Empezar de cero

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Si a los 17 alguien me hubiera dicho que terminaría trabajando para la agencia más grande y con mayor influencia a nivel internacional, probablemente no lo habría creído.

Hace dos semanas me despidieron de PFB Entertainment, tras asesorar a un grupo de adolescentes que fallaron en su debut; la empresa perdió millones invertidos en ellos y sólo quedaba despedir al equipo encargado de ese proyecto; hace dos semanas apliqué a todas y cada una de las agencias en Corea con la esperanza de obtener un puesto la mitad de grandioso como el anterior, y ayer, finalmente me llamaron de Hybe, tenían en mente un proyecto en inglés para una banda mundialmente famosa y necesitaban a alguien con estudios en marketing y relaciones públicas que conociera el mercado en América, hoy finalmente es mi primer día como mánager de Bangtan Sonyeondan.

Me despierto como como cualquier otro día, excepto que no puedo contener la emoción de trabajar con uno de mis grupos favoritos; después de vestirme, me apresuro a bajar las escaleras del edificio donde vivo, el clima agradable me motiva a caminar hasta el edificio de Hybe, a paso decidido y con mi latte en la mano, me dispongo a seguir mi camino.

Absorta en mis pensamientos, no pude reaccionar a tiempo cuando una figura robusta pasa a toda velocidad a mi lado, un hombre visiblemente alto, vistiendo un hoodie blanco, jeans de mezclilla y zapatillas deportivas conduciendo una bicicleta rosa por la acera en la cual me encontraba; apenas alcanzó a rozarme, y la fricción fue impulso suficiente para derramar mi café encima de mi camisa perfectamente limpia y perfumada. El conductor, sin detenerse, gira la cabeza articulando un apenado "lo siento" en mi dirección. Doy media vuelta a prisa con dirección a mi apartamento para cambiarme de ropa, echa una furia y pensando en cada final fatalista que el chico de la bicicleta debería tener. Una vez lista, decido tomar un taxi para evitar llegar aún más tarde.

Al entrar al edificio, me permito mirar con asombro cada centímetro de este, maravillada de la magnitud de la recepción y la cantidad de pisos marcados en el panel del elevador; decididamente, me acerco a la recepcionista, quien ni se inmuta con mi presencia.

-Disculpa, mi nombre es Kang Rose, me gustaría llegar a las oficinas de recursos humanos.

La mujer apenas me mira, no sé muy bien si no le importa en lo absoluto mi visita, o si conoce muy bien quien soy y a donde me dirijo.

-El señor Baek de personal es el encargado de recibirla, por favor diríjase al piso 28 para firmar los formularios requeridos, buen día.

Sin añadir más, entro al elevador y presiono el número 28.

Todo rastro de seguridad en mí se esfuma en el instante en que una ola de empleados camina y se mueve en todas direcciones, de repente, se siente como si me hubieran tirado un balde de agua fría: estoy a punto de firmar un contrato en Hybe corporation.

Al entrar en la oficina marcada como "gerencia de personal" un hombre de mediana edad me recibe amablemente y me indica que me siente en uno de los mullidos sillones de piel al extremo de la estancia, a lo que yo de inmediato accedo, sin dejarme intimidar por la firmeza de su voz y la elegancia que desprende.

-Entiendo que está aquí por el contrato de management, ¿es correcto?

Su voz me saca de mis pensamientos y asiento torpemente tras su pregunta.

-Es necesario y requerido por el protocolo el informarle de manera verbal el reglamento que tenemos estipulado en el contrato, así como los apartados más importantes a considerar, ¿podemos comenzar?

-Claro.

Sueno más insegura de lo que me gustaría, pero sin darme tiempo a agregar algo más, el señor Baek comienza a darme una lista, al parecer interminable, de consideraciones y aspectos legales, los cuales tuve que leer acto seguido para poder firmar los documentos; conozco de antemano lo estricto que es el manejo de las tareas relacionadas con los idols de kpop en las agencias, sin embargo, es la primera vez que veo de cerca el profesionalismo con el que se debe tratar a los artistas de tan alto nivel; de repente, me siento pequeña, pero reprimo cualquier pensamiento que pueda provocarme ansiedad mucho antes de conocer cómo es trabajar aquí.

-Hemos terminado aquí, llamaré a la señorita Hong para que la escolte a su oficina, donde encontrará las agendas personales de los miembros, contactos frecuentes, datos personales entre otras cosas, espero pueda desempeñar su puesto de manera óptima, un placer.

-Muchas gracias por su tiempo, que tenga un buen día.

Honestamente no entiendo muy bien qué acaba de pasar, ¿me deseó buena suerte, o se trataba de una advertencia?, Antes de poder responderme a mis preguntas, una mujer de baja estatura, complexión delgada y ojos grandes aparece en mi campo de visión, parece mucho más amable que la última persona con la que estuve.

-Buen día, señorita Kang, mi nombre es Hong I-Na, soy agente de logística, fui enviada a escoltarla a su oficina, sígame por favor.

-Buen día- digo amablemente, ansiosa por empezar mi primer día laboral. - ¿Hace mucho tiempo que trabaja aquí?

-Lo suficiente para conocer la función de cada uno de los empleados, sí. Honestamente no esperaba que requirieran personal para Bangtan tan rápido, me tomó por sorpresa la noticia.

No sé con exactitud a qué se refería, pero decidí no preguntar. Subimos unos cuantos pisos y finalmente se detuvo el elevador, abriendo paso a un pasillo de madera con varias puertas a los lados, al caminar pude notar varias descripciones en las puertas: "marketing, producción, estudio, logística, salón de prácticas, management". Mi oficina está al fondo, del lado derecho; la mujer que me acompaña saca de su bolsillo una clave que usa para digitar en la puerta, acto seguido, me entrega el papel y me indica que es el código con el que podré abrir la puerta y, de ser necesario, puedo cambiarlo en cualquier momento.

La oficina no es desagradable, pero apenas y es cómoda, se siente como un cubículo frío y sin espíritu en donde pasaré largas horas llenando papeles y alimentándome de preocupaciones. –tranquila Rose, esto no es PFB, aquí será diferente-.

-Tu oficina cuenta con lo necesario, los servicios básicos que la empresa debe proveerte, puedes personalizarla a tu gusto, espero que tengas un excelente día, nos estaremos viendo.

Hace un gesto cálido con su rostro y me extiende su mano en forma de saludo, repito la acción y pienso para mis adentros lo grato que sería si todos mis colegas son así de amables de ahora en adelante.

Me siento en el escritorio de madera y tomo entre mis manos la agenda de piel que se encuentra hasta arriba, tiene grabado el nombre de "Jeon Jungkook", echo una ojeada rápida y noto que cada espacio ha sido llenado con actividades que me suenan bastante familiares: "sesión de fotos, ensayo, grabación, creación de contenido, reunión directiva". En la mesa hay colocadas otras seis agendas, cada una con los nombres de los miembros, reviso la hora en mi reloj, con la esperanza de localizar un espacio en el cual presentarme a las personas con las que estaré trabajando. "12:15, ensayo grupal en salón de prácticas".

-Bien Rose, tienes 20 minutos para pensar en tu presentación, y más te vale que sea buena.

Son las 12:13 y ya estoy dentro de la habitación, esperando pacientemente a encontrarme con esos siete rostros tan familiares.

La puerta se abre por primera vez y aparece una figura conocida; es alto, musculoso, un porte impresionante y facciones sumamente encantadoras, vistiendo un hoodie blanco, jeans de mezclilla y zapatillas deportivas: es Kim Namjoon, de pronto, un flashback viene a mi memoria.

- ¡Eres tú! -grité con asombro y un esbozo de... ¿ira?

Las facciones que toman posesión en el rostro del hombre parado frente a mí me confirman que no soy la única que se ha dado cuenta de la situación, es él el conductor descuidado que chocó contra mi cuerpo esta mañana.

RosesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora