Capítulo 1

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Colocación

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Colocación...

Hombros y caderas en el mismo plano, paralelas la una con la otra con relación al suelo. Verifico la postura de mi torso, sostengo la barra.

Inspiro.

Primera posición. Segunda posición, puntas hacia afuera. Tercera posición, uno mis talones y...

Así comienza mi rutina, como todos los días, desde que puedo recordar.

El ballet es una de las dos únicas cosas que se han convertido en mi cable a tierra, una de las  que me  mantiene cuerda. Mi ancla personal. Es el único lugar donde solamente importan mis condiciones físicas y mi talento. Donde nadie toma en cuenta  mi "dudosa moral", ni mis principios o mi turbulento pasado.

Nadie puede poner en tela de juicio lo buena que soy en esto, ni siquiera yo, y se siente bien. Allá en el escenario solo importa mi interpretación y la impecabilidad de mi técnica. Suficiente para recibir aplausos y ovaciones, y por un momento, solo por un fugaz  momento, se aplaca mi pena.

Entonces voy por más, como una adicta. Sin importar que sea un patético efecto placebo, sin importar largar mis uñas de los pies  por lo mucho que me obligo a practicar. Aquí en el tabloncillo soy respetada. Aquí soy Hellen McFaden, la joven y brillante promesa del ballet, la Gisselle, Odette, Carmen, Odile; que todas quisieran llegar a interpretar. La indiscutible reina de Besant Hill.

Pero cuando se apagan las luces, y se cierra el telón, solo soy la perra. La que no tiene amigas ni conocidos. Soy la que los chicos invitan a las fiestas para asegurar un buen polvo, y que nadie se atrevería a tomar en serio.

Lo lindo es que elegí que fuera así, yo me granjee esa reputación. Fui quien  la levantó, ladrillo a ladrillo y no me arrepiento. La merezco. Merezco las miradas malintencionadas y los cotilleos en los pasillos.

Merezco ese infierno personal.

—Lo siento, Sra Fletcher.

Todos los ojos a una se dirigen hacia la puerta del salón, desde donde prácticamente se encoge una chica de cabellos dorados y ojos miel. Aprieta la laza de su bolso con tanta fuerza, que puedo ver la circulación de sus nudillos cortarse, sus labios son apenas una línea y la nariz pequeña y respingona, luce un carmín acentuado que combina con sus mejillas.

Genial, carne fresca para el cotilleo enfermizo. Otra chica nueva que pronto se contaminará con toda esta mierda. Casi me da compasión su aura inocente, no pasará dos semanas para que la pierda.

La Sra Fletcher se yergue con elegancia y la mirada que le da, le grita a voz en cuello lo mucho que detesta la impuntualidad.

—La Srta Savannah viene del sur del país —informa dándole la espalda con indiferencia—. No me queda duda que pronto nos dará un mejor ejemplo de puntualidad—Vuelve a fijar su dura mirada en la chica que se encoge aún más en su lugar—. Asegúrese de que esta sea la última vez que llegue tarde. Si se repite, se graduará de cualquier cosa menos de ballet clásico —sentencia y dando dos palmadas al aire, manda que el pianista prosiga con la ejecución musical.

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