De esos ojazos negros. (Miguel Rivera & Hiro Hamada)

Si dice sí

"Si me mira con enojos
me encapricha su querer
y me cuadran más sus ojos

si me miran con desdén."
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Llegó el momento de mostrar en lo que tanto se había esforzado durante toda la maestría y, una vez comenzó a dominar el escenario, una orgullosa sonrisa se posaba en los labios del nipón.

—Es un hecho que la comunicación evoluciona día con día... Así que, ¿qué pasaría si vamos un paso más allá? No estoy hablando solo de videollamadas, sino de contacto, del sentir, de acercar a familias enteras. De eso se trata este proyecto.

Cientos de curiosos comenzaron a acercarse y Hiro se sintió como en la noche en que había presentado sus microbots. La noche en la que murió Tadashi. Pero no era tiempo de lamentarse, necesitaba recomponerse y honrar su memoria, como había tratado de hacer día con día.

—Alteré la tecnología por holograma junto con inteligencia artificial y realidad virtual, para que al momento de colocarse estos anteojos —hizo lo propio al momento que hablaba —, las personas interesadas en mantener un contacto puedan "desplazarse" y verse. Por supuesto que no verán el cuerpo físico real, es un holograma, como ya mencioné, pero con tacto. ¿Un beso? ¿Un abrazo? Se puede sentir en un diez por ciento. Y es solo el comienzo.

A medida que su explicación continuaba, sonaban vítores, aplausos, fanfarrias e inclusive en un momento, hasta se escuchó un grito de mariachi. Ese tenía que ser Miguel, por supuesto.

El jurado, sin podérselo creer, subió al escenario, dispuestos a probar la nueva tecnología con un asombro colosal y ponerla a prueba, así que Hiro no tardó en hacerse a un lado para que hicieran la comprobación por ellos mismos, guiando sus ojos hacia sus amigos, repasando a Honey, Wasabi, Fred, Gogo y Miguel.

No obtuvo más que halagos, incluso cuando bajó del escenario y solo pasaron unos segundos para vislumbrar a sus amigos corriendo hasta él para darle un fuerte abrazo grupal, junto con un emocionado Miguel que no paraba de hacerle preguntas.

—O sea, ¿pero cómo se te ocurrió? Te la bañaste, en serio, Hiro. Está súper chido. ¿Me lo puedes prestar para ver a mi familia? Ah, no, ellos también necesitan estos lentes, ¿verdad? Es que jamás se me hubiera ocurrido algo así. Sabía que eras un genio, pero no conocía que a este nivel tan grande. Cuando los vendas, yo seré el primero en comprarlo, ya te lo digo. Hasta me lo puedes autografiar, espera... ¿Los científicos dan autógrafos? Bueno, no importa, igual quiero mis lentes autografiados.

Lo único que paró las risas de sus amigos y la lengua parlanchina del mexicano, fue un miembro del staff que se acercó a él para susurrarle algo al oído, a lo que Miguel respondió con un asentimiento de cabeza.

—Después me platicas, Hiro, vuelvo en un momento.

Y se alejó sin más, dejando a todos completamente perplejos.

—En cuanto regrese Miguel, ¡debemos ir por alitas de la victoria! —exclamó Fred.
—Seguro no sabrán tan buenas como las de tía Cass —Gogo fue la siguiente en hablar, haciendo una pausa para hacer una bomba con su goma de mascar —, pero seguro encontraremos unas.
—No tan rápido.

Todos se giraron para saber de dónde provenía aquella voz, descubriendo a la profesora Granville tan seria como siempre, con un semblante neutral y grisáceo, clavando sus ojos en Hamada.

—Profesora Granville, ¿qué tal? —Hiro extendió su mano hacia ella.
—Muy impresionante su proyecto, señor Hamada —la mirada de la profesora por fin se paseó entre sus amigos.
—G-Gracias...
—Pero no creerá que solo con presentarlo hoy obtendrá su titulación, ¿o sí?
—¿Cómo dice? —Hiro tuvo que parpadear varias veces, intentando comprender a la mujer.
—Que tiene una semana para mejorar su invento y seguir demostrando que es el mejor. Después de todo, en una feria de ciencias siempre hay un ganador y no hay nada mejor que un poco de presión para llevar su proyecto a otro nivel.
—Profesora Granville, pero Hiro acaba de demostrar que... —Honey Lemon se vio interrumpida por la fría mirada de la profesora.
—Repito, señor Hamada. Tiene una semana.

Hiro Hamada se quedó perplejo, mirando a Granville alejarse sin más y sintiendo que el oxígeno se convertía en azufre. ¿Cómo podría mejorar aquel proyecto? Es que estaba seguro de que todo se encontraba afinado a la perfección, hasta podía saborear su triunfo y la graduación que haría con honores.

Wasabi y Fred estuvieron a punto de acercarse al nipón para tratar de saber qué pasaba por su cabeza y "consolarlo" (si es que eso se podía), pero una vez más se vieron interrumpidos. Esta vez no fue por profesores amargados, sino por una melodiosa guitarra que rompía y deshacía la tensión como si jamás hubiera estado ahí.

De pronto, la voz de Miguel acarició los oídos de los presentes, especialmente los de Hiro, quien se giró hacia el escenario para encontrarse con el mexicano, que le miraba con una mirada tan coqueta como inocente y un semblante que emanaba una seguridad inquebrantable.

—Se le enchueca la boquita cuando dice "¿pos qué traes?". Sus desprecios, chaparrito, me hacen que lo quera más.

Miguel se dirigió al público, entonando como mejor sabía hacer, pero le fue imposible controlar su impulso y su mirada chocó con la de Hiro, a quien comenzó a dedicarle la canción, porque convenientemente le quedaba.

—Si me mira con enojos, me encapricha su querer y me cuadran más sus ojos si me miran con desdén.

Las mejillas de Hiro comenzaron a enrojecerse cuando Miguel empezó a cantarle. No estaba entendiendo nada de lo que le estaba diciendo y odiaba que el menor concentrara su atención en él, porque no sabía qué hacer con esos ojos negros preciosos clavados sobre su persona.

—Si dice sí, lo dejo en paz. Como usté me odia, lo quiero más. Al cabo y qué, al cabo y qué... Si no me quere, pos' peor pa' usté.

Rivera trató de disimular, haciendo un pequeño arreglo en la melodía de su guitarra, haciendo que varias personas gritaran con más ahínco, en el preciso instante que Hiro fruncía el ceño y sus facciones se endurecían.

—Tengo ganas de que un día se le ablande su mirar. Y me mire y se sonría y hasta quiera platicar, hasta entonces, chaparrito, he de ser como hasta aquí...

Una mueca de Hiro hizo sonreír a Miguel, quien esta vez se acercó hacia donde se encontraba el pelinegro, para continuar cantando.

—...Ya no enchueque su trompita pos' mejor diga que sí. Si dice sí, lo dejo en paz. Como usté me odia, lo quiero más. Al cabo y qué, al cabo y qué... Si no me quere, pos' peor pa' usté.

Otro gritito de mariachi y la gente miraba hipnotizada a Miguel. Su don era poder mostrar su alma y corazón con la música, lo que también dejó anonadado a Hiro, que de a poco relajaba su semblante para admirarle, como minutos atrás el mexicano lo había admirado a él con su talento para la ciencia y tecnología.

—La melodía se llamó "Si dice sí", yo soy Miguel Rivera y solo me voy porque me están corriendo —soltó una pequeña risa, misma que acompañaron los presentes. —Es broma, no me corren, me tendrán por esta semana para amenizar sus tardes, gracias a ustedes.

"¡Sí! ¡Eso queremos!" "¡Te amo, Miguel!" "¡Miguel, cásate conmigo!" fueron algunos de los gritos que pudieron captarse y el músico se despidió con una sonrisa, antes de retirarse el tahalí que sostenía a su preciada guitarra blanca.

Justo como había pasado con Hiro, los miembros de Big Hero 6 se acercaron a Miguel con alegría, doblemente felices por aquel par, que en una misma noche habían destacado en lo que mejor sabían hacer, en un encuentro de almas que colisionaron al ser tan diferentes y tan iguales al mismo tiempo. Cerebro y corazón. Razón y sensibilidad. Desorden y afinación. Hiro y Miguel.

Las miradas de ambos chicos coincidieron en una frecuencia ajena a los demás y el momento les arrebataría una sonrisa sincera.

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¡Hola, hola! Espero que les guste este capítulo que me hizo emocionarme desde el primer momento askdjsf. Aviso que se vienen muchas más cosas, porque este es solo el comienzo y ya quiero que lean todo porque aaaAAAAAAAAAaAaaaaa. <3

Prometo que la próxima actualización será mucho más rápida, ñññ. Saludos.