Prólogo

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Hace mucho tiempo existió una princesa, un caballero y un dragón, la primera se hallaba presa en un enorme castillo, sola y esperando pacientemente la llegada de su caballero, aquel que la sacaría y con el que de seguro habría de casarse al poco tiempo de ser liberada, pero ya hacía mucho tiempo en el que había escuchado los constantes sonidos de lucha, resultado de la batalla entre los valerosos hombres y la escalofriante criatura que la custodiaba. Dragón, así le habían llamado, uno más de la estirpe que venía existiendo desde hace un siglo, de cuerpos robustos, elegancia innata, orgullosos y de tácticas mortales, lagartos hermosamente letales.

Contrariando los conocimientos humanos, los dragones no eran solo bestias que mostraban ser demasiado meticulosos, había algo más en ellos, algo más interesante y avanzado en sus genes, causa de tiempos desesperado para ellos; aprendieron a adaptarse, evolucionaron. Un proceso del que los hombres pasaban inadvertidos por ahora, un suceso impresionante para la era o cualquier otra. A espaldas de los humanos ellos, los dragones, habían aprendido a hablar como uno, comportarse como toda una persona civilizada, llegando incluso a cambiar sus gruesas escamas por delgada y sensible piel, sabían convertirse, camuflarse, sabían ser humanos.

La princesa estaba siendo "cuidada" por una fiera con habilidades y apariencia desconocida, claro, no es como si aquello importara cuando era una bella princesa la podrías llevarte como trofeo, el hombre no se tentaba el corazón cuando de pelear cuando de los demonios se trataba, la bestia, única en su tipo solo era vista por los tontos hombres que osaban desafiarla, claro, ninguno lograba sobrevivir por lo que su figura, su apariencia jamás había sido revelada.

"Aquel quien emprenda viaje para esta misión, considérese muerto" Solían decir las demás personas, pues, ningún caballero, por más robusto y fuerte que fuese había regresado; habían sido miles de hombres quienes habían intentado y habían sido los mismo en terminar calcinados, dándole fama a la singular y desconocida bestia. Poco a poco, la cantidad de hombres en ir a buscar a la princesa había disminuido, dándole un poco de paz a la intrigante criatura, que ahora toda esta situación comenzaba a hartarle y aburrirle.

Por otra parte, un insólito caballero preparaba sus artefactos de batalla, decidido a derrotar al Dragón y reclamar a la princesa, dispuesto a darle el honor que merecía el apellido Horrendous Haddock, aunque quizá todo saldría un poquito diferente.

Corazón de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora