Capítulo 6

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Elizabeth

Sumida en la espesa oscuridad, presencié aquellas manos acariciar mi piel, lo hacían tan lento que quemaba, mi cuerpo estaba ardiendo, deseoso de  algo más que caricias. Sentí como me alzaba entre sus fuertes brazos, abrigándome entre él y la pared; coloqué mis manos en su cuello mientras su boca devoraba la mía en una danza rítmica; era un beso lleno de lujuria y pasión, mordía mi labio inferior provocando que acalorados gemidos salieran de los más profundo de mi ser. Alcé la mirada encontrándome con aquellos ojos azulados que calaban mi alma, su cabello castaño caía por su frente sudorosa dándole un toque excitante. Me dejó en el suelo y admiré aquella figura esbelta y frondosa, su abdomen marcado le hacía una invitación a mis dedos para que garabatearan sobre él; me incitaba a ser codiciosa, lo quería solo para mí. Se acercó y volvió a unir nuestras bocas, me guió hasta el suave colchón y ahí empezó la verdadera pasión. Soy consciente de su perfume mientras sus labios carnosos empezaban un viaje por mi cuello, mordisqueando y besando ese lugar, bajaron por mis pechos mientras los apresaba con sus dientes dándole paso a un dolor placentero; siguieron su camino hasta mi abdomen plano para bajar a mi zona prohibida. Noté su lengua recorrer mi humedad; apretaba mis caderas con fuerza, aferré mis manos a sus cabellos, mis gemidos se escuchaban por toda la habitación. Se colocó entre mis piernas y se dejó caer sobre mí, sus brazos se mantenían a cada lado de mi cabeza y mis uñas arañaban su espalda sudorosa.

—Me encantas— gime en mi oído— Todo de ti me encanta.

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Dos semanas en las que no he dejado de tener el mismo sueño una y otra y otra vez.

Dos semanas desde aquel desequilibrado momento en el que Erik decidió salvarme de un conflicto para involucrarme en su vida personal. Fue un anuncio que dejó a todos sorprendidos.

¿Ellos estaban sorprendidos?, me rio en sus caras, más sorprendida estaba yo que era la novia y no lo sabía. Lo mejor del espectáculo era probar que éramos una verdadera pareja; en ese instante estaba decidida a frenar todo, pero Erik no compartía mis pensamientos cuando se atrevió a tomarme de las mejillas y unió su boca con la mía. Mis células sorpresivas saltaban enérgicamente por todo mi cuerpo; no podía pensar cuando aquel beso se transformó de fingido a real. Desde ese entonces, no hemos hablado sobre el tema, lo único que mencionó fue mañana hablamos, aquí me encuentro yo, esperando por ese mañana que nunca llega.

¿Será que le gusto y no puede ni mirarme a la cara?. No, imposible, nadie se enamora por un beso, ¿o si?

Lo observo desde mi escritorio; su ceño se frunce mientras mira fijo la pantalla de la computadora, revuelve su pelo castaño y pellizca el puente de su nariz, tan solo me han tomado tres días para saber que despeina su cabello cuando se siente frustrado, tensa su mandíbula cuando se enoja y lo que más me entretiene es su forma de alejar la mirada en señal de nerviosismo. Se me escapa el tiempo sin ser consciente de que ahora soy su objetivo de visualización.

No llama al teléfono, sino que me hace un gesto para que me acerque y eso hago.

—¿Para ti "mañana" significa dos semanas?—le recrimino cruzando los brazos por debajo de mis pechos haciendo que estos se eleven un poco y capten esa mirada marina que últimamente empieza a erizar a mi piel—He estado esperando esta conversación y siento que si no la tenemos voy a estallar y créeme no quieres verme hacerlo.

—No me hables así—aparta la mirada de mis pechos y la dirige a mis ojos—Tienes razón, he estado evitando el tema, pero tampoco es para exagerar, te he salvado de que Marcelo siguiera atosigándote.

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⏰ Última actualización: Nov 03, 2021 ⏰

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