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Llamé rápidamente a mi padre y me disculpé, diciéndole que no había contestado porque estaba viendo precios de locales. Su respuesta fue un gruñido de impaciencia. "No me importa lo que estés haciendo, Changkyun. Necesito que estés en casa en una hora. Tenemos una 'cena familiar'." Las comillas colgaban en el aire, cargadas de sarcasmo. Sabía a qué se refería: otra de sus exhibiciones de su nueva "familia".

Tomé un taxi rápidamente, aunque no tenía mucho dinero; por suerte, me alcanzó. Llegué a casa y entré apresuradamente. Saludé a la mujer que estaba ahí con un gesto cortés, apenas un movimiento de cabeza, y a mi padre con una sonrisa forzada. Me senté a la mesa y me sirvieron un plato de comida que apenas toqué. El ambiente era tenso, pesado.

—Changkyun, ella es Sun Hee. Se casará conmigo y vendrá a vivir a la casa. Lo hemos pensado mucho y realmente queremos esto —dijo mi padre, su voz fría y distante, como si estuviera anunciando un cambio de clima.

—¿Qué? —respondí, atónito, la comida haciéndose un nudo en mi garganta. La imagen de Sun Hee, con su sonrisa forzada y su mirada evaluadora, se grabó en mi memoria.

Miré a mi padre, él estaba enojado, así que solo me limité a asentir. Comí la mitad del plato, un acto mecánico, y agradecí por la comida. Me levanté y me fui a mi cuarto. ¿Acaso no tenía suficiente con mi padre como para que ahora viniera a vivir con su pareja también? Era frustrante, pero no podía hacer nada al respecto. Me acosté y dormí rápidamente, intentando no pensar en ello, aunque sus palabras resonaban en mi cabeza como un eco doloroso.

Dos semanas después, no había visto a Gun Hee. Mi amigo parecía tener una vida muy ocupada; se había vuelto trainee nuevamente, solo que ahora prometía rapear en solitario. Deseaba que pudiera debutar; su talento lo merecía. Sin embargo, su tiempo limitado hacía que nuestra amistad se desvaneciera. No me sentía triste del todo; también le deseaba lo mejor, pero era desalentador. La soledad se había convertido en una compañera constante, un eco silencioso en mi vida. Me puse los audífonos y puse una melodía suave que había compuesto en mis tiempos libres. El sonido era relajado, así que caminé con paso suave a buscar lugares donde posiblemente sería mi próxima cafetería.  Ya no me quedaba un mes, sino una semana, así que ahora tenía que preocuparme mucho más por tener un local, materiales y personal. Mi vida era monótona, rutinaria, tan diferente a la de Gun Hee, llena de energía y ambición.  Él podía aprovechar su voz para rapear; yo… yo apenas podía articular mis sueños.

Me detuve al ver un pequeño lugar, una joya escondida en una calle lateral.  Parecía perfecto para abrir un café.  Entré y pregunté lo necesario, sin embargo, sobrepasaba mi presupuesto.  Pero estaba decidido, quería ese lugar. Tendría que ahorrar un poco más para comprarlo y hacer lo que siempre había deseado y lo que era más alcanzable. Fui a la cafetería donde trabajaba medio tiempo y me puse un delantal. Limpié las mesas, las ventanas, todo el lugar, con una meticulosidad casi obsesiva. Abrí el local. Entraron personas, así que rápidamente tomé sus pedidos y los atendí correctamente, con una eficiencia silenciosa.

Poco a poco oscurecía, y eso indicaba el fin de mi jornada laboral. Serví unos cuantos cafés más y me serví un café caliente para mí. Lo tomé con calma para relajarme. Empezó a llover, una lluvia suave y constante. Nada podría traerme más felicidad: mi trabajo, un café y la lluvia, sin nadie que me dijera qué y cómo hacer algo. Respiré hondo y puse un instrumental suave, una melodía que reflejaba mi estado de ánimo. Tendría que limpiar de nuevo el lugar para que mañana mis compañeros empezaran a trabajar sin inconvenientes. No me pagaban extra por limpiar dos veces, pero lo hacía para que ellos no lo pasaran mal limpiando el lugar. Encendí un incienso de olor a lavanda y empecé a recoger todo y ponerlo en su lugar, así como limpiar todo y lavar los trastes con una calma casi meditativa.

No traía paraguas, pero tampoco era de mucha importancia. No me importaba mojarme; la lluvia era un bálsamo para mi alma. Sin embargo, en mi mente imaginaba a una persona esperándome, que traía un paraguas y que me dijera que estaba preocupado porque me resfriara. Pero no había nadie, así que dejé de fantasear, dejé mi uniforme doblado en mi casilla y caminé hasta la puerta.

Posiblemente nadie me esperaría nunca.  Miré las gotas caer y apreté mis labios, un gesto de resignación. ¿Qué me retenía de salir e irme a casa rápidamente?

Di un suspiro y salí. Puse seguridad a la puerta del local y empecé a caminar. Muchas personas corrían para no mojarse, otras traían paraguas y algunas reían con sus parejas, intentando escapar de la lluvia. Evité mirar, así que caminé viendo cómo mis zapatillas se llenaban de agua; sentía cómo mi ropa poco a poco se empapaba, pero seguí caminando con total tranquilidad, como si no existiera el tiempo, solo yo y la lluvia. No era romántico, pero tenía paz, una paz solitaria y melancólica.

Si disfrutaba de la lluvia, ¿por qué me sentía agotado? ¿Me sentía mal por Gun Hee?  ¿O por el ídolo de hace dos meses al que no había podido hablarle y había demostrado desinterés? La soledad era un peso pesado, pero también era un espacio para la reflexión, para la introspección.

Me senté en un banco, hasta que me llamaron. Era mi padre, así que contesté de inmediato.

—Ya vengo, estaba cerrando el local, estoy por…

—No me importa dónde estés, Changkyun, no pregunté. Estoy saliendo, así que asegúrate de llegar en menos de 15 minutos y hacerte tu cena —me interrumpió mi padre, su voz áspera y sin ninguna muestra de preocupación.

Me colgó y guardé el móvil. Ni siquiera paraba en casa. ¿Por qué ahora se había tomado la molestia de llamarme diciendo que me hiciera la cena?

Metí mis manos en mis bolsillos, ya que parecía que se estuvieran congelando. Mi cabello estaba empapado y caían gotas en mi rostro. Qué bueno que no traía maquillaje, si no, todo se me hubiera corrido.

No me movería de ahí por un buen rato. De todos modos, no había nadie en casa, así que no tendría que preocuparme por explicaciones sobre por qué llegaba tan mojado. Me quedé sentado, escuchando el sonido de la lluvia, dejando que el agua lavara mis preocupaciones, al menos por un momento.

Mientras la lluvia caía, recordé las palabras de Gun Hee y cómo me había animado a seguir mis sueños. Tal vez, solo tal vez, había esperanza para mí después de todo. La lluvia, fría y constante, era un reflejo de mi soledad, pero también una promesa de un futuro mejor, un futuro que yo mismo tenía que construir.

Descanso (Jookyun) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora