LXXIX

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Te vi pasar y no me sonreíste.
Te vi pasar y no te diste cuenta que ando triste.
Te vi llegar y rápidamente te fuiste,
nunca fue mi intención herirte,
quizás yo no era como creíste
pero en inspiración comencé a convertirte.

Ya no sé cómo lidiar más
con este desgarramiento interno,
intenté siempre buscar mi paz
debido a que ardo en las brasas del infierno.

Siempre fue imposible besar tus senos,
ahora que busco ser un hombre pleno,
me quedé con ganas de haber saboreado tu veneno,
el cual no sé si me salvaría o me mataría
pero al menos hubiese acabado con la agonía
de estar sin ti o contigo,
de ser feliz, de ser más que un amigo,
de que en esta vida gris ya tenga un abrigo.

Te veo pasar y no me dices nada.
Me ves gritar y no me abrazas.
Te veo madrugar y andas desanimada.
Me ves luchar y me dejas arder en brasas.
Te veo dormir y me das la espalda.
Te quise desvestir al verte bella con esa falda.
Te veo platicar y no me llamas.
Me ves dibujar y no posas en mi cama.
Te veo nadar en ríos de calma.
Me ves naufragar y no me salvas.
Te quiero desayunar, pero no despertamos juntos al alba.
No quiero nunca despertar si tus besos no son mi alarma.

Instantes poéticos de un bohemio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora