4-La teoría de Freud.

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Hola, espero que estén todos bien. Me han dicho que Lexa es muy ruda en el nivel de humillaciones con Clarke, pero dentro de poco comprenderán por qué. Lo que si les aseguro que no soy como Jason Rothenberg y trataré de dar el mejor cierre posible. Aún faltan muchísimas cosas, así que abrochen sus cinturones. Yo no hago esto por fama o reconocimiento, solamente quiero compartir esta historia con ustedes. Y aclarar que las historias de este perfil serán adaptaciones de libros heterosexuales a homosexuales, luego puede que también publique el libro en el que estoy trabajando: "La maldición de la palabra amor". Lamento la tardanza, vivo en Cuba y aquí el Internet da pena ajena. Gracias, ElliezBV🔥

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Ninguna de las dos se dirigió la palabra durante el trayecto a casa. Cada una estaba inmersa en sus propios pensamientos. Clarke seguía dándole vueltas a lo que la Directora le hacía sentir y por más que intentó hallar una explicación no la encontró. Era lo más irracional que había experimentado nunca. Solo comprendía una cosa y es que, por paradójico que fuera, a su lado se sentía viva y ardiente. Pero no sabía si esos sentimientos los despertaba la misma cólera o la pasión. El caso es que se sentía viva y ya era mucho más de lo que había sentido por nadie.

Lexa contempló el reflejo de Clarke por el espejo retrovisor. La herida de la ceja había dejado de sangrarle, pero aún estaba roja e hinchada; incluso podía sentir el palpitar de su cabeza producto al dolor. Esa era la Clarke que conocía, le había puesto la cara como un mapa sin dudar. Sin embargo algo preocupaba a Lexa, y era más lógico de lo que podía aceptar. Empezaba a pensar que la situación se le estaba yendo de las manos. Ya no le movía solo el placer de la venganza. Había comprendido que esa mujer era su debilidad, su talón de Aquiles, venga: su Clarke de infancia. La morena lo había comprendido en el momento exacto en que había visto a su rubia desaparecer de la fiesta con ese imbécil. Y luego cuando los había sorprendido en ese cuarto... Cerró los ojos por un segundo al notar que la volvía a cegar la rabia. ¡Mierda!, ¿pero qué estaba haciendo?,
se preguntó atormentada. ¡Creía que ya la había superado! Lo pensaba fríamente y aquello era absurdo. Lexa Woods había cambiado, ya no era la chavalita escuálida de mirada tímida. Ahora era una mujer fuerte, seria, poderosa. Se suponía que estaba curada, que era inmune al influjo de esa bruja Griffin. Entonces cerró sus ojos verdes por un segundo pero aunque lo intentó, se dio cuenta de que ya no podía odiarla como antes.

Clarke de repente empezó a encontrarse mal. El estómago se le contrajo en un nudo y se llevó la mano a la boca para reprimir las arcadas.

-Por favor para el coche. Voy a vomitar -le pidió cada vez más pálida.

Lexa giró la cabeza de inmediato.

-¿Bromeas? ¿No puedes esperar?

La rubia la fulminó con la mirada. ¿De verdad Lexa podía ser tan tonta?.

-Oye, como no pares el puto coche te lo pondré perdido -amenazó en serio, por lo que la morena obedeció al encontrar una plaza libre de aparcamiento.

Clarke abrió la puerta, se inclinó sobre sus rodillas y vomitó en el arcén. Luego se quedó en esa misma postura, incapaz de mirarla siquiera. Se sentía tan vulnerable y humillada... Pero de repente notó como sus manos le acariciaban la cabeza y le retiraban el pelo con delicadeza de la cara. La rubia se dejó caer en el asiento y cerró los ojos. Estaba totalmente mareada y sudorosa.

-Gracias -masculló.

-De nada. ¿Por casualidad probaste los canapés que estaban junto al centro de mesa?.

-Si, ¿por qué?

Lexa soltó una leve carcajada, pero para sorpresa de la rubia esta vez verdadera. Sin dobles intenciones o sarcasmo.

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⏰ Última actualización: Nov 12, 2021 ⏰

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El cielo gritó tú nombre. (Clexa).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora