7. Cisco

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Roby se cubrió la nariz por causa de la pestilencia que inundaba la sala, y luego de un breve intercambio de palabras con un colega, centró toda su atención en la escena. Sobre la alfombra morada que estaba a los pies de la cama, yacía boca arriba el cuerpo de un hombre de mediana edad. Sus ojos estaban muy abiertos y tenía la mandíbula desencajada. Lo que quedaba de su garganta no eran más que jirones de piel y tendones, ennegrecidos por la sangre coagulada. A su lado estaba el cadáver de un perro negro, que tenía un cuchillo clavado en la cabeza. Por lo que supo, el perro había muerto luego de matar al padrastro de su dueña. Al parecer había intentado abusar de la jovencita, que estaba camino al hospital para ser atendida.

--El perro huele como si hubiera muerto hace rato, lo cual es muy raro. --Dijo Álvarez la compañera de Roby, mientras se situaba al volante del patrullero. --Es un caso especial, como te gustan a vos, Roby.

--Vamos al hospital, interrogamos a la chica y luego a la comisaría.

-- ¿Estás bien? Tenés una mala vibra esta noche. ¿Es por lo del payaso?

--Un poco sí, pero no quiero hablar de eso.

En el hospital aguardaron unos veinte minutos, antes de poder hablar con la chica. Su nombre era Lara, tenía 19 años y ya había sido abusada varias veces por el novio de su madre, solo que el tipo nunca consiguió el acceso carnal, porque el buen Cisco, siempre había estado ahí para protegerla.

--Siento mucho lo de tu perro. --exclamó Roby. --Tu mamá viene en camino. --sonrió. --La ayuda de un psicólogo sería lo ideal.

--Ahora estoy a salvo. No te preocupes que voy a estar bien, gracias.

Pasaban de las 2. 30 a.m cuando regresaron a la comisaría, y mientras Roby realizaba el informe, su compañera encendió la radio y fue hasta la cocina para preparar mates. Todavía le quedaban unas horas de servicio y la noche ya se había presentado jodida.

Roby devolvió el mate y estaba a punto de decir algo, cuando escucharon un grito desgarrador, seguido de varios disparos. Álvarez y él, salieron corriendo hacia el patio de la comisaría, que era de donde provenía el conflicto y se encontraron con el escenario más irreal posible. Un oficial estaba de rodillas en el suelo, aullando de dolor, mientras apretaba sobre el pecho su brazo ensangrentado. Otro oficial estaba en shock y apenas podía articular palabra.

--Le saqué el cuchillo de la cabeza y resucitó. Mordió a González  y le disparé pero el perro hijo de puta, saltó el muro como si nada. ¡Es un perro zombie! --. Gritó fuera de sí.

Sin quedarse a seguir indagando Roby, trepó al muro y con la ayuda de la linterna rastreó las marcas de sangre. Pero estas se perdieron a unos 300 metros, justo en donde empezaba el parque. Álvarez que venía detrás suyo lo convenció de regresar, porque no era seguro enfrentar a un perro zombie. Los dos coincidían que era lo más loco que les había tocado vivir, y aunque el resto de los policías no querían creer en lo que había pasado, la mordida en la mano de González no tenía una explicación lógica.

Unas noches después, Roby se encontraba corriendo en el parque y cuando estaba dando la última vuelta antes de regresar a su casa, algo llamó su atención. A unos metros una chica, estaba jugando con su perro. Le lanzaba una pelota y el can corría detrás de ella. Era casi medianoche y sin poder evitarlo, se acercó para advertirle que no era seguro andar sola a esas horas.

--No estoy sola, mi perro me cuida.

Casi de inmediato el perro se colocó delante de la chica y empezó a gruñir. Solo tardó unos segundos en reconocerlos y sin dejarse intimidar, permaneció en su sitio.

--Yo te conozco, estuviste en mi casa y en el hospital. --sonrió. --Cisco, quédate quieto. No hay peligro es un buen tipo.

-- ¿Cómo es posible? --dijo abrumado.

--Nigromancia. --dijo como si estuviera hablando de algo común y corriente.

-- ¿Resucitaste a tu perro? ¿Cómo en Cementerio de mascotas?

-- No seas tonto. --carcajeó. --Lo hizo un viejo nigromante, pero no puedo revelar su identidad.

-- ¿Por qué? Es decir, sé que la pérdida de una mascota duele mucho, pero...

--Cisco es el único que me ama, si no fuera por él estaría muerta o en un loquero. --dijo con dolor e inclinándose abrazó al perro. --Se que es raro, pero ese hijo de puta merecía que Cisco lo mate, no por lo que me hizo a mi, si no porque él fue quien lo mató para poder violarme.

--Lo siento mucho.

-- ¿Nos vas a delatar?

--No... por supuesto que no.

--Viste Cisco, te dije que era un buen tipo.

Roby se estremeció cuando Cisco le lamió una de las manos y se limitó a solo ver como se alejaban la extraña chica y su perro muerto, hasta que los perdió de vista en la oscuridad de la noche. 

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