CAPÍTULO 1

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4 pares de ojos observaban a la castaña que aún no despertaba.

Los compañeros de Kale respondieron rápidamente a su llamado de auxilio y quedaron sorprendidos con la imagen frente a ellos.

Aun desangrándose y desmayada, la chica no perdía el atractivo.

La estudiaron con los ojos y se miraron confundidos.

¿Qué hacía una mujer como ella por estos lados? Se notaba que no era tenía dinero, los arrapos que traía eran de mala calidad, no tenía un centavo con ella o identificación.

Sí, la habían revisado.

En tiempos de necesidad cualquier dinero es bienvenido.

Además, no sabían si era una amenaza o no.

Decidieron que no lo era y la movieron al cuarto de descanso de los guardias.

La habían acostado aún cubierta de sangre y sucio en la litera de Ax, el pelinegro no parecía muy contento con la idea, pero no tenía otra opción, era el recién llegado y debía obedecer a los otros.

Todos estaban en silencio, hasta que Gregory, un hombre mayor y gordo lo rompió

—    ¿Qué deberíamos hacer con ella? — Es estúpido tenerla aquí, donde nos descubran tendremos problemas. — Espetó con desgrado mientras dejaba su arma de dotación en uno de los nocheros.

— Tú—señalo a Kale­— tuviste la estúpida idea de traerla aquí. ¿Qué prosigue? ¿Hacer que nos echen a todos?

El hombre desde el primer momento se negó a que la ayudaran.

Sabía lo que significaba eso, no quería perder su empleo. Su hija apenas estaba en primer año de universidad y tenía muchos gastos que cubrir, no podía permitirse quedarse sin empleo.

— Primero, no me apuntes con tu dedo de mierda­— todos observaban al señalado —Segundo, curarla y que se vaya. No quiero problemas.

—    ¿Y quién la va a curar, Sherlock? Nadie aquí sabe un culo de curaciones — contesto Liam, un chico de no más de 20 años que estaba en la puerta vigilando que nadie fuera a atraparlos.

—Digo que la saquemos y que se muera afuera. Igual no tiene mucha esperanza. Solo mírenla, esta pálida. Nos libraremos de muchos problemas si se muere. No es nuestro asunto.

Los murmullos empezaron, era cierto y Kale estaba consciente de eso.

Pero su parte humana no le permitía aceptar esa idea.

Se imaginaba a su madre, a su hermana, incluso a su abuela y se le hacía un nudo en la garganta de pensar en que nadie las ayudaría

—    No­—espetó ganándose la atención de todos— llamaremos a la Señora Claire y ella nos ayudará. 

No espero respuesta de sus pares y se dirigió hacia la pequeña casa que estaba dentro de la propiedad, estaba un poco alejada del resto de instalaciones, pero era porque la servidumbre no se le tenía permitido estar bajo el mismo techo de la realeza.

Camino con cautela tratando de no hacer ruido con sus botas. Se escondía detrás de algunos árboles por el más mínimo sonido.

Miraba con cautela a todos lados.

Paso cerca del riachuelo y escucho risas que lo alarmaron.  Detuvo el caminar y se escabullo entre unos matorrales, se quejo de las pequeñas raspaduras que se había hecho, con las yemas de los dedos toco su mejilla que ardía. Estaba sangrando un poco, nada que un poco de agua no quitara.

Kingdom: El secreto de ClarisseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora