three | 適応

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Las dos horas de libertad que les habían dado sus profesores al fin habían culminado, por lo que ahora, la mayoría, ya se encontraban secos, cambiados y con destino a la cafetería escolar.

A excepción de Jay Park, Kim Sunoo, Riki Nishimura y Yang JungWon.

Éstos se encontraban en los vestidores aún, los menores apenas salían de la ducha, Yang y Nishimura se cambiaban de ropa.

JungWon movía frenéticamente su pierna, le causaba ansiedad escuchar la dulce risa del rubio.

—Hey— Nishimura golpeó su hombro— Iré adelantándome a la cafetería para alcanzar un lugar y comida, ¿quieres que te pida algo?

El de lunares asintió y luego miró a su amigo irse.

Por otro lado, JungWon terminaba de vestirse, mientras que Sunoo seguía aún en ropa interior.

—Oye, Jake me dijo que está en la cafetería y que ya tiene nuestra comida, ¿quieres que te espere?

El aludido negó con una sonrisa.

—Adelántate, en un momento los alcanzo.

El castaño asintió y se retiró, dejando completamente a solas a Yang y Kim.

Sunoo se encontraba de espaldas a JungWon, cosa que éste último aprovechó para echar un vistazo al rubio.

Su piel era pálida y lisa, sus hombros delgados pero fuertes; por lo que pudo ver, tenía un delgado tatuaje en el hombro izquierdo y otro arriba del codo derecho. Su cintura era fina y sus caderas un poco anchas.

Escaneó con la mirada todo el delicado cuerpo del menor, deteniéndose en su trasero.

—Sé que mi trasero es el mejor que has visto, pero si tanto lo deseas, sólo debes pedírmelo.

Se sobresaltó al escuchar la voz de Kim, hablándole con un toque de burla en sus palabras.

Apartó rápidamente la mirada y frunció el ceño.

—No estaba viendo tu trasero.

—JungWon, no soy idiota —dijo, poniéndose una playera blanca para tapar su torso, manteniendo su parte inferior semi desnuda— siento tu jodida mirada desde que estábamos allá.

Yang se tensó, pero no dijo nada.

Sunoo se dio vuelta, encarando al pelinegro.

Con una sonrisa descarada, se acercó hasta estar frente a él.

—Todos en éste instituto me desean, mueren por mi trasero; incluso tú lo haces, aunque lo niegues —paseó su mano derecha por todo el torso desnudo del más alto— ahora mismo quieres follarme, ¿no es así?

JungWon mordió su labio inferior con fuerza.

—¿Y qué si quiero hacerlo? Estoy más que seguro de que abrirás tus piernas para mi aquí mismo.

Kim carcajeó.

—Tienes razón, lo haría, pero no ahora —Yang bufó— pero puedo darte otra cosa a cambio.

El mayor enarcó una ceja.

—¿Y qué es eso que piensas darme?

Sunoo sonrió coqueto.

El pelinegro lo vio casi en cámara lenta.

Kim se arrodilló y, con una tortuosa lentitud, desabotonó su pantalón, bajando la cremallera con sus dientes.

Un bulto de gran tamaño fue lo que encontró.

Mordió su labio inferior. Sin duda alguna, era el pene más grande que hubiese visto, y eso que aún seguía dentro de los apretados boxers negros. Aunque eso no iba a admitirlo.

—¿Qué pasa, Kim, tienes miedo? —cuestionó burlón el pelinegro.

Sunoo rió.

—Quisieras.

De un tirón, bajó el elástico y liberó aquella erección.

Con habilidad, pasó su lengua desde la base hasta la punta, dejándole sentir a Yang la fría esfera metálica del piercing, para luego tomar la cabeza entre sus labios.

JungWon jadeó y tomó al menor del cabello.

El rubio casi se ríe por la manera tan desesperada en la que el mayor tiraba de su cabeza.

Decidió no torturaron más y, con un movimiento preciso, metió a su boca todo lo que le fue posible de aquella extensión, tomando con sus manos lo que no alcanzó a envolver.

Movió su cabeza hacia atrás, y succionó, ahuecando sus mejillas.

Por otro lado, Yang se encontraba en un estado de increíble estupor.

Un chico le estaba dando la mejor mamada que hubiese recibido nunca, y eso lo tenía inquieto.

Quizás la idea de follarselo no era tan ridícula como pensaba.

Salió de su cabeza cuando sintió una fuerte succión.

Sintió como Sunoo sacaba su pene de su boca.

—Yang, me gusta que tiren de mi cabello cuando se la estoy chupando a alguien, pero tú me estás lastimando —se quejó, poniendo su mano encima de la del más alto.

JungWon llevó su mirada hasta su mano, que tiraba con, quizás, demasiada fuerza los rubios cabellos del chico.

Aflojó su agarre, un poco apenado.

—Lo siento.

—No importa —le restó importancia.

Antes de poder decir algo más, las hábiles manos del menor comenzaron a masturbar su, aún, duro falo.

El pelinegro tiró su cabeza hacia atrás y gruñó, sintiéndose cerca; los movimientos, combinados con los lengüetazos que daba el menor, se sentían jodidamente bien.

Un ronco gemido salió de sus labios al sentir como su semen salía disparado, agregándole la vista de éste terminando por manchas los labios del rubio, fue demasiado para él.

Sin detenerse a pensar antes, levantó al chico del suelo, acorralandolo contra los casilleros del vestidor.

—¿No que muy heterosexual? —se burló Sunoo.

JungWon gruñó, pero en vez de reclamar, atacó ferozmente los labios hinchados del rubio.

Kim aceptó el beso, respondiendo con, incluso, más intensidad.

Sus lenguas se enredaban y sus dientes chocaban, pero poco les importaba.

Se separaron con sus respiraciones agitadas, y, con voz ronca, JungWon dijo.

—Te quiero en la fiesta de Park SungHoon esta misma noche; ¿querías que te follara? Deseo concedido, perra.

Sunoo, por el contrario de ofenderse, sólo carcajeó divertido.

—No pensaba faltar a la fiesta de SungHoon hyung, de todos modos.


-𝐒𝐖

𝔓𝔯𝔢𝔱𝔱𝔶 𝔖𝔞𝔳𝔞𝔤𝔢 | 適 応Where stories live. Discover now