Simplemente: Te Amo.

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A la mañana siguiente, Laito y yo, empaquetamos todas nuestras cosas y cogimos un vuelo a nuestro hogar. Lo primero que hice, antes de despegar, fue enviarle un mensaje a Kira, la echaba de menos.

Una vez que finalicemos el viaje, allí nos estuvieron recibiendo, mi madre, mi estúpido hermano, Azusa, Kira y... ¿Deidara?

— ¿Deidara? —Pregunté sorprendida.

— Así me llamo. —Respondió sonriente.

— Perdona que no te lo haya dicho antes, Kaoru, pero Deidara y yo... —Interrumpí alegre.

— ¿¡Sois primos!? ¿¡Hermanos!? ¿¡Mejores amigos!? —Exclamé emocionada, saliéndome del trasero una colita de perro que no paraba de menearse a causa de la felicidad e inquietud.

— ¡Novios, idiota! —Gritó sonrojada mientras me daba un golpecito sobre la cabeza.

— ¡¡Enhorabuena, Kira!! —Salté a sus brazos, mientras la apretujaba contra mí. Realmente estaba muy feliz.

Dejando eso aparte, mi hermano Hayato fue hacia Laito, mirándolo desafiante y esbozando una sonrisa maléfica.

— Espero que no le hayas hecho algo a mi querida hermanita. —Dijo echando fuego por los ojos.

— Oh, quién sabe. —Susurró Laito, haciéndose el interesante mientras se reía.

— ¡Maldito pervertido! —Hayato se abalanzó encima de él, comenzando una pelea cómica. De éstas típicas donde se forma una polvareda de humo y de vez en cuando asomaba un miembro del cuerpo de cada uno.

Ignorando todo eso, los demás nos fuimos de allí por el alboroto formado, no queríamos que la gente nos vincularan con esos dos.
Le comenté a mi madre que, a partir de hoy, viviría con Laito como si fuéramos marido y mujer. Ella no puso ninguna objeción, solamente que la fuéramos a visitar.

Tras volver a la mansión Sakamaki, subí hasta el balcón, que tenía unas vistas hermosas. Me senté en el borde, dejando que el viento jugase con mis cabellos, alborotandolos. Unas manos se colaron en mis caderas, y él mismo se puso entre mis piernas, atrayéndome hacia él.

— No quiero que te mates el primer día. —Bromeó mientras me abrazaba con fuerza mi pelirrojo.

— Tranquilo, todavía no quiero morir. —Sonreí mientras le acariciaba la mejilla con suavidad y observaba sus ojos.

— Y pensar que me enamoré de la chica más loca del mundo. —Rió.

— Y yo de mi acosador personal. —Le di un toque con el puño sobre su cabeza, riéndome con él.

— Nunca te lo he dicho pero... —Cogió unos mechones de mi cabello y dejó mi oreja libre, susurrándome tres simples palabras que removieron mi interior.— Te amo, Kaoru.

— Y-Yo también te am... —Antes de que me diese cuenta estábamos hundidos en un apasionado beso que nos llevó a parar a la cama.

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