CAPÍTULO 1

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Alessia.

6:59 a.m, excelente, despierto tarde, de nuevo.
Me visto con algo sencillo, jeans negros, un top rojo, mis converse que jamás fallan y mi pelo totalmente lacio, una de las ventajas de heredar absolutamente todo de mi madre, no me da tiempo de desayunar así que solo tomo una barrita y salgo apresurada de mi departamento. Estoy estudiando criminología forense en Nueva York gracias a mi beca, mis padres viven en Boston, somos una familia tranquila, mis padres son dos locos enamorados, soy hija única, que les puedo decir? vivo muy bien. Mi padre es administrador de empresas y mi madre es una excelente psicóloga.

Llego a la universidad, 7:28 a.m, ruego porque el profesor Ferrara me deje entrar a su clase, solo es un viejo que se empeña en hacernos la vida imposible y se la pasa acosando a sus alumnas, hemos tratado de denunciarlo mil veces pero solo se excusa que solo son miradas normales, que se joda el idiota.

Toco la puerta, más de 5 minutos esperando que alguien abra la maldita puerta del salón, hasta que veo como una sombra se acerca hacia la puerta, ¡por fin!

-Llega tarde de nuevo señorita Leone, ¿que habíamos hablamos sobre la impuntualidad? - noto un destello de luz en sus ojos, claramente lo dice con sarcasmo ¡mil veces idiota!- Solo por esta ocasion dejaré pasar este inconveniente, ya veremos como nos arreglamos - percibo un guiño de ojo rápidamente, es un maldito imbecil acosador, solo un año más, me repito constantemente.

Max y Lucía me miran atentos esperando un saludo de mi parte, yo solo puedo hacerles un saludo con la cabeza, ya que si hablo probablemente el profesor me saque de la clase. Ellos han sido unos buenos amigos desde que llegué a Nueva York, Lucía me encontró en un bar para lesbianas en el cual yo pensé que era cualquier bar, Lucía es lesbiana, buen inicio para una amistad ¿no?

Las clases pasan rápidamente, tengo la cabeza en otros asuntos, es la hora de salida, voy directo hacia mi coche cuando un molesto grito acapara mi atención.

-¿A donde pensabas ir sin contarnos sobre tu fin de semana pasado?- esta semana había sido muy pesada por lo cual no habíamos tenido tiempo de platicar. Lucía me reclama, aunque parece molesta una sonrisa se escapa de su boca- Max y yo tenemos muchas cosas que contarte, ¿que te parece si vamos por un café? - si me niego estoy totalmente segura que me lo echará en cara toda la vida, así que solo asiento.

Hemos llegado al café, al llegar notamos que Max ya está en el local y lo miro un poco inquieto.

-Son unas malditas impuntuales - nos reclama, Lucía y yo solo podemos soltar una pequeña risa y solo lo volteamos a ver con una mirada inocente - Bien, empiezo yo a contarles mi fin de semana - nos dice apenas nos sentamos en las sillas, lo noto algo tenso - Salí a un bar gay con unos amigos, solo era una salida tranquila - Lucía y yo solo nos miramos a los ojos y volteamos hacia él sin evitar reírnos, las salidas con Max eran de todo pero jamás "tranquilas" - Y había un tipo que estaba para comérselo, se miraba de esos chicos malos y era todo un bombón y como él estaba solo aproveché para ir y hacerle compañía, porque ante todo soy amable - Sabía el rumbo de esta historia, aquí vamos de nuevo ¡yei! (nótese el sarcasmo) - Y él no se resistió a mis encantos, fue tan fácil como quitarle un dulce a un bebé, creo que se llamaba Arturo, o esperen ¿era Jacob? en verdad no lo recuerdo. Después de ahí nos fuimos a su departamento y ya saben, pasaron muuuuchas cosas - nos mira "apenadas" sabemos perfectamente que si hay algo que él no tiene es vergüenza - pero aquí viene lo bueno chicas - nos dice algo nervioso - al terminar de hacer nuestras cositas él se quedó dormido profundamente y yo bajé por un vaso de agua, me quedé unos minutos en su cocina y me di cuenta que había unos papeles en la barra - lo miramos con los ojos muy abiertos, no lo haría de nuevo.

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