La única música que recuerdo es la de tu cuerpo contra el mío, con el ritmo del cabecero de la cama contra la pared.
La única música que me viene a la mente es la de tu respiración en mi oído, a mi ritmo.
Escribiendo el compás entre mis piernas, marcando a mordisquitos cada gemido.
Las pausas, las prisas, adagio, con forzza, cresccendo...
Hazlo bajito mientras me haces gritar.