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Jeongin cantaba a todo pulmón, mientras se bañaba.

—Lo dejaría todo por que te quedarás, mi credo ,mi pasado, mi religión, después de todo estas rompiendo nuestros lazos y dejas en pedazos este corazón, mi piel también la dejaría, mi nombre, mi fuerza y hasta mi propia vida—el shampoo era su micrófono improvisado.

—¡Jeongin ya sal, llegaremos tarde con la doctora!—gritó su madre desde la puerta, este muy amargadamente término de bañarse.

—La cita es a las cinco, todavía es temprano—dijo ya en la sala con su madre.

—Si, ya se, pero también tenemos otra cita ¿recuerdas?—Jeongin asintió.

Cuando llegaron al hospital una enfermera los guió, por un camino el cual Jeongin se sabía de memoria.

—Buenas tardes Jeongin, ¿cómo te encuentras?—preguntó la doctora.

—Bien, solo se mueven mucho—dijo acariciando su vientre.

—Okey, pasa a la camilla, los revisaremos una última vez antes de que nazcan—cuando se acostó, se levanto la blusa, para que la doctora pusiera el gel—. Se ven bien, estan en buena posición.

—Se ven muy grandes.

—Es normal, tal vez por la genética de las familias—al terminar, solo le dieron indicaciones por si entra en labor de parto.

—¿Es necesario ir con él psicólogo?—preguntó antes de bajarse del auto.

—Si, lo es hijo—está vez solo Jeongin entró.

—Jeongin, ven siéntate—este hizo caso y se sentó en un sillón—. Primero que nada, ¿cómo has estado? ¿Logras recordar algo de lo qué paso hace unos meses?—después de quedar embarazado, el lobo de Jeongin se sintió abandonado, por lo cual bloqueo los recuerdos de lo ocurrido en la fiesta.

—Estoy bien, un poco ansioso por los bebés, pero no he podido recordar nada, ni siquiera se como me embaracé.

—Bueno no te debes de forzar a recordar, tal vez los recuerdos solo lleguen a ti. Como sabes esta es la última sesión que vamos a tener, ya que tu estarás muy ocupado.

Ya había oscurecido cuando Jeongin salió de la consulta.

—¿Cómo te fue?—preguntó su madre mientras conducía.

—Bien, supongo.

Jeongin se encontraba solo en su casa, sus padres estaban trabajando. Faltaban solo dos días para que nacieran sus hijos, estaba nervioso. Después de la fiesta su vida había cambiado, sus "amigos" se avergonzaban de él, hablaban mal de él todo el tiempo. Sufrió mucho pero no se dejó despreciar, tenía el apoyo de sus padres.

El timbre sonó, levantado a Jeongin, quien estaba acostado. Con cuidado se levantó de su cama y se puso sus pantuflas, su casa contaba con tres pisos y para su mala suerte, su cuarto estaba en el tercer piso. Lentamente iba bajando los escalones, el timbre seguía sonando, cuando llegó al segundo piso, su vientre empezó a doler y su parte baja se sentía rara. Maldijo en voz alta, ya que el timbre seguía sonando y al parecer lo escucharon, pues el timbre dejó se sonar.
Al llegar por fin al último escalón, soltó un suspiro, se acercó a la puerta, sin siquiera fijarse quien era, abrió.

—Que se le ofrec—no terminó la frase, pues un hombre lo agarró de los hombros y lo puso contra la pared, soltando un quejido trataba de separarse, pero el hombre era más fuerte que él. A la casa empezaron a entrar varias personas vestidas con túnicas blancas.

—Suéltame estúpido—gritó.

—Jeongin tranquilo, estamos haciendo esto por tu bien—una mujer se puso al lado de Jeongin, y este la reconoció como su vecina religiosa.

—Salganse de mi casa, no tienen derecho a estar aquí—seguía intentando zafarse, pero se estaba quedando sin fuerzas.

—Es por tu bien, he llamado a unos amigos, ellos nos ayudarán a sacarte el demonio que tienes dentro—ahí fue cuando Jeongin empezó a sentir miedo, pues no sabía si por demonio, se referían a sus hijos.

—¿A qué se refiere? Yo no tengo ningún demonio dentro, son mis hijos.

—No lo son, solo son el resultado de una aventura, crecerán sin un alfa que los eduque y eso no es bien visto por dios.

—A mí me vale verga si a dios no le parece bien—los presentes lo miraban a penados, como si de verdad trajera un demonio dentro.

—Recuestenlo en la mesa—otros hombres se acercaron hacia él, lo levantaron y lo llevaron hasta la mesa, cada uno le sostuvo una extremidad (piernas y brazos).

Jeongin gritaba por ayuda, su vista estaba nublada por las lágrimas que salían de sus ojos. Escuchaba como las personas decían frases en un idioma el cual no entendía. Su vientre cada vez dolía más, dolía cada parte de su cuerpo, quería que todo esto fuera solo un mal sueño. Vió como de un cofre sacaban una daga, y se acercaba a él, gritó desesperadamente, tratando de zafarse del agarre. Antes de que la persona diera un paso más, se escucho un gritó en la puerta, la madre de Jeongin había llegado y en la entrada de la casa había sangre, siguió el camino de sangre hasta el comedor. Estaba aterrada, su hijo estaba acostado en la mesa, y había personas que no conocía y lo peor de todo es que una de ellas tenía una daga, en dirección a Jeongin.

Jeongin al ver a su madre, se desmayó sabiendo que ya todo estaría bien, o eso pensaba él. Al despertar ya estaba en el hospital, su vientre ya estaba plano, se levantó asustado al no sentir a sus cachorros. Su madre y enfermeras entraron al cuarto.

—Mamá, ¿dónde están mis hijos?—preguntó alterado.

—Ahorita te lo van a traer, tranquilizate—él le iba hacer caso, pero el hecho de que se refiriera a uno solo, fue más alarmante.

—¿Los dos verdad?—su madre agachó la cabeza tratando de no verlo a los ojos—. Mamá, ¿mis hijos están bien verdad? ¿Los dos están bien?

—Jeongin tú…perdiste a uno—el corazón de Jeongin se rompió, su lobo estaba más deprimido que de costumbre. Empezó a gritar y patalear, las enfermeras tuvieron que inyectarle un tranquilizante.

Después de una hora en donde le explicaron, que la pérdida de sangre había afectado a uno de los bebés y solo uno se había salvado, pero aún así estaba muy grave, le trajeron a su hijo.

Jeongin se levantó asustado por el sueño que había tenido, no sé acordaba de cuanto había bebido, el timbre sonó haciendo que se asuste. Con rapidez se dirigió a la puerta y ni siquiera se fijo quien era, de nuevo.







Baby Sunoo - Hyunin [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora