Extra 2

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Severus tenía los ojos cerrados y trataba de mantener la mente ocupada al repasar en orden alfabético todos los ingredientes para pociones que conocía; tal vez fuera algo exagerado dada la posición en la que estaba, pero aún le costaba acostumbrarse a la nueva realidad de su vida y por ende, sus viejas costumbres de distanciarse mentalmente salían a la luz como auto-reflejo para tratar de mantener la compostura.

Soltó un suspiro y abrió ligeramente los ojos --Sirius-- Llamó en voz baja e intentando que su nerviosismo se cubriera con una falsa molestia.

--¿Hm?-- Susurró el joven de ojos grises con una sonrisa boba en su rostro, disfrutando de poder acariciar con la punta de sus dedos cada rasgo del hermoso rostro que tenía en frente.

--¿Cuánto más... vas a seguir observándome?-- Preguntó con el ceño arrugado y tratando de no perderse en los ojos rebosantes de cariño que lo veían fijamente.

Luego de que aceptara las disculpas de Sirius y que ambos se quebraran hasta el punto de aceptar que no querían vivir el uno sin el otro; el alivio y la sensación de seguridad fue tan abrumador que les robó la fuerza a ambos. Esa noche fue tranquila; ambos acurrucándose buscando el confort con tan solo la compañía contraria y tratando de asimilar que esta era su nueva realidad, no una fantasía construida sobre cimientos de anhelo y soledad.

Todo había sido hermoso y llevadero con el pasar de los días, pero Severus aún podía notar que su pareja le miraba con aprehensión cada vez que bebía la pócima rejuvenecedora; le tomó unos cuántos días armarse de valor para decirle al Gryffindor que él también debía beberla.

Al principio éste había dudado; pero luego de dejarle en claro que estaba bien y que él no era alguien frágil que necesitaba ser tratado con cuidado, logró convencerle de volver a su yo más joven. Para su enorme satisfacción, la sombra de su tormento escolar estaba menos presente y la imagen de su ahora pareja iba tomando fuerza.

Una parte de su ser, llegó a imaginar un pasado dónde ambos habían iniciado con el pie derecho; quién sabe... tal vez podrían haber sido amigos y con el tiempo algo más. Pero Severus lo sabía mejor que nadie; vivir de ilusiones, del "Y si" solo lo llenaría de amargura y arrepentimiento.

Esta era su vida; había odiado a Sirius Black y ahora no podía concebir la vida sin estar a su lado.

Lo que al inicio fue un nervioso tanteo para ver la reacción del otro, prontamente fue suavizándose hasta llegar a la posición en la que estaban ahora.

Sirius había retrocedido hasta sentarse en el suelo alfombrado del salón principal, tirando ligeramente de su novio hasta que este estuviera sentado sobre su regazo. Poder sentir a Severus tan cerca le abrumaba en demasía hasta el punto de sentir que nada más en el mundo existía, era increíble como con su sola presencia podía borrar los años perdidos tras las rejas, su situación actual al ser un prófugo de la justicia y ni hablar de la latente amenaza de una guerra mágica.

Podía llegar a ser problemático y en un rincón de su cabeza, sabía que no era sano ser tan dependiente, pero ¿Quién podía culparlo por aferrarse de esa manera a la única persona que había logrado robarle el corazón?

--Si fuera por mí, te tendría sentado encima mío por horas-- Contestó llevando su mano hasta la pálida mejilla para acariciar con deleite el pronunciado pómulo --No tienes idea de lo hermoso que eres...--

Severus tuvo que tragar y hacer un gran esfuerzo para no apartar la mirada; las palabras del Gryffindor sonaban llenas de convicción y dichas con un tono tan solemne que no daba lugar a replicas --El amor es ciego-- Pensó con cierta diversión.

Un destello de amargura en los ojos negros de su amado preocupó a Sirius, elevó un poco el rostro y llevó sus manos detrás de la nuca del contrario para atraerlo en un casto beso, disfrutó del roce de labios, haciendo despertar a las mariposas asesinas que se alojaban en su estómago.

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