𝑨𝒅𝒅𝒊𝒄𝒕𝒆𝒅 𝒕𝒐 𝒔𝒖𝒇𝒇𝒆𝒓𝒊𝒏𝒈

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Temática: Angst
Extensión: -600 words

¿Me amas todavía? ¿Me amaste alguna vez?

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¿Me amas todavía? ¿Me amaste alguna vez?

Esas preguntas rondaban su cabeza mientras se paseaba por los estrechos pasillos de aquel arcade; llevaba horas jugando en aquel lugar, el dinero de una semana de trabajo consumido por las pequeñas ranuras de las antiguas máquinas; especialmente una.

Al fondo del local, justo en una esquina oscura y apartada, se encontraba aquella polvorienta máquina de baile que tanto había amado en su juventud, y que ahora solo le traía dolorosos recuerdos. Pero, aún así, cada semana, caminaba directamente hacia ella, se quedaba de pie frente a la pantalla y luego de unos minutos, introducía unas cuantas monedas para que el juego comenzara; pero jamás se subía a jugar, solo se quedaba ahí, esperando.

¿De verdad eras un juego perdido?

Había recorrido todos los pasillos del lugar, y nuevamente se hallaba frente al juego; siempre era así, trataba de alejarse, pero inconscientemente volvía a él.
No le quedaban monedas, las había gastado todas probando otras máquinas; aunque apenas los juegos en éstas habían comenzado, se había apartado de ellas, se sentía como si el simple tacto de sus dedos con los pequeños y fríos botones, le quemara la piel.

¿Por qué nuestro final tuvo que ser así?

No supo en qué momento las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, ya que el rastro salado y levemente tibio que dejaron en sus mejillas, no era una sensación realmente nueva, más bien, era habitual; al igual que ese vacío en su interior.

Giró sobre sus talones, aún con la cara empapada en sus lágrimas, y en silencio recorrió aquellos pasillos otra vez, en dirección a la salida.

No le preocupó que alguien lo viera, no le importó si se notaba su llanto o no, sólo caminó, con la cabeza en alto, hasta que la fría brisa del exterior le golpeó el rostro, y supo que había salido de aquel lugar.

El encargado, lo vió salir como cada semana, esperando que fuera la última.

Estaba cansado de ver a ese chico volver al arcade, estaba cansado de ver el dolor con el que caminaba cada vez; estaba cansado de ver al que había sido el gran amor de su hijo, volver a esa máquina, como esperando que pudiera volver el tiempo atrás. Pero las máquinas del tiempo no existen; y los muertos no vuelven a la vida.

Miró la pared frente a él, la fotografía sonriente de su hijo lo recibió enseguida; el llanto fue instantáneo y silencioso, le quebrantó el alma y le hizo caer estruendosamente en la silla tras el.

Lloró por los recuerdos, por la pérdida de su hijo, y porque sabía que aquel chico volvería; y el ciclo comenzaría denuevo.

Porque era un adicto. Un adicto al sufrimiento.

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