Capitulo #4.

5 1 0
                                    

A la mañana siguiente me despertó mi madre, por alguna razón amanecí en el cunero de mi hermano. Mi irá había desaparecido así que proseguí a besar la frente de mi pequeño hermano hasta que se escuchó una voz.
-Buenos días.
Era mi madre, quien hace unas horas tenía el deseo de querer matarla y no volverla a ver. Estaba abriendo las cortinas y preparándose para alistarnos y hacer el desayuno. No tenía ganas de ir a la escuela hoy, escuché que me querían hacer una broma de muy mal gusto y aún no tengo el valor de decirle a alguien adulto, tenía miedo de que ellos aumentarán mis problemas y mis complicaciones de poder hacer amigos, bueno, más. Antes solía contestar el "Buenos días" con otros buenos días, pero por alguna razón no me sentía con ganas de decírselo. Cómo pude salí del cunero y me fuí a por mi ropa para entrar a ducharme y luego cambiarme y así ir a desayunar.
Después del desayuno mi padre nos llevo cada quien a la escuela, menos a Lían, él se encontraba muy enfermo. Mi hermano ya estaba en secundaria, no recuerdo si era en primero o segundo grado en el que iba, pero parecía irle bien en ese tema de hacer amigos. Bueno, al fin llegué a mi horripilante escuela con niños horripilantes, gracioso ¿No? Hace un año atrás decía que era una escuela espectacular, digna de admirar. Pero ahora la veo como un lugar con solo cuartos y ya. Sonó el timbre para entrar a clases, recuerdo que antes solía correr y darme prisa para llegar primero y así ya no ser la última en salir pero ahora ya ni siquiera me importaba llegar primero. Al llegar ahí estaban, todos sentados y haciendo demasiado ruido, es muy molesto, me irritaba tenía tantas ganas de tomar el metro que el profesor solía usar para alcanzar las cosas de lugares altos y con el, golpear a todos hasta matarlos. No entiendo, tengo apenas 7 años casi los 8 y ya quiero matar a gente, díganme ¿Esto es muy normal entre niños, verdad? ¿Verdad...? Al entrar habían dejado cinta adhesiva transparente y coque con ella, envolviendo todo mi cuerpo en ella. Cómo pude me volví a levantar y tratar de quitármela, lo conseguí pero me costó trabajo. Sin más que decir proseguí a caminar hasta mi pupitre, el último de la esquina de la fila de al final. Poco a poco comenzé a amar ese lugar, sentía que ahí es donde realmente pertenecía. Ese día a la hora del recreo salí y me senté en una vieja y abandonada jardinera, sentada contemplando las hojas que caían del árbol marchito por la estación de otoño, me gustaba ese color que tenían; ese naranja y rojizo a la vez se hacía una combinación perfecta. Yo la miraba perfecta, las hojas crujían, era fascinante escucharlas cuando las pisabas y eso hacía, jugar con ellas. Pero no tardó mucho para que ese momento magnífico fuera interrumpido por risas burlescas y murmullos estúpidos.
-¿No crees que ya eres muy grande como para que estés jugando a esas cosas estúpidas?
Volteé para ver quién era, aunque ya debería saberlo, esa voz, ese peinado ridículo. ¿Quién peina a su hija con una coleta de un solo lado? Solo una loca como su madre.
-¿Que quieres, Mariana?
Pregunté sentándome en la jardinera.
-Nada pero me di cuenta que te gustaba mucho Pablo y me mandó a decirte que si querías ser su novia.
"Pablo" ese nombre se me hizo familiar en cuanto lo escuché ¡Pablo! El niño más lindo del salón ¿Quería ser mi pareja..? ¡No lo podía creer! Estaba tan feliz que olvide que odiaba a Mariana por ese momento.
-¿¡De verdad!? Y ¿Dónde está?, ¿Puedo ir con él?
La miraba llena de emoción, he de admitirlo no podía creer nada absolutamente, por un segundo creí que era solo un simple sueño y que me había quedado dormida en el aula ya que en la noche anterior no pude dormir tan bien.
-Espera ¿No es otra de tus bromitas estúpidas, verdad?
Fruncí el seño, eran tan lindo como para que fuera tan real.
-No, como crees... Yo jamás te engañaría de esa forma, Pablo te está esperando en la cancha de fútbol, deberías ir o creerá que lo has dejado plantado.
En cuanto me dijo eso corrí al pateo trasero, ahí es donde estaba la cancha de fútbol, era enorme o al menos lo veía así por mi pequeña estatura y porque era el área para los grados de 4°, 5° y 6° grado, yo estaba aún en tercero así que podría ser descubierta por los cuidadores y me castigarían pero no me importó, lo único que quería era ver a Pablo. Después de buscarlo entre la multitud juvenil al fin pude lograrlo ver y me dirigí hacía él con gran emoción.
-¡Hola, Pablo!
Me sentía nerviosa, nunca había establecido una conversación con él, ni siquiera habíamos cruzado una palabra entre ambos.
-Pablo, creo que te habla esa niña rara.
Dijo uno de sus amigos. Pablo volteo a verme y sonrió ladinamente.
-Ah, con que eres tú la niña rarita del salón ¿No?
Hablo en tono de burla, los demás comenzaron a rodearme mientras se burlaba de los malos comentarios que hacía Pablo.
-Eh, no... Me dijo Mariana que yo te gustaba y que querías ser mi-
-¿Tu novio? Ja, que estúpida eres.
Me interrumpió para luego él hablar, en eso se acerca Mariana con su grupito de amigas.
-¿Realmente creíste que era verdad, Caty? Haha, si que eres muy estúpida e ingenua.
Se soltó riendo como todos en el lugar, me sentía humillada, me humillaron.
-Yo... No...
En eso un niño que se encontraba detrás mío me empuja haciendo que me cayera delante de los pies de Mariana y Pablo.
-Haha, mirarte. Estás tirada en el piso, en donde perteneces.
Repitió Mariana.
-Nadie podría llegar a ser tu amigo, mucho menos ser tu pareja. ¡Haha!
Las risas, sus risas. Me parecían tan molestas y odiosas, quería levantarme e irme contra Pablo y Mariana por haberme jugado mala broma pero no podía, sentía que se me caía la cara de la vergüenza que solo pude levantarme, cubrirme el rostro con mis manos y salir corriendo del lugar, encerrandome en los baños lejos de la vista de todos. Después de eso salimos de vacaciones antes de entrar a nuevo curso del año, mi hermano Eliot solía ir a la casa de uno de sus amigos la cuál se ubicaba enfrente de nosotros, si, eran nuestros vecinos. Un día me llevo a mí con él a la casa de su amigo y me percate que había una niña más grande que yo, bueno ni tan grande solo me ganaba por 3 años. Yo tenía 7 y ella 10 años. Comencé a salir más con ella porque me caiga bien así como yo a ella y habían más niños que solían juntarse con nosotras. Después llegó una niña a la colonia, se había mudado entonces comenzamos a hablarle todos y nos hicimos amigos. Eran 5 niños y 3 niñas incluyéndome. Todo iba grandioso, hacíamos travesuras de todo tipo pero habían algunos detalles que no me agradaban mucho. Un día se nos ocurrió la idea a todos de hacer una casita para estar nosotros ahí y si, el plan fue llevado a cabo y todos comenzamos a sacar sábanas y madera de nuestras casas y las llevábamos a un punto fijo, que esa era la casa de Mónica, mi primer amiga. Al terminar de construir la casa nos adentramos a ellas y todo bien, jugamos a la gallenita ciega pero me di cuenta de la forma en que jugaban no estaba del todo bien. Le tocó a la niña nueva en ser la gallina y con forme avanzan los niños la tocaban y ella trataba de atraparlos pero al no ver batallaba en hacerlo. Al fin, tocó mi turno pero yo no quería jugar y menos de tal forma desagradable. No tuve alternativa y me obligaron a jugarlo. Después de eso me quite la venda y me senté, me sentía sucia...

❀𝕄𝕚 𝔻𝕦𝕝𝕔𝕖 ℕ𝕚𝕟̃𝕖𝕫.❀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora