criminal ── ❛ bonten ( hiatus )

O7 ── FIFTEEN MINUTES.

aclaración: el capítulo
contiene leve nsfw y
narración en primera
persona por parte de nex

MIS MANOS PASARON POR el cuello de la mujer observando como su rostro comenzaba a tomar un color diferente al natural, agitó sus manos sobre las mías tratando de alejarse de mí, rasguñándome con fuerza y ​​clavando sus uñas en mi piel dejando pequeños rastros de sangre en mis brazos. Había estado deambulando por Roppongi durante al menos unas horas, no dormir estaba empezando a afectarme y el hambre no era un problema en este momento, mis manos dejaron de presionar cuando noté que sus manos habían detenido sus movimientos y sus brazos se habían caído, dejándome soltar una maldición en voz alta, no estaba en mis planes matarla, en absoluto, pero ellos la habían enviado para que me llevara de regreso.

No tenía idea de qué hora era, aproximadamente calculé que era mediodía porque algunos ejecutivos salían a esa hora a almorzar, salí del callejón asegurándome de ocultar el cuerpo de la mujer lo suficientemente bien y deshaciéndome de las manchas de sangre que corrían por mis brazos. A pesar de estar “tranquila” dentro de lo que era posible, había algo que no me dejaba solo, ¿por qué Hanma quería que volviera? Negué y volví a fingir ser otro adulto completamente normal que caminaba por Roppongi, caminaba con el mero cuidado de no encontrarme con un miembro de Bonten, incluso el peón más débil debía estar buscándome en estos puntos.

—¡Señorita! —gritó un chico acercándose a mí, instantáneamente dejé de caminar girándome hacia él para verlo y recibí una mirada exhausta de él debido al cansancio.

—¿Anda algo mal? —le pregunté, notando si tenía alguna herida, sin embargo, estaba completamente bien. Parecía tener unos catorce o dieciséis años, pero no le di ninguna importancia, solo quería saber por qué me llamaba.

—Un hombre —susurró con la respiración entrecortada de correr, respiró hondo y volvió a hablar—… un hombre la ha estado siguiendo desde que salió de un callejón.

—Maldita sea —susurré, mirando en la dirección de donde venía el chico, encontrándome con una mirada familiar y una cicatriz—, cariño, el que posiblemente esté en problemas eres tú por advertirme, vete a casa, rápido —le pedí, haciéndome a un lado y dejándolo atrás antes de que pudiera refutar.

Me hizo señas para que fuera a una de las tiendas locales, abrió la puerta de vidrio y entró, claramente esperándome. Vivir o morir dependía de lo que hiciera, y mis impulsos de supervivencia pronto se hicieron, presentes haciéndome caminar hasta la tienda y entrar unos minutos después que él. El olor a cigarrillos y licor inundó mi nariz, haciendo que mi nariz se arrugara instantáneamente, el cantinero puso los ojos en blanco y me señaló una de las mesas al fondo, el lugar estaba vacío ya que normalmente los clubes no abrían de día, pero era exactamente para asistir a uno de noche excepto para la gente. Las luces de neón violeta contrastaban con la decoración del lugar, mis pies se deslizaron dudosos sobre el suelo brillante debido a las luces a los lados y los nervios me estaban devorando por dentro, no esperaba que tuvieran que llegar a esos extremos.