Historia participante en la actividad MikaYuu week 2021, organizado por Twitter 💚💙
Serie de escritos y one-shots con las temáticas elegidas de: "¡los siete pecados capitales y las virtudes celestiales!"
✨ Pareja principal: MikaYuu
✨ Historias re...
¡Hola de nuevo! Seguimos con el especial de escritos participantes en el reto semanal del #MikaYuuweek2021 organizado por Twitter.
Al momento de escribir para este día en especial me llene de nostalgia, no hay duda de que las virtudes son algo maravilloso.
ACLARACIONES: ✨⚠️ Se pueden hacer menciones leves del manga de Owari no Seraph con respecto al anime, leer con previo aviso.
✨IRA: Se le considera un pecado nefasto por sus manifestaciones contra otras personas.
✨BONDAD: Es una virtud que combina la generosidad, consideración y preocupación por los otros anteponiendo la tuya.
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Su relación había hecho presencia gracias a ese simple gesto.
La compleja combinación de esmeraldas llenas de furia y decepción, pronto se truncaron con la tranquilidad y amabilidad de las orbes marinas de un azul cielo claro y perfecto, un espejo evidente.
Yuuichiro conoció a Mikaela de forma inesperada, sin creer que su vínculo sería formado tras aceptar a la fuerza aquél gesto simple y sencillo, pero más que noble, con el niño nuevo.
Ambos se tomaron de la mano, un apretón seguido de unas cuantas sacudidas forzosas que fueron acompañadas por la melodiosa y canatarina voz del niño rubio que parecería ser insoportable.
Después de aquél ataque, al separar sus manos lo hicieron con una calidez tremenda, el tiempo se detuvo mientras sus pieles se rozaban y sus dedos se deslizaban entre sí para desencajarse del otro, una sensación maravillosa.
Seguido de los acontecimientos tras la catástrofe, Yuu tuvo que conocer al «hermano mayor Mikaela» en los aposentos del refugio de vampiros. Pese a la oscuridad, humedad e incertidumbre del futuro, Yuu fue capaz de reconocer que algo en Mikaela nunca cambió, y fue su gigante corazón de ayudar a los más pequeños a sacarles una sonrisa.
Cada mañana, era el primero en levantarse y recorrer la extraña azotea donde dormían para despertar con paciencia a cada uno de los infantes, todos se quejaban y hacían bullicio, pero Mika esperaba con una tranquilidad gigante que Yuu podía considerar envidiarlo.
—¡Buenos días hermano Mika!
Los niños siempre sonreían al verlo, mágicamente su ánimo cambiaba cuando él estaba presente y solo les daba afecto con caricias en el cabello, pequeños abrazos y miradas cómplices; a ojos de cualquiera, Mikaela era, sin duda, el mejor hermano mayor del mundo.
Ayudaba en los labores de cocina y arreglaba a los niños con sus ropas, si alguno se sentía triste buscaba la manera de inventarse un chiste para hacerlo reír, y cuando en el almuerzo alguno de los infantes no se llenaba, Mika le ofrecía de su plato sin reproche ni queja.
