capítulo 1

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Han pasado ya diez años desde que se fue mi padre. Mi madre está muy enferma, los médicos dicen que no hay solución, pero ella tiene esperanza y a veces consigue contagiarme-la hasta que veo el dolor en sus ojos.

Cada día me encargo de hacer la comida, hoy hice un trozo de pavo pequeño a la plancha para las dos, solemos comer tan poco, ya que casi no nos queda dinero. Estamos en la mesa cuando llaman a la puerta, mi madre me dice que vaya a abrir, que seguro que es el médico. En frente de la puerta me encuentro a un hombre de mediana edad muy bien vestido, lo miro sorprendida porque me suena de haberlo visto.
- Gabriela ¿eres tú? - Asiento y en su boca se ensancha hasta salirle una sonrisa.
- ¿Qué quiere señor?
- ¿Podemos hablar-lo dentro por favor?
Le indico que pase y se sienta en frente de mi madre y mío, veo a mi madre removerse incómoda en la silla.
- Gabriela ¿te acuerdas de mí? - abro los ojos incrédula, no sé porque debería acordarme.
- ¿Puedes decirle ya por qué estás aquí? - interrumpe mi madre.
- Si, si - me mira - estoy aquí porque soy tu padre y tu madre está muy enferma por eso ya no puede cuidarte y me ha pedido que lo haga yo.
- Después de diez años sin saber nada de ti, pretendes entrar en mi vida como si nada y que te perdone.
- No, no, yo no intento que me perdones, lo único que tienes que hacer es venir conmigo, porque tu madre ya no tiene fuerza y no quiere que la veas morir, ya que los médicos ahora le dan menos de una semana. - Al soltar eso mi padre, se me partió el corazón, solo le quedaba una semana de vida y no me lo había dicho nadie. Miro a mi madre y está con lágrimas en los ojos.
- Me duele decirte esto, pero estarás mejor con tu padre.
- Pero es que yo no quiero ir con la persona que nos abandonó de esa manera. - Le digo empezando a llorar.
- Es que no es una elección cariño, tienes que irte con tu padre, y te irás mañana. - No puedo creer lo que me está diciendo mi madre, me está apartando de su lado.
- Mañana te pasaré a recoger a las 07:30 de la mañana. - Me explica mi padre - No prepares maletas ni te lleves nada, porque mi mujer y yo ya fuimos a comprarte todo lo necesario y lo tienes en casa. - Le miro y pongo una sonrisa falsa, pero él no parece darse cuenta y me tiende una revista - Este soy yo con mi esposa y mi hija - Señala una foto donde salen como una familia feliz y una casa enorme, a mí me entra calor y bebo un poco de agua - Y aquí salgo yo en una reunión de Duques - Escupo toda el agua bebida.
- ¿Reunión de duques? Ni que fueras tan importante.
- Parece que tu madre no habló en ningún momento de mí en tu casa - niega con la cabeza sonriendo – Al casarme con mi actual mujer me convertí en Duque – me pongo pálida de repente – Estos de aquí son los hijos de la hermana de mi mujer – Abro bien los ojos, esos son los niños que vi ese día, cuando mi padre nos dejó – Uno tiene 16 como tú y el otro tiene 19, seguro que os llevaréis súper bien ¿no? - Asiento y vuelvo a ver la foto, son realmente atractivos – Bueno, me tengo que ir al hotel porque mañana salimos temprano.
Lo acompaño a la puerta y me despido de él.

Cuando vuelvo a entrar está mi madre de pie, me coge de la mano y la llevo a la cama, le doy sus medicinas para el dolor, le doy un beso en la frente y espero a que se duerma. Me dirigió a mi cama y me pongo a pensar ¿Mi padre Duque? No me lo puedo creer, y nosotras estábamos muriendo-nos de hambre. Me gustaría saber como hubiera sido mi vida si me hubiera ido con mi padre aunque creo que si volviera al pasado y me pidiera otra vez que me fuera con él, le diría que no, porque nunca abandonaría a mi madre, y él lo sabe, no sé porque me hace abandonarla ahora. El simple echo de que mi madre tire la toalla y vaya a morir sola me repugna.

. . .

Suena el despertador a las 7:00 de la mañana y escucho a mi madre cocinando. Me doy una ducha caliente y me visto.
- Buenos días, mamá ¿Qué tal estás hoy?
- Hola cariño, ya te hice el desayuno, cómetelo que esta a punto de venir tu padre - le doy un abrazo y me dirijo a la mesa.
A mi madre siempre se le dio bien la cocina, utilizaba las recetas que su madre le dejó, pero cuando enfermó ya no le dejé cocinar para que no empeorara, hasta hoy.
Tocan el timbre y aparece mi padre con la cara iluminada.
- ¿Nos vamos? - Me dice.
- Vale padre - Miro a mi madre - te quiero y te echaré mucho de menos.
- Y yo a ti mi pequeña, pero prométeme algo, no dudes nunca de ti misma ya que serás tu mejor apoyo y lleva esto siempre contigo - Me tiende un collar - cuando te sientas sola toca el collar y piensa que siempre estaré contigo.
Siento una tristeza enorme y se me llenan los ojos de lágrimas, le doy un último abrazo y me voy.

InefableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora