06; El fuego

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Quemaba.

Quemaba en su piel tanto que sentía que se ahogaba.

Lo estaba sintiendotodo en tantísimos roces. Sus labios suaves, los toques de sus manos quemando su piel, su cabello enredado entre sus dedos, su olor tan asfixiante, el sabor de su boca, el calor de su pecho.

Estaba sintiendo tanto, estaba mareado y sentía que había sido arrancado del mundo y puesto en otro donde todo lo que dolía se estaba bien.

Después de ese beso todo se movió.

Abrió los ojos y vio que el puente ya no estaba ahí, la terraza había desaparecido y solo estaban ellos dos.

Ni siquiera recordaba el momento en el que le pidió sacarlo del lugar donde anteriormente se encontraban.

Simplemente lo hizo.

¿Lo haría? ¿Debería arrepentirse ahora?

No.

Había llegado muy lejos y debía agradecer al alcohol por darle ese empujón necesario para que ese fuego comenzara a arder.

Lo haría.

No tenía más que perder.

Vio al alfa sentarse en la cama y se acercó a él, sentándose sobre su regazo, rodeando su cuello con sus manos, uniendo de nuevo sus labios.

Dios, sus labios se sentían tan bien.

Se sentía diferente, no había gritos, ni personas huyendo, no sentía miedo.

Por primera vez en mucho tiempo se sentía correcto.

Abrió un poco más sus labios recibiendo el sabor del alfa por completo, jugueteando coquetamente con su lengua, sintiendo la sonrisa de Changbin y su aliento chocando con sus mejillas.

Su cuerpo fue estrujado nuevamente, moviéndose por instinto. Las prendas comenzaron a estorbar y el aroma del alfa se hacía cada vez más fuerte, llenando sus fosas nasales, llenando cada hueco de su ser.

Seungmin escondió su rostro en el cuello del mayor, embriagándose de su esencia, dio un par de besos húmedos en sus clavículas y disfruto largamente el sonido que salió de los labios del contrario.

Con sumo cuidado Changbin abrazó su espalda ahora desnuda después de arrancar ese bonito suéter, aspirando su aroma mezclándose en él, leve pero perceptible, estaba ahí, un aroma nuevo que comenzaba a llenar el lugar.

-Tócame pequeño.

Con sus dedos temblando, Seungmin comenzó a desabotonar su camisa, besándolo tan profundo que se desconoció. El sonido que sus labios chocando emitían era tan reconfortante.

Besarlo era como derrumbar una pared de la muralla que Seungmin había construido para protegerse.

Y ahí estaban, llenándose de besos y suaves toques, todo comenzaba a quemar, la piel de ambos ardía. Hasta que, al sentir la boca del mayor en su cuello, un sonido emanó de su garganta y explotó en esa sensación que parecía lejana.

Sentía a su lobo dentro de su pecho, rogando por otro toque, por otro beso, por otra mirada. Sentía su aroma, tan fuerte y real. Un gruñido salió de la boca del mayor, colocando más presión en su cintura. Y acatando las órdenes del omega se acercó a su cuello nuevamente, rozando ese sensible lugar con sus dientes.

-Dios, Seungmin hueles tan bien.

Un gemido en respuesta le dio la oportunidad para acomodar al menor mientras este entrelazaba las manos alrededor de su cuello, separando sus piernas a cada lado de las suyas, mientras este lo besaba y se colocaba para comenzar el vaivén con sus dedos dentro de su compañero para prepararlo.

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