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Capitulo 3

Detuve mi moto al lado de un enorme árbol, bajé de ella y me quité el casco. Miré a mi alrededor y todo lo que veía eran árboles sumergidos en la oscuridad de la noche. Caminé sin rumbo fijo, hasta que logré ver lo que parecía ser un lago a lo lejos. Me dirigí allí tratando de no hacer ruido, ya que pude ver a alguien sentado en la grama. Pero fallé, pisé una rama que se rompió y sonó, haciendo que la persona se diera la vuelta alarmada.

Y ahí estaba ella. Juro por todos los dioses que en ese momento quedé sin aliento, jamás en mi vida había visto semejante belleza ante mis ojos. Y es que digo la verdad, jamás creí que Dios existiera, pero en esos momentos pensé todo lo contrario, porque lo tenía delante de mí. Y juro por mi vida que no hay nada que compare con su belleza.

Su piel era blanca como la nieve, y desde la simple vista se veía que era lo más suave que podrías haber tocado. Su pelo, parecido al mismo oro, brillaba bajo la luz de la luna. Y Dios, sus ojos, podrían haber sido la mismísima constelación de estrellas en el cielo, eran de un gris tan brillante que no podías dejar de verlos, lo juro.

Caminé hasta donde ella se encontraba, y se sobresaltó levantándose rápido de la grama. Se le notaba el miedo y la incomodidad en sus facciones, tanto que se le veía que no sabía cómo reaccionar, y solo de sus labios salió un tembloroso.
–¿Quién eres?

Ransel✨

Me levanté rápidamente del suelo, aún sorprendida por la presencia del extraño. Mi corazón latía con fuerza, y sentía que mis manos sudaban. No sabía qué hacer ni cómo reaccionar ante aquel desconocido que me miraba fijamente, había algo en sus hermosos ojos que me ponía nerviosa.

–¿Quién eres? –pregunté, tratando de sonar segura de mí misma.

El chico no respondió de inmediato, simplemente continuó mirándome con su penetrante mirada. Yo me sentía cada vez más incómoda, y comencé a retroceder lentamente, sin apartar mis ojos de los suyos.

–No tienes por qué tener miedo –dijo finalmente el chico, con una voz profunda y melodiosa que me hizo estremecer–. Soy Daemon.

No sé por qué, pero en ese momento sentí que algo había cambiado en mi vida. Tal vez fue la forma en que el chico había pronunciado su nombre, o la intensidad de su mirada. Pero algo en mí me decía que ese encuentro no era casualidad.

–Soy Ransel –respondí con voz temblorosa.

Daemon se acercó a mí lentamente, y yo retrocedí un poco más, hasta que mi espalda chocó con un árbol. Él se detuvo a pocos centímetros de mí, y su mirada se clavó en la mía con intensidad.

–¿Qué haces aquí sola? –preguntó, acariciando suavemente mi mejilla con el dorso de su mano.

Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo ante su contacto, pero no pude apartar la mirada de sus ojos azules.

–Solo quería estar sola un rato –respondí, tratando de sonar más segura de mí misma.

Daemon sonrió levemente, y se apartó de mí, dejando de acariciar mi mejilla.

–Te entiendo –dijo–. A veces necesitamos un poco de soledad para ordenar nuestros pensamientos. Pero no es seguro estar sola en el bosque de noche.

Sentí un nudo en la garganta al escuchar sus palabras. Sabía que lo que decía era cierto, pero este lugar era el único que me recordaba a mi padre, y me ayudaba a alejar mis pensamientos de todo el torbellino que había en mi vida en estos momentos.

–Es un lugar muy especial para mí.–dije en un susurro, mirando hacia el suelo.

Ambos después de mirarnos unos segundos más, como si nuestras mentes se comunicaran por si solas decidíamos sentarnos en la grama a volver a ver las estrellas como lo hacía en un principio.

Y creo que las estrellas, se pusieron de acuerdo con el momento, su danza era hermosa, a excepción de una, ya que lo único que cautivaba era su brillo. Era la estrella más brillante de todas, y aunque no estuviera en compañía de las otras, si no sola, igual era la más hermosa.

Mi acompañante no dejaba de ver el cielo, y lo comprendo, en esos momentos el cielo era la segunda cosa más hermosa de la noche. La primera eran sus ojos.

Y así pasamos un par de horas, hasta que reaccioné y me acordé de que mi mamá debía estar esperándome para cenar. Me levanté de golpe y el joven hizo lo mismo, mi reacción fue soltar una carcajada, lo que lo hizo sonreír.

–Fue un gusto conocerte en una noche tan hermosa Daemon.– dije extendiendo mi mano hacia su dirección.

–Lo mismo digo Ransel, una hermosa noche y una hermosa compañía.– dijo tomando mi mano. Sus palabras me sorprendieron, tanto que mi reacción fue ruborizarme.

Solté su mano y seguí mi camino, sin poder sacar su imagen de mi cabeza. Sabía que nunca volvería a verla, pero en ese momento no importaba, porque por un instante, pude creer en la existencia de la belleza divina. Ya nada sería igual después de ese encuentro en el lago.

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Hola mis constelaciones hermosas, aquí otro capítulo, espero les guste y le den mucho apoyo. No había subido muy seguido por la universidad 🤧, me tiene la vida ocupada.

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The lake embroidered by star.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora