Me puse otra manta, me abrigué un poco más.
Pegué el cuerpo al radiador encendido buscando algo de calor, y me tapé con otro abrigo.
Y el frío aumentaba y aumentaba cada vez más. No me di cuenta de que con cada manta lo guardaba dentro de mi, lo aprisionaba en mi interior.
Y el frío me congelaba desde dentro, me hacía temblar. Con los temblores se me quebraron los huesos y me derrumbé hasta el suelo.Me quedé allí tumbada, buscando algo de calor, encontrando algo de frío.