Oda al silencio

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En silencio nací. En silencio crecí. Al mundo puedo verlo, pero en silencio está mi mundo. Callado. Pero mientras más veo, más puedo imaginar. Si veo las nubes pasar, imagino que suenan como sueños que vuelan en un susurro. Si veo una mariposa volar, imagino el sonar de su aleteo, leve y tranquilo, con la delicadeza con la que tocan los pétalos. Si veo instrumentos tocar, imagino su melodía, como un canto eterno capaz de mostrar de aquel que toca sus recuerdos. Si veo la nieve caer, imagino que hace un sonido, como una gota tocando la tierra sin explotar, sino más bien, extendiéndose sobre ella. Cuando camino sobre la nieve imagino el sonar de mis pasos sobre la blanca escarcha, y si en mi andar veo, un copo chocar con un cristal, imagino el sonido que ha de dar, tal vez igual que un pequeño cristal rompiéndose. Si veo las flores heladas moverse ante el roce del aire invernal, imagino el sonido, como alas de hadas que su vuelo van a alzar. Si en primavera soy capaz, de ver las flores nacer, imagino el sonido que han de tener, uno brillante y vivaz, como el de un niño que nace. Cuando veo al sol imagino su cantar, como un gran acordeón, con un sonido constante y susurrante. En la noche la luna imagino cantar a su par, como la voz divina de una soprano.

Ahora me dicen que puedo escuchar y tengo miedo de decepcionarme, porque en la imaginación todo es grande y hermoso y a la realidad le gusta ocultarnos las bellezas. Quiero escuchar, pero sin decepcionarme. Quiero seguir imaginando los sonidos y canciones, pero estoy curioso de saber, qué tanto me equivoqué.

Ahora veo y escucho. Mi imaginación fue grande y de eso me alegro, porque de vez en vez me devuelvo al silencio, para recordar esos momentos, en los que solo miraba, y oía lo que mi corazón me decía.

Mini cuentos para los recuerdosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora