Quiero Jugar.

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Me acostó encima de una cama bastante grande, y él se colocó encima de mí, a cuatro patas, con sus manos a cada lado de mi cabeza, sin quitarme la vista de encima.

— Una vez que empiece... —Se volvió a acercar a mí, dándome tiernos besos en mi cuello.— ... Se me hará difícil parar. —Avisó nervioso.

— Aquí y ahora llevaré a cabo nuestra apuesta. —Añadí en su oído, llevando mi mano a su mejilla, acariciándola. Quería incitarle, decirle con distintas palabras que estaba lo suficientemente preparada para hacerlo.

Me cogió de las muñecas y las puso arriba, sujetandome como si fuera su presa, estando acorralada entre la cama y él.

— Es tu última oportunidad para escapar. —Me avisó con una mirada penetrante.

— No me gusta huir. —Respondí sonrojada.

Soltó mis muñecas y me besó apasionadamente, cogiendo con fuerza mis brazos, como si me fuera a ir corriendo después de ese acto. Seguidamente nuestros labios se envolvieron en una guerra, pero todo finalizó cuando su boca optó por bajar más abajo, hasta mi cuello, dejándome marcas de mordiscos por todos lados.

No quería gemir, me daba demasiada vergüenza y me preocupaba cosas que eran realmente estúpidas: “¿Y si no le gusta? ¿Y si se ríe cuando gima? ¿Y si no le causo atracción?”

Llegó un momento en que me mordió tan fuerte el cuello que solté un leve grito de excitación, placer y dolor, agarrándome a la misma vez a sus prendas mojadas.

— Sigue. —Pidió Laito, acariciándome la parte mordida, dándome lametones.— Quiero oírte. —Aclaró algo avergonzado, impropio de él.

Su mano bajó a mi camiseta, comenzando a subirla para quitarla, dejando a la vista mi sujetador negro y mi escote. No esperó para comenzar a disfrutar, y cogió mi pecho derecho con sus grandes manos, apretando y moviendo lentamente.

No quería quedarme quieta y que él lo hiciera todo, así que comencé a desnudarlo, quitándole la camiseta con su ayuda, dejando su torso al aire. Su abdominal un poco marcado y sin rastro de ninguna herida, era perfecto.

No me resistí más y salté a su cuello, dejando un rastro de besos y chupetones. Él me abrazó, haciéndose un lío para quitarme el sujetador, quedando ridículo pero cómico.

— Parece que tu ropa interior le gusta estar ahí. —Dijo sonriente.

— Parece que no es la única que quiere estar ahí. —Dije finalizando su acción, quitándome de una el sostén.

— Debería enseñarme más ese truco, Señorita Kaoru. —Se burló cogiendo lentamente mis dos pechos con sus manos, apretándolos.

Coloqué instintivamente mis dos manos sobre su cabello, por detrás de la cabeza, apegándolo a mí. Él posó sus labios sobre uno de mis senos, comenzando a lamerlo lentamente y a saborearlo, sin poder evitar que gimiera.

Después de unos leves minutos con el seno derecho se pasó al izquierdo, mientras que con la mano que lo sostenía lo apretaba sin llegar a hacerme daño.

— P-Parece que sabes lo que haces. —Solté sin pensarlo, agarrando con fuerza sus cabellos debido a las diferentes sensaciones.

— ¿Por qué lo dices? —Preguntó dominante.

— N-No... Por nada... —Me eché un poco hacia atrás, pensando que había metido la pata.

Laito me cogió de las caderas y me levantó, acorralándome en la pared y mirándome seriamente a los ojos. No sabía qué hacer.

— Di. —Ordenó a milímetros de mi rostro.

— “¿Eres otro juguete más de Laito?” —Repetí la pregunta que me hizo Kanato, su hermano, durante mi primera estancia en esta mansión.

— Es cierto. —Afirmó.— Mi instinto o pasatiempo es jugar con las chicas, quererlas provocar o seducir. —Rebeló causándome un dolor en el pecho. ¿Celos? ¿Me sentía engañada?— Pero desde que llegaste tú solo he querido hacértelo a ti, jugar contigo, provocarte, seducirte y quererte.

— Pero... ¿Te acostab... —Me interrumpió.

— Entre todas ellas solo me acosté con una. —Susurró como si no tuviera sentimientos.— Fue mi novia.

Me comenzó a soltar, dejándome libre de sus garras, quedándose quieto delante de mí. No quería arruinar el momento, así que comencé a actuar por mi cuenta. Me acerqué a sus pectorales, acariciando cada parte que me encontraba.

— No me importa, Laito. —Susurré bajo.— Ahora sólo importa el presente.

— ¿Te creías que eso me iba a dejar K.O. para no seguir, querida Kaoru? —Con esa pregunta volvió el erotismo que había antes. Volvió a pegarme totalmente a la pared, y elevó mi pierna derecha con su mano, y mi pierna izquierda con la otra, de tal manera que estaba suspendida entre su cuerpo y la pared.

En esa posición se volvió todo más a su disposición, donde él me sujetaba del culo para no caerme y yo abrazaba con mis piernas sus caderas, en ese momento comencé a notar un bulto que llegaba a extenderse en sus pantalones.

Me tomó en sus brazos y me volvió a acostar sobre la cama, deshaciéndose de mis pantalones junto a los suyos, marcándole ese bulto tan grande. Estaba nerviosa, no sabía como reaccionar.

Se acercó más a mí y me besó, llevando su mano derecha a mi entrepierna, acariciándola por encima de la poca tela que había. Me recorrió un escalofrío por la espalda al notar sus dedos abriéndose paso, era una sensacion vergonzosa pero placentera.

— Ah... —Gemí desesperada, mojándome rápidamente las bragas.

En un movimiento rápido me quitó la única prenda que tenía, dejando a la vista mi entrepierna, aunque no miró. Volvió a besar mi seno, y con su otra mano empezó a introducir un dedo.

— ¿Estás preparada? —Preguntó mirándome a los ojos, dejando su ropa interior en el suelo.

— Sí... —Afirmé nerviosa, ocultando mi rostro en su hombro.— Hazme tuya.

El pelirrojo se puso entre mis piernas, encima de mí, y se movió hacia delante, colocando la punta de su miembro en mi agujero, preparado para ser estrenado. Se movió hacia delante, introduciéndolo al fin.

— A-Ah d-duele... —Me quejé abrazada fuertemente a él.

— Estás muy tensa, relajate Kaoru. —Me recomendó juntando su frente con la mía.

En cuestión de minutos ya estábamos más que unidos, hundidos en el placer. Noté como me arrebata la virginidad y me hacía mujer; sus embestidas fueron de más suaves a más fuertes y apasionadas. Casi al final de hacerlo se separó de mí, soltando su líquido sobre la cama, fuera, acabando ambos exhaustos sobre la cama.

— ¿Te ha gustado? —Preguntó una vez transcurridos unos minutos, recuperando el aliento. Yo me encontraba acostada en la cama, a su lado, mientras me tapaba con la sábana, sonrojada.

— Mucho. —Respondí avergonzada.

— Eres mía Kaoru, eso ya queda claro. —Reconfirmó sonriente, abrazándome.— ¿Quieres ser mi novia? —Dio el paso final, abriendome los ojos de par en par.

Universidad De Chicos. |Crossover.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora