¡Evasión!

602 28 0
                                    

A medida que sus manos iban explorando cada rincón de mi cuerpo se iba quitando prendas, quedando su torso desnudo, observando cada detalle de su músculos tan atractivos. Me agarró mis muñecas, poniendo mis manos arriba, donde me sentía indefensa y él me tenía a toda su disposición, de arriba a abajo. Me observó un buen rato hasta que, a partir del cuello, bajó, dándome besitos sobre mi abdomen.

— Jajaja, m-me haces cosquillas, Laito. —Dije entre risas, moviéndome por culpa de sus acciones.

— ¿Te gusta? —Preguntó mientras me volvía completamente roja, casi desmayándome en pleno acto. Al verme así me desató las muñecas, y me dejó libre, pero seguía encima de mí.— No creo que estés preparada todavía, Kaoru-Chan. —Avisó cerrando los ojos, poniendo su cabeza en mis pechos, utilizándolos de almohada.

— ¡N-No hagas eso! —Le regañé intentando quitarlo de encima, muerta de vergüenza.

— Eres mía, ¿vale? —Se apegó más a mí, abrazándome y poniendo su rostro en mis senos.

— ¡¡Eres un idioooota!! —Le grité mientras le daba leves golpes en la cabeza.

Justo en ese momento entró Hayato, mi hermano, quedándose de piedra, viéndonos: Laito encima de mí, con medio cuerpo desnudo y con su cabeza en mis pechos; yo roja como un tomate, y con la ropa levantada donde se podía ver el sujetador.

— ¿¡QUÉ HACÉIS VOSOTROS DOS!? —Preguntó enfadado mientras venía hacia nosotros, con un aura de fuego maligno.

— ¿Por qué arruinas siempre los mejores momentos? —Preguntó cansado el pelirrojo, suspirando.

— ¿¡Por qué no dejas de acosar a mi hermana!? —Hayato cogió bruscamente a mi acosador del cuello, y lo empezó a sacudir.

— ¡Para! —Fui hacia él, separándolos a ambos.— ¡No es de tu incumbencia si hacemos algo o no! —Le grité a la cara, cogiendo rápidamente la camisa de Laito, tirándoselo a este, y luego lo cogí de la muñeca, yéndonos de la habitación, lejos de mi pesado hermano.

— Uh, una chica con carácter. —Susurró el pelirrojo una vez solos, riéndose por lo bajo.

— Es que es muy protector conmigo. —Expliqué.— Desde que papá me levantó la mano ya no se fía de los hombres tan fácilmente, por eso me protege. —Finalicé.

— Yo también haría eso. —Dijo Laito, estirándose.— Pero pensar que si lo haría lo tendría que hacer cinco veces, porque tengo cinco hermanos, así que es muy pesado.

— Yo no soportaría tener a cinco Hayatos más jaja. —Pensé en lo que había dicho, estallando en carcajadas.

• • •

Hoy tenía pensado en ir a hacerle una visita a mi madre, hacía tiempo que no la veía después de la terapia. Eran las 5 de la tarde y me estaba preparando para salir hacia mi hogar, pero de repente se puso a llover.

Durante ese tiempo me puse a reflexionar sobre mi relación con el acosador, y decidí evadirle, al menos ese día. Había sucedido cosas realmente extrañas y me era vergonzoso comenzar una conversación con él, por ahora.

“Mierda, mierda, el tiempo no está de mi lado y encima no tengo paraguas.” Pensé mientras daba vueltas en el mismo sitio, frustrada.

— Vamos juntos. —Susurró una voz a mi espalda, alarmándome.

— ¡L-La-Laito! —Tartamudeé sonrojada viva mientras me alejaba de él disimuladamente.

“No, no, no puedo aceptar ir con él, y menos bajo un paraguas. ¡Eso es de parejas y ni somos eso!” Me dije a mí misma.

— N-No lo necesit... —Antes de acabar la frase me fui corriendo del lugar, dejando a Laito con su paraguas abierto allí.

Con rapidez me dirigía hacia mi casa, se encontraba algo lejos, pero merecería la pena ver a mi madre de nuevo. Me fui por los lados en que no caía agua, aunque me estuviera mojando igual.

— Te ves mojadita. —Dijo de nuevo la voz del pelirrojo, detrás mío, empapado.

— ¿Qué... haces aquí... ? —Pregunté atónita, observándole emocionada.

— Acompañándote, ¿no te dijeron que una chica linda no hay que dejarla sola? —Dijo sonriente haciéndose el importante.

— Abre el paraguas, te vas a resfriar. —Le ordené mientras me acercaba a él.— Eres un tonto, ¿por qué no lo abres?

— Porque yo también me quiero mojar, como cierta persona. —Respondió acariciándome el cabello, dándome un golpe luego en la cabeza.— ¿Has oído eso de un beso bajo la lluvia? —Preguntó mientras desviaba la mirada, hacia el cielo lluvioso.

— Sí. —Afirmé tímidamente.

— Me alegro, porque lo odio. —Sonrió de manera maniática mientras me mataba por dentro.

— Mira que... eres un bicho raro... —Susurré mientras se me escapaba un estornudo.

— Mejor vámonos, te vas a resfriar más. —Abrió el paraguas, y nos pusimos a pasear los dos juntos hasta mi casa.

Mi madre vino corriendo hacia nosotros, tirándonos unas toallas y dándonos ropa nueva. Nos estuvimos en la chimenea, sentados en una alfombra mientras bebíamos una taza de chocolate caliente.

— Laito, muchas gracias por tu ayuda. —Agradeció mi madre, haciéndole una reverencia.

— No es nada, sólo quiero vuestro bienestar. —Sonrió mientras me recorría un escalofrío, no sé si la estaba cortejando o yo que sé, Laito era raro.

— Laito, ¿te gustaría quedarte mañana a celebrar Navidad con nosotros? —Propuso dando una palmada, como si se le hubiera ocurrido en el momento.

— ¡No, no, no! —Negué poniéndome en pie.— ¡Él seguro qu-que quiere celebrarlo con s... Su familia y eso! ¡Que estará muy ocupado con sus cosas y demás! ¡Todas esas cosas! —Intenté excusarme avergonzada.

— Sería un placer. —Añadió el pelirrojo.

— ¡Oh, qué bien! —Exclamó mi madre, entusiasmada.

Me sentía ignorada...

— Creo que ya debo irme, ya os he causado muchas molestias. —Dijo Laito mientras doblaba la toalla y poniéndola sobre la mesa.

“¡Sí, por fin se va! ¡Por fin puedo meditar sola!” Pensé.

Mi madre y yo lo acompañamos a la puerta, pero al abrirla entró un fuerte viento y lluvia. ¡Era como el fin del mundo! Rápidamente cerramos la puerta.

— Creo que es mejor que te quedes. —Sugirió mi madre.

“¡¡Noooooo!! Todas las cosas malas me suceden a mí, ¿¡por qué!? ¡El mundo me odia!”

Universidad De Chicos. |Crossover.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora