Cap 1

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                           1-No tengo tiempo para hablar con una mocosa                        

Madrid, sábado 13 de noviembre del 2021.

- Feliz cumpleaños enana - siento los brazos de mi amigo en mi espalda, me aprieta tan fuerte que me estremezco al sentirlo.

- Gracias- me separo de él y le miro directamente a los ojos - eres el único que se acordado de mi cumpleaños.

Su cara se estruja tan fuerte que hace que sienta lo que está sintiendo ahora mismo. Es imposible no ponerse a llorar cuando recuerdas que es el único amigo que tienes. Y posiblemente es el que te vaya a felicitar en todo el día.

- ¿Ni siquiera tu madre? - mi cabeza se hunde hacia abajo y mi pelo castaño me tapa la cara para no verle - anda olvídate  de todo por un momento- me acaricia la espalda- estas con tu mejor amigo, ¿Qué más quieres?

Lo miro con media sonrisa y lo vuelvo abrazar. Tan fuerte que me hago hasta daño. Estar en sus brazos es como estar en calma.

Tengo la manía de sobre pensar mucho las cosas y Edvin es capaz de calmarme con tan solo mirarme. Y es ahora cuando me doy cuenta de que tengo mucha suerte de tenerle como amigo. Aquel chico de ojos verdes y melena castaña. Aquel chico que me saca metro y medio. Y que siempre se rie de mi estatura. De caracter noble, gentil y amable. En ese aspecto somos muy iguales, pero en los que nos diferencia sin ningún lugar a duda es que yo puedo llegar a ser muy cabezota. Él, en cambio, no.

Y puedo asegurar que nuestra amistad no fue bonita al principio, pero a lo largo de los años fue a mejor. Y que suerte tuve al cruzarme con el. Porque fue en el momento correcto.

Abro los ojos en el momento que me doy cuenta de que mi nariz está comenzando a moquear. - lo... lo siento - digo limpiando su sudadera - yo...

- Elena ... Está todo bien no te preocupes. Es agua- su mano pasa por mi moflete y me limpia las lágrimas.

- Ojalá todo fuera diferente. Ojalá papa estaría vivo y nada de esto hubiera pasado. Mi padre me estaba salvando y no me daba cuenta.

- Sabes lo que pienso al respecto, pero no somos conscientes de las acciones que hacemos.

- Lo se Edvin, pero ...

- ¿Sabes qué? - lo miro extrañada - vamos a cambiar de tema, te vas a lavar la cara y nos vamos a por un helado. No quiero que el día de tu cumple estés mal.-por sus labios se asoma una sonrisa cálida. Como siempre tiene costumbre de hacer.- veintidós años no se cumplen todos los dias.

No me deja decir nada, me levanta del asiento del parque donde estamos y me lleva a la fuente más cercana.

- ¿Es esto necesario? - suelto con una carcajada.

- Sí, sí que lo es.

- ¿En pleno parque del retiro? - él asiente medio riendo.

No le dejo que lo haga él. Soy yo quien coge el agua con mis propias manos y me la extiendo por toda la cara. Así unas cuantas veces. La verdad es que en pleno noviembre con el frío que hace no apetece para nada mojarse. Pero era necesario hacerlo. Ahora aunque parece mentira, pero me siento un poco mejor.

Mi amigo comienza a reírse por mi cara de enfado.

- ¿Y ahora con que me seco? Hace frío Edvin - me quejo, pero enseguida comienzo a reírme. Le doy una palmada en la espalda y él se hace el dolorido- no exageres que no te he dado fuerte.

- Sécate al aire, es bueno para la piel- le miro con cara de pocos amigos - o eso es lo que dice mi madre.- se excusa.

- Anda, vamos a por ese helado que me has prometido. Voy a hacer como que no he escuchado nada.

No entraba en mis planes enamorarme.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora