siete.

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No importaba lo que hiciera, ni cómo lo hiciera, ni con quién lo hiciera; cada que besaba a una chica, no se sentía para nada como en antes.

Su frustración lo hizo acabar con una castaña en su habitación. Esta se encontraba encima de él, besándolo y metiendo sus manos por debajo de la tela que cubría su torso.

Sin embargo, el pelinegro no lograba sentir nada.

─Para, para. ─Pidió, notando cómo esta continuaba sobre su regazo y empezaba a mover sus caderas─. Espe...

─Shhh. Está bien. ─Un dedo sobre su boca lo hizo callar. La ojiazul tenía sus mejillas rojas y sus labios hinchados─. Es mi primera vez y creo que eres un chico genial.

───

Había tomado la peor decisión de su vida. Lo sabía.

"Afronta tus sentimientos o elimínalos".

Bufó.

¿Acaso es fácil asimilar que empezaste a sentir cosas por un chico, del cual ni siquiera conoces su fecha de nacimiento? Mitsuya y sus consejos estúpidos sólo lo estaban volviendo loco.

Tapó el cuerpo desnudo de la mujer que yacía sobre su cama justo antes de ir a tomar una ducha.

No entendía en qué momento se había confundido tanto. Sabía que no era malo experimentar su sexualidad, aún así, le daba miedo pensar que se había equivocado durante toda su vida. Estaba mentalmente cerrado a la idea de que un chico le pudiese gustar así de fácil.

Porque no había pasado ni un mes cuando su corazón parecía explotar de ternura al ver al ojiazul sonreír hasta que sus ojos se achinaban; o lo mucho que admiraba ver cómo sus mejillas enrojecían cuando una persona que no conocía se le acercaba a preguntarle algo. Incluso la manera tan cálida que tenía su voz al pronunciar su nombre lo hacía suspirar internamente.

Recibió un mensaje, ignorándolo por completo porque lo único que quería era disfrutar del agua fría que caía sobre su cabeza. Fue un gran error hacer eso, puesto a que diez minutos después, escuchó cómo la puerta de su casa era golpeada.

Pensó en que tal vez Kaia podría abrirla pero también pensó en la posibilidad de que esta estuviera durmiendo.

La puerta no sonó más, por lo que dedujo que la castaña había ido a abrirla. Tan sólo se tardó cinco minutos más y salió del baño.

─¿Quién era? ─Preguntó, secando su cabello con una toalla.

─Era Chifuyu. ─Palideció al oír aquello, quedándose estático en su lugar─. Dice que te había dejado un mensaje en donde decía que vendría a terminar el proyecto de química contigo para que puedas estudiar con más facilidad.

No sabía por qué el menor estaba en su casa, a pesar de que la contraria se lo había dicho hace un segundo atrás. No había escuchado más después de saber que el rubio estaba en la sala esperándolo.

Jamás le había dado su dirección. Era imposible.

Empezó a dirigirse hacia afuera del cuarto, encontrando al ojiazul sentado mientras sonreía al ver su celular.

─¿Chifuyu? ─Habló, capturando su atención en un instante.

─¡Ah! ¡Hola! Creo que vine en un mal momento pero Kaia me hizo pasar y... aquí estoy. ─Rascaba su nuca mientras en su rostro se dibujaba una sonrisa incómoda.

─Oh, no. Está bien. ¿Me puedes esperar un rato aquí mientras me pongo algo decente? ─Preguntó y recibió una respuesta afirmativa del contrario, viendo cómo este volvía a sentarse y desbloqueaba su celular una vez más.

Se asombró un poco ante la actitud calmada del menor.

¿Por qué Chifuyu no había reaccionado como reaccionan las personas en las novelas, cuando al visitar al chico que te gusta, te encuentras con una chica semidesnuda en su casa?

Sabía que estaba mal pensar de esa forma pero eso hubiera podido ayudar un poco a aclarar su mente. El hecho de que el rubio no haya mostrado interés alguno, sólo le hacía poner una barrera entre sus sentimientos y suprimir los mismos.

Odiaba imaginar que ese tipo tan pequeño y amable, sería la primera persona en romper sus ilusiones si accedía a aceptar sus sentimientos y que este no los correspondía. Además, ¿cómo te empieza a gustar una persona que nunca te ha dado motivos para ello? Patético.

───

─Aún no entiendo algo... ─Murmuró el pelinegro, rascando su barbilla. El adverso sólo lo miró confundido y esperando a que prosiga─. ¿Cómo llegaste hasta acá? No recuerdo haberte dado mi dirección. ¿Acaso me espías? ¿Eres un brujo? ─Intentaba mostrarse serio al formular esas preguntas sin sentido.

Chifuyu sólo rió, haciéndolo reír a él también.

─Koko me envió tu dirección por el chat. Me dijo que te diera una sorpresa pero igual te avisé. ─Respondió, cerrando su cuaderno de apuntes.

─¿Koko? ─Nuevamente rascaba su mentón con el pulgar─. ¿Por qué tienes el número de Koko? ¿Te ha estado molestando? Si es así me lo voy a cargar... ─Su ceño se frunció cuando notó al contrario divertirse con lo que decía─. ¿Qué pasa? ¿Por qué te ríes?

─¿No recuerdas? Tú me diste su número porque le querías enviar un mensaje pero tu celular se había quedado sin pila.

Recordaba aquella vez cuando le hacía falta dinero para su pasaje y le pidió a su amigo que guardara un poco del suyo para ambos.

Después de que Kaia se haya ido del lugar, empezaron una charla tranquila y trabajaron en su proyecto. Ya habían pasado unas cuantas horas y se encontraban guardando todo porque el menor debía retirarse.

─Me pregunto si quisieras volver a salir conmigo... ─Propuso, justo antes de que el más bajo saliera por la puerta.

─Claro. ─Aceptó, mostrándole una sonrisa─. Será para el otro domingo. Son mis días de descanso.

Acordaron la hora y el lugar en el que se encontrarían. Los dos se notaban bastante entusiasmados con el plan.

Antes de que Chifuyu pudiera salir de la casa, el azabache lo tomó por la muñeca, obligándolo a que se volteara para poder mirarlo.

─Pero sólo los dos. Por favor.

.

no sé si lo notaron pero tengo una obsesión con los nombres femeninos que empiezan con K. igual debo admitir que no quería ponerle un nombre propio a la chica, sino que quería dejarle como (reader) para que todas sean gatas rompehogares. . .

diez likes y lo edito de esa forma.

|| 𝐇𝐄'𝐒 𝐉𝐔𝐒𝐓 (𝐧𝐨𝐭) 𝐈𝐍𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔. ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora